Candasnos: una balsa real y un cine de fábula

Los habitantes de Candasnos, situada en el antiguo camino romano de Tarraco, se nutrían allá de agua de boca, que brindaban también a viajantes de toda condición, de peregrinos a monarcas.

Gemma del Pueyo, alcaldesa de Candasnos, junto a la Balsa Buena del pueblo.
Candasnos: una balsa real y un cine de fábula
Laura Uranga

Candasnos, Bajo Cinca para la administración, Monegros puro para sus habitantes. Tierra de cine forajido, de regadío sobrevenido desde la tradición de secano, de ida y vuelta, tránsito y asiento, tierra de mosén Jesús Arnal, el cura amigo de Durruti al que encarnara Miguel Bosé en la película ‘Libertarias’. El embalse de Valdepatao, obra de regulación para el sistema Monegros II, se ha sumado a la fisonomía del municipio, tras años en proceso de construcción y un llenado en pruebas la pasada primavera. La vida transcurre aquí entre esquemas clásicos y nuevos retos, con la perspectiva de una buena caracolada en el restaurante El Pilar como aliciente añadido. Con todo ello lidia en el día a día desde 2015 la alcaldesa Gemma del Pueyo, que estudió el bachillerato en Fraga y volvió al pueblo para trabajar y casarse.

"Candasnos ha sido Monegros toda la vida –afirma Gemma– y eso quiere decir secano, aunque estemos en el Bajo Cinca y ya haya riego. El cultivo tradicional de cereales ha dejado paso al maíz, y también a la alfalfa; incluso se ha probado con guisantes y tomates. Las cosas van mejor".

Candasnos: una balsa real y un cine de fábula

La incidencia del cambio en la perspectiva agrícola empieza por el tema poblacional; mucha gente que se había marchado a estudiar o trabajar fuera ha vuelto a trabajar las tierras de su familia. "Los mayores –explica la alcaldesa– se van jubilando y de pronto ven cómo sus hijos, con títulos en el currículum, se plantan de nuevo en el pueblo para agarrar el tractor. La calidad de vida los atrae. Sin embargo, hay otro fenómeno curioso; muchos jóvenes que ahora cuentan con un buen nivel de ingresos valoran la comodidad y la tranquilidad que han ganado volviendo o quedándose, viven su vida sin limitaciones y la escuela se está quedando sin niños. Gracias a los pequeños llegados de padres inmigrantes no se ha cerrado el cole, el CRA Montesnegros, que está en Peñalba y tiene alumnos nuestros y de Castejón de Monegros".

La Balsa Buena

Es el símbolo del pueblo desde siempre. De origen romano, proveía de agua de boca a lugareños y visitantes. Con veinte metros de radio y tres de altura, tiene un pilón en el centro que mide el nivel del agua y cinco aberturas; llegaba el agua por la del norte y se aliviaba por la del sur. Candasnos tenía otro gran depósito tradicional de agua, la Balsa de las Mulas, utilizada para los animales. Allí se levantan ahora las piscinas y la zona deportiva. También había otras balsas más pequeñas. El agua de la Buena era extraída tradicionalmente por las mujeres, y se guardaba en las tinajas de las bodegas para mantenerla fresca. Por higiene, solamente podía cogerse su agua con cántaros.

En la Buena hay historia. Por el término municipal pasaba una antigua calzada romana, el camino de Tarraco. "En este balsa –puntualiza Gemma– siempre ha habido agua, incluso en los tiempos de las peores sequías. Era cosa sabida por los viajeros, y en una ocasión llegó una visita especial; Isabel II iba camino de Zaragoza, y paró en el pueblo para que los animales que utilizaba su comitiva bebieran agua. Le explicaron que el agua de consumo humano estaba en otro sitio y la trasladaron hasta la Balsa Buena en una silla con porteadores, además de invitarle acto seguido a reposar en una casa contigua. Al cabo del tiempo regaló al pueblo un escudo en reconocimiento a la gentileza que tuvieron con ella; está en un domicilio particular de Fraga, y recuperarlo para su exposición es una vieja aspiración del Ayuntamiento, aunque no hay muchas esperanzas de lograrlo".

Limpieza ceremonial

En la balsa se acumula lodo. Actualmente se realiza una limpieza industrial, que sigue causando extrañeza a los más viejos del lugar, pero antaño era una tarea manual en la que se involucraba todo el pueblo, y que se hacía cada cinco años. "Se montaban unos andamios con cañas para limpiarlo por zonas; se llamaban quiñones. Iban trazando radios desde el centro, y tenían una forma que recuerda a quesitos gigantescos. Los moradores de cada calle del pueblo se encargaban de un quiñón, más grande o más pequeño según el número de gente involucrada", explica Gemma.

La tarea era muy seria, con sanciones para quien no la ejecutara correctamente. En el fondo de la balsa se agolpaba gente de todas las edades con sus capazos o ‘cordillos’ para recoger el lodo y que escurriera el agua; cada cual tenía una tarea de carga o transporte, y las mujeres de las casas donde no había varones por viudedad o ausencia laboral se encargaban de hacer la comida para todos los de su quiñón. Alrededor de la balsa se forman unos montículos con el lodo seco extraído, llamados ‘turrumperos’, que ahora son parte sólida del paraje. Más protección para el agua buena, más historia para un municipio que quiere seguir escribiendo su historia con tinta indeleble.

Una sala de aúpa con programación regular, uso variado y las butacas del antiguo cine Coso

Candasnos es tierra de cine, por tradición y afición. Los rodajes de ‘spaghetti western’ en los sesenta y principios de los setenta dejaron huella en todo el Bajo Cinca, pero aquí hubo una incidencia especial del subgénero. Las aventuras fílmicas propulsadas por los Balcázar e Ignacio F. Iquino tenían en la Portellada (no confundir con la localidad turolense) un escenario único, como bien recuerda Ricardo Ballestar, presidente de la Asociación de Cine Candasnos desde hace veinte años. "En la buega del monte se construyó un rancho, típico de estas películas. Entre eso y la afición que ya había por aquí, el cine se convirtió en una pasión para este pueblo". Ricardo se encarga de la programación regular del Cine Cámara, local de la asociación situado desde hace más de medio siglo en un edificio de las antiguas Cámaras Agrarias. Caben unas 140 personas y actualmente tiene las butacas del antiguo cine Coso de Zaragoza. Los sábados hay película infantil proyectada desde deuvedé, y el domingo cine para todos; se descansa en verano, estación en la que se ofrecen puntualmente películas al aire libre.

Carlos Pueyo Mariñoso, un candasnino en la cima del diseño gráfico nacional

Carlos Pueyo Mariñoso nació en Candasnos y obtuvo el título de Técnico Superior de Ilustración en la escuela de Bellas Artes de Zaragoza en 1993. Establecido en Sitges desde 2005, se ha convertido en uno de los diseñadores gráficos más solicitados de España en la última década, además de incursionar en la fotografía y la animación; su portafolio incluye trabajos para multinacionales de Nestlé, Orange, Panasonic o Unilever, además de firmas de moda tan prestigiosas como Calvin Klein o Adolfo Domínguez; también se mueve como pez en el agua en el mundo de la señalética, y es un devoto amante de la música, desde los ‘flyers’ festivos al material promocional de los lanzamientos; ha triunfado con la iconografía ‘Divina de la muerte’ para camisetas, es un fijo en el festival de cine de Sitges y también uno de los diseñadores favoritos de los popularísimos Alaska y Mario Vaquerizo. Para Candasnos, entre otras cosas, hizo el diseño de su actual bandera municipal, que ondea en el balcón del ayuntamiento junto a la aragonesa, la española y la europea: un fondo amarillo que evoca el trigo de sus campos, con la cruz de Sijena y el círculo de la Balsa Buena completando la imagen.

LOS IMPRESCINDIBLES

El área de servicio

El pueblo cuenta con un área de servicio con gasolinera de la autopista Zaragoza-Barcelona. En un principio, toda la plantilla era del pueblo, y aunque ahora ya no es así sigue habiendo varias colocaciones candasninas en este enclave.

León Anel Sin

Este médico militar candasnino, nacido en 1804, fue caballero de la Gran Cruz de la Real Orden Americana de Isabel la Católica, comendador de dicha Orden y cuatro veces condecorado con la Cruz de caballero de la reina Isabel.

Fritada con caracoles

Se solía hacer en los almuerzos de la trilla. A la verdura frita (cebolla, patata, berenjena, tomate, pimiento, calabaza y un diente de ajo) se añade carne (longaniza, costilla de cerdo o mollejas) y caracoles, hervidos antes con agua y sal.

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