Quicena: castillo tenemos, disfrutarlo más y mejor debemos

Quicena, localidad natal del escritor Javier Tomeo, apunta al futuro desde el medievo y busca sacar partido de la monumental fortaleza de Montearagón.

Acceso lateral del castillo de Montearagón, al fondo, la ciudad de Huesca.
Acceso lateral del castillo de Montearagón, al fondo, la ciudad de Huesca.
Laura Uranga

Tiene Quicena una configuración dual en su casco urbano; la parte más veterana del pueblo está separada por una calle de la coqueta urbanización Los Lares de Quicena, diseñada al estilo de las ‘suburbias’ estadounidenses y asiento de nueva población en las dos últimas décadas. El parque del pueblo lleva el nombre de Javier Tomeo; se ha hablado con sus herederos para recopilar parte del legado que dejó el escritor quicenense y buscar el local apropiado para un futuro centro de exposición que homenajee su figura. La cercanía de Huesca tiene muchas ventajas y el pequeño inconveniente de que no hay cafetería ni tienda multiservicio en Quicena; para sus habitantes, solventar esas diligencias cotidianas en Huesca es un gesto tan natural como lógico.

El actual alcalde, Javier Belenguer, llegó hace catorce años con su familia a Los Lares de Quicena, en lo que califica como la mejor inversión de su vida. Es un tipo entusiasta, que confiesa orgulloso su incapacidad para involucrarse a medias en las cosas: prefiere ir siempre al fondo de la cuestión. Mañana cambiará fondo por cima; Quicena firma un convenio con el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, y el acto se celebra al mediodía en el Castillo de Montearagón. Construido por Sancho Ramírez en 1085, es un emblema de la provincia y, lógicamente, el principal tesoro histórico del municipio.

Quicena: castillo tenemos, disfrutarlo más y mejor debemos

La esencia de esta cita es una encomienda parcial de gestión de actividades relacionadas con el acceso al público, vigilancia, control, mantenimiento básico y promoción del mentado castillo de Montearagón, que pasaría a ser total a la conclusión de las obras. Un paso decisivo para que este singular monumento pueda visitarse en condiciones y suponga, por tanto, un impulso decisivo para el municipio.

"En la anterior legislatura –explica Javier– estuve cuatro años como concejal en la oposición, y desde 2015 soy alcalde por mayoría absoluta, además de consejero comarcal. Me metí en política hace doce años; llevaba poco tiempo en el pueblo y empecé a colaborar en la comisión de fiestas. Poco a poco fui participando en más asuntos, y finalmente entré en el consistorio. El castillo, obviamente, es un emblema del pueblo y de toda la provincia de Huesca; los de la zona hemos venido mil veces a jugar de pequeños, y entre los visitantes es un imán para la mirada. Por eso es tan importante el acuerdo trabajado con el Ministerio".

Con la ilusión intacta

El proyecto tiene un presupuesto global de 1.436.000 euros, repartidos en dos asignaciones: una de 1.143.000 euros, que iría integrada en los Presupuestos Generales del Estado el año próximo, y otra de 293.000 euros para el remate de las obras en 2019. El comienzo real de las obras dependerá de que los Presupuestos se aprueben en los plazos previstos; si no ocurriera así, la ejecución sufriría un retraso (que no suspensión) de un año.

El alcalde matiza los objetivos de la inversión. "Se actuará sobre todo en tema de seguridad, tanto para el monumento como para sus visitantes. El reto principal es devolver al castillo su drenaje natural; los avatares de la historia lo han taponado y ‘enronado’, y es básico liberarlo para proteger la cimentación. Además hay que mejorar los accesos, situar el aparcamiento, revisar las torres albarranas... muchos detalles".

La Asociación de Amigos del Castillo de Montearagón, que preside Antonio Turmo, se constituyó en 1996 y cada año celebra el Día de Montearagón el 4 de junio. Este año, además, unieron fuerzas con el Ayuntamiento para armar el programa ‘Montearagón es el protagonista', con al menos un acto cultural mensual entre abril y octubre. "Se han hecho cosas muy distintas –recalca Javier Belenguer– desde una muestra de temática medieval a una especie de ‘diorama’ teatralizado con escenas de la vida cotidiana en aquella época. También ha habido exposiciones fotográficas, charlas, la carrera ‘trail’ del pasado 10 de septiembre, paseos a caballo… mucha variedad".

Loarre: modelo, no rivalidad

Quicena mira sin disimulo a Loarre como ejemplo de lo que puede hacerse en Montearagón. "Es un espejo –concluye Javier– en cuanto a modelo de gestión, que no competencia: ellos superan las 100.000 visitas anuales. Evidentemente, el castillo está mejor conservado en Loarre por la calidad de la piedra; además, la historia le ha deparado menos avatares lesivos, pero tampoco había allí carretera de acceso digna ni programa de visitas guiadas hace cuarenta años. Nosotros nos hemos puesto un horizonte de seis años para que el entorno de Montearagón esté en condiciones óptimas y podamos contar con un pequeño centro de acogida al visitante, luz y agua dentro para los servicios, sala de proyecciones, tienda de recuerdos… y lo conseguiremos".

Javier Tomeo, el simpar domador de monstruos, descansa en su tierra natal

El 27 de junio de 2013, Javier Tomeo fue enterrado en Quicena, su localidad natal. El prolífico escritor, activo durante más de medio siglo, había muerto en el hospital Sagrado Corazón de Barcelona unos días antes: tenía 80 años. En esa despedida coral de sus amigos y allegados hablaron Luis Alegre e Ismael Grasa, sonó la música del Cuarteto Sibelius y se sintió el calor colectivo provisto por el centenar largo de personas presentes en la ceremonia. Tomeo fue un escritor excesivo, apabullante. Obras como ‘El castillo de la carta cifrada’ o ‘Amado monstruo’ –finalista del premio Herralde en 1984– son buenas guías para adentrarse en su mundo. El surrealismo y el humor negro le acompañaron siempre, aunque también supo navegar con pulso firme por aguas más realistas;un ejemplo es ‘El crimen del cine Oriente’, llevada al cine por Pedro Costa en 1997 con Anabel Alonso y Pepe Rubianes en papeles muy alejados del registro cómico. En el terreno de la dramaturgia también brilló, con propuestas como ‘Los misterios de la ópera’ o ‘La agonía de Proserpina’. En 2005 recibió la Medalla de Oro de la ciudad de Zaragoza, que le había propuesto para el Premio Nobel de Literatura.

En el barranco de Espantalobos se arma el belén, justo antes de cada Nochebuena

Hace una década, varios vecinos de Quicena solicitaron apoyo al Ayuntamiento para montar el belén navideño en una cueva situada en la cabecera del barranco de Espantalobos, muy cercano a las lindes del pueblo. La petición era contar con las figuras del nacimiento y marcar así un inicio concreto de las fiestas. La tarea es asumida al completo por este grupo de voluntarios, entre los que destacan algunos hiperactivos el año entero en las empresas solidarias más diversas: Julián Lucán, Pedro Grasa, Paco Algaba... unos hachas. "En cuanto les haces cualquier sugerencia o directamente les pides ayuda, les falta tiempo para venir corriendo. Trabajan un montón por Quicena, y lo hacen con toda la alegría del mundo", asevera Javier Belenguer. además de alabar a los más veteranos, el alcalde también saca pecho con la implicación de los chavales del pueblo. "Se ha formado un grupo de edades entre 15 y 17 años, se llaman Los Cachorros y compaginan los estudios con diversas actividades sociales, a las que echan mucha imaginación. Inventan juegos para los peques, jornadas deportivas... el otro día armaron una Casa del Terror en el centro cultural Doña Petronila. Hay relevo".

LOS IMPRESCINDIBLES

Iglesia de la Asunción

La hizo construir el abad de Montearagón, Pedro Cayetano Nolivos, entre 1712 y 1731. Se quemó en la guerra civil, y en los últimos años ha sido objeto de diversas restauraciones. La última, de 2016, reparó el reloj del campanario.

Caracoles a la brasa

La Venta de Quicena, a la vera de la carretera nacional, es un excelente punto de referencia para los amantes de la brasa. El chuletón tiene fama allí, pero los caracoles no se quedan a la zaga. Buena relación calidad-precio.

La tejería

Bajo el castillo hubo en su día una villa musulmana. También destacaba la tejería, que surtía de tejas y ladrillos al propio castillo en sus diversas reformas, y era un medio de ingresos para la abadía de Montearagón.

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