Linares de Mora: las tres gracias de la Sierra de Gúdar

Rico en patrimonio, Linares de Mora se abre paso en el sector turístico como uno de sus principales pilares económicos. En competencia con sus recursos tradicionales: la ganadería y el monte.

Sonia Gómez, en el comedor del hostal que regenta, habilitado en una antigua ermita.
Sonia Gómez, en el comedor del hostal que regenta, habilitado en una antigua ermita.
Antonio García/bykofoto

Tres cosas tiene Linares que no las tiene Aragón: la iglesia, la cueva Monna y el pino El Escobón’. La letra de esta jota luce en una placa de cerámica en la fachada de una vivienda de la calle de Temprado, la arteria principal de esta pintoresca localidad de la comarca turolense de Gúdar-Javalambre. Los vecinos se sienten orgullosos de estos monumentos, las tres gracias de la sierra, que no pierden oportunidad de difundir en cualquiera de las formas que se presenten, incluido el folclore.

Si bien estos tres elementos patrimoniales forman parte del imaginario colectivo de la población, los habitantes de Linares de Mora presumen, sobre todo, de su hermoso casco antiguo, un entramado urbano adosado a la falda de una ladera, con calles estrechas y empedradas y bonitas casas encaladas de balcones de madera.

Sonia Gómez y su esposo, Paul Apostol, no se lo pensaron a la hora de fijar su residencia en Linares –localidad natal de la primera y adoptiva del segundo–, y hacerse cargo de la gestión del hostal Antiguo Hospital, un edificio de propiedad municipal de la que son adjudicatarios. "Nos gusta el pueblo. Tiene calidad de vida y nos sentimos cómodos aquí", explica Sonia. "El hecho de tener escuela, en la que están matriculados 11 niños, también hizo que apostáramos por Linares, así que, queremos resistir aquí con nuestro pequeño hijo", confesaba la empresaria.

El edificio conserva en sus muros parte de la historia de esta localidad de la Sierra de Gúdar. Durante la guerra civil fue un hospital, del que tomó su nombre, pero hasta el siglo XVII se dedicó a hospedaje. Lo más curioso es que en los años cincuenta fue utilizado como parada de sementales para las caballerías militares de toda la provincia. Ahora, la casona, adosada a un lienzo de la muralla medieval, es un alojamiento con encanto, que consta de 9 habitaciones y cuyo comedor, ubicado en la antigua capilla, llama la atención de sus clientes por su singular cubierta abovedada surcada de nervaduras. Sonia Gómez cuenta que uno de primeros grupos que pisó el local, miembros de un coro, quedó tan sorprendido del comedor "que pidieron permiso para cantar y ver la sonoridad que tenía la que fue una ermita".

Sonia y Paul se plantearon hace siete años emprender un negocio vinculado al sector de la hostelería. "Pero –aclara la mujer– preferimos esperar a completar nuestra formación y vimos una oportunidad única en este hostal municipal". Su marido está al frente de la cocina, que ella define como "tradicional con toques de vanguardia".

La Nochevieja del año pasado fue la prueba de fuego para la pareja. "El hostal estuvo lleno, lo que nos dio nuevos estímulos", confiesa Sonia Gómez, quien asegura que esa situación vino a confirmar una vez más la importancia que el sector turístico está adquiriendo en la localidad. "Nosotros vimos que podía ser un buen negocio por la gran afluencia de turistas que va creciendo año a año", explicaba. "De hecho –continúa–. No hay tan apenas casas en ruina y desocupadas. La gran mayoría están restauradas".

Las temporadas de verano e invierno, esta última con la estación de esquí de Valdelinares –a unos 15 minutos en coche– como principal reclamo, son las que más visitantes atrae a la localidad. Sin olvidar la época de la recolección de las setas, que concentra en la zona a cientos de aficionados valencianos y catalanes.

La empresaria reconoce que el principal problema que se cierne sobre Linares de Mora, al igual que los otros municipios enclavados en al Sierra de Gúdar, es el de la despoblación. Un puñado de matrimonios jóvenes, que han decidido asentarse en el pueblo, hace que la localidad se resista a desaparecer. El turismo, la ganadería y los puestos de trabajo que genera la estación de esquí de Valdelinares constituyen por, el momento, su sostén económico.

También resiste Teresa Flor al frente de su panadería Regajo, un establecimiento mítico en la sierra al haber salido de sus hornos el ‘Testamento’, un dulce hojaldrado que es imitado ahora por locales de media comarca. "La torta nació en Linares, de la mano de una panadera que lo cocía en un horno moruno", aclara Flor, quien agrega que al jubilarse esta, su receta mágica pasó hace sesenta años a manos de la abuela de su marido y de ahí a las siguientes generaciones.

Teresa Flor cuenta que el pueblo se anima en las numerosas fiestas que todavía mantienen sus habitantes. Los Clavarios para San Antón, las romerías a las diferentes ermitas, pero destaca, por su novedad, las Rebotadas, una celebración destinada el 27 de julio única y exclusivamente al uso y disfrute de las mujeres. Nació hace treinta años como contrapunto a la fiesta de los Chóferes, en la que la población femenina estaba vetada, e incluye pasacalles, comidas y vaquillas.

Del puente medieval al pequeño Vaticano dedicado a la Inmaculada

El puente de Loreto, como se conoce popularmente a la construcción medieval que salva el río Linares, tiene sus orígenes islámicos. Si bien de la fase califical se conservan muy pocos restos, concentrados en la parte inferior de la margen derecha. Lo denominan así los vecinos porque se encuentra cerca de la ermita dedicada a esa virgen.

Se trata de un espacio en la zona de la huerta con un interesante conjunto patrimonial, desde el cual parte un sendero que se dirige a la Cueva de la Mona, un lugar mítico en la localidad. Es un itinerario familiar que conecta con el sendero del calvario, al lado de la potente ermita de Santa Ana. Las vistas panorámica que desde esta iglesia se obtienen del caserío encalado son espectaculares. Del conjunto patrimonial destaca el entramado de callejuelas de aire medieval y casonas solariegas, sobre todo, las de la calle Temprado. Pero sobresale, ante todo, la iglesia de la Inmaculada, una edificación del siglo XVIII cuyo gran baldaquino bañado en oro recuerda a la mismísima basílica de San Pedro del vaticano. Separada a pocos metros, se encuentra la torre campanario.

El pino del Escobón, un monumento natural de gran altura

Merece la pena recorrer los tres kilómetros que separan el casco urbano de Linares de Mora del paraje donde crece el pino del Escobón, un hermoso ejemplar de 400 años de antigüedad de espesa copa. Tiene 23 metros de altura y el diámetro de su tronco mide casi dos metros.

La presencia de este pino laricio, incluido en el catálogo de árboles singulares de Aragón, es una muestra de la gran riqueza forestal que alberga el municipio de Linares, en el que los bosques de pinares ocupan más de la mitad de la superficie de su término. El pino del Escobón se ecuentra situado en el barranco del Pino junto al río Linares y es el pino laricio más alto inventariado de la provincia de Teruel. En torno al árbol se ha habilitado un área recreativa con mesas de picnic que invitan a disfrutar de la naturaleza.

Pese a su antigüedad, se encuentra en perfecto estado de conservación y únicamente presenta un hueco en el interior del tronco, fruto del uso que en el siglo pasado se le dio para proporcionar teas y astillas de madera. Su corteza también aprovisionó a las gentes de la zona de resina, una actividad que desapareció ante la falta de rentavilidad económica de este producto.

LOS IMPRESCINDIBLES

La procesión de San Antón

Este santo es especialmente venerado en Linares y a él se dedican dos días de fiesta en enero. Además de la procesión, se celebra la Plega de San Antonio, durante la cual se recorren las casas del pueblo recogiendo objetos y dinero.

El testamento

Es el dulce más típico de la comarca. Los secretos con los que es elaborado por la panadería Regajo, con aceite de oliva y miel como ingredientes principales, lo convierten en una torta hojaldrada difícil de olvidar.

La muralla

Linares conserva un interesante conjunto amurallado con el castillo como elemento principal. El entramado urbano se sitúa dentro del trazado de la muralla, en el que destacan los portales del Hospital, Portalico y de la Fuente.

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