Cinco siglos de casa y un presente orientado a preservar el entorno

La casa rural El Hogar de Bardallur es algo más que un establecimiento comercial; Amparo y Rosa hacen de argamasa social para las actividades más dispares en el municipio, desde la conciencia medioambiental a la cultural.

Imágenes de Bardallur en "Aragón pueblo a pueblo"
Imágenes de Bardallur en "Aragón pueblo a pueblo"
Laura Uranga

En el año 2002, Amparo Aznar y María Rosa Sanmartín abrieron en Bardallur la casa rural El Hogar, sita en la vivienda familiar de los Aznar. Amparo trabajaba como ebanista en la sierra de Segura, en Albacete, un lugar hermoso, pero le tiraba la tierra. Dieciséis años después, le ha tirado tanto -y la ha cuidado tanto, desde el espacio propio al entorno del pueblo- que ha echado raíces. "Mis padres y abuelos son de aquí, y las raíces de mi familia en esta casa se remontan a 1517. María Rosa es de Burgos. Mi padre, Justo, fue médico; fundó la Asociación Española de Bioquímica. Enfermó gravemente y me pidió antes de morir que viniera a la casa, que la arreglara, que hiciera algo con ella. ‘Tú que eres autónoma, hija, tienes libertad de moverte, yo te ayudo’. Cuando mi padre enfermó y murió, comprendí la razón de ese arraigo, así que lo decidí; primero vino mi hijo y luego yo".

La casa estaba muy deteriorada, pero entre madre e hijo, con el apoyo de Rosa, todo fue tomando forma. "Lo más difícil para mí era arreglarla sin quitarle su verdad, he trabajado mucho en restauración y conservación de monumentos históricos, y valoro que las cosas se reparen sin alterar su esencia ni su estética real. Para montar un alojamiento rural era necesario además hacerla confortable, y cualquier obra se complica con muros de 70 centímetros de grosor".

Bardallur: un Hogar y una meta

Amparo se emociona con los detalles. "Lo más bonito cuando vas restaurando algo es poder ver la evolución de la construcción. La casa de mi familia no fue nunca un palacete, sino que se fue haciendo a golpe de necesidad: para almacenar el grano, para aumentar la familia, para acomodar las caballerías… yo también he añadido cosas, como este ventano al estilo de Pedro y Vilma Picapiedra -señala a una dependencia del patio interior- que me quedó muy bien. No quise lavar las paredes y ya está: se han dejado a la vista muestras, vestigios de lo que hubo. He trabajado demasiado en mi vida, tengo los huesos algo escacharrados, pero dar forma a esto ha sido un placer, y Rosa no para de trabajar un minuto. Para los amigos también hacemos tisanas naturales, manzanillas sobre todo y aceites sanadores para la piel, sobre todo de caléndula".

Una filosofía de vida

La capacidad de la casa es de 16 plazas "para estar cómodos, no queremos aglomeraciones", apuntan Rosa y Amparo. "Nuestro objetivo no es ganar mucho dinero, sino lo suficiente para mantener la casa; por eso, si viene un grupo de seis personas ya no cogemos a gente sin relación con ellos, para que esos días estén en su intimidad".

En El Hogar se hacían comidas anteriormente, Rosa es una excelente cocinera, pero la modalidad actual de alojamiento solo permite el uso de las cocinas a los huéspedes. "Tenemos un acuerdo -aclara Amparo- con el bar el pueblo, que es estupendo; abre todas las horas el mundo para atender a vecinos y visitantes, siempre a buen precio y con comida excelente. A nuestros huéspedes los tratan siempre bien".

Amparo califica a Bardallur de lugar fantástico para vivir. "No estaría aquí si pensara lo contrario; no se echa de menos la playa o la nieve, tenemos todos los servicios básicos y los extras están muy cerca en Alagón o Zaragoza".

Amigos de Bardallur

Esta asociación cultural local de amistoso nombre echó a andar hace aproximadamente dos años con la idea de dinamizar las actividades locales para los más pequeños. Amparo y Rosa hicieron de argamasa para la reunión inicial. "Las grandes ideas surgen muchas veces de una buena comida. Nos reunimos aquí, Rosa hizo un cuscús e invitamos a la gente joven con niños que vive en el pueblo; enseguida vimos que había compromiso y ganas. Ahí siguen, siempre activos; casi todos trabajan en empresas fuera del pueblo, pero se vuelcan en diversas actividades, desde toma de conciencia medioambiental a talleres artesanos, deporte, juegos… además, están tratando de coordinarse con asociaciones de pueblos cercanos para hacer cosas juntos. Javier Santos es el presidente de la asociación, trabaja con su tío Ángel en los ajos. También se han implicado en la recuperación de la Fuente Amarga, un sitio muy querido aquí; hay aguas subterráneas sulfurosas y terrenos de valor único".

La farmacia que rige Sara Pérez Lázaro tiene una historia de más de dos siglos, con su rebotica a la antigua y un doble servicio, a tenor de lo dicho por sus vecinos; el tópico y el espiritual. Sara es boticaria, consejera, paño de lágrimas y fuente de alegría. En cuanto a la doctora Gemma Garisa, lo suyo es puro entusiasmo y amor explícito a la sanidad rural. "Al final -concluye Amparo- somos como una familia, peleas incluidas; aunque no estés de acuerdo con alguien en algo, es pedir ayuda y todos te la dan".

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