Jesús Argudo Périz se ha empeñado en conocer quién, cómo y por qué un grupúsculo terrorista conocido como Frente Revolucionario Antifascista Vasco Aragonés (Frava) asesinó a su padre, que se llamaba como él, Jesús Argudo Cano, la tarde del 2 de mayo de 1980. Era vigilante jurado en las oficinas de la empresa automovilística General Motors en la calle Capitán Portolés 1, cuando estaba instalándose en Zaragoza. Hace unas semanas viajó al Centro para la Memoria de las Víctimas de Terrorismo en Vitoria, donde depositó su historia y recibió varias pistas sobre esta banda terrorista. No ha dejado de comprobarlas, ha leído el libro ‘Los años de la aguja’, de Gonzalo García Prado, un diario de un militante de la Joven Guardia Roja, y ha hablado con varias personas conocedoras de la época.

En el suceso de 1980, tres terroristas encapuchados de Frava entraron en las oficinas a la hora en la que casi no quedaba nadie, entre las 19.00 y las 20.00. El vigilante custodiaba una oficina donde estaba el director general de GM, Theodor R. Faber, pero el comando no alcanzó a la presumible víctima. Dispararon un tiro al vigilante, que le entró por el cuello y salió por la clavícula. Murió al ser trasladado al hospital Miguel Servet. Hay que recordar que la llegada de los americanos a Figueruelas (fabricó su primer coche en 1982) generó una corriente crítica en la extrema izquierda en Aragón. Alguno de los investigados por el hijo del fallecido ya se había manifestado en público en contra de la llegada de GM a Aragón. Un policía que llevó el caso comunicó a la familia del fallecido que en su muerte parece que "se les fue de la mano". El objetivo podía ser secuestrar al director de la compañía, pero no lograron capturarlo. Al parecer, los tres encapuchados llevaban pistolas, según vieron dos trabajadores norteamericanos que entonces se dedicaban a seleccionar al personal, y cuando el vigilante (que fue guardia civil) intentó empuñar su arma le dispararon y huyeron. Dos días después del atentado, Frava lo reivindicó en una llamada a la agencia Efe. Nadie fue detenido por el asesinato. "Mi padre trabajaba para Balay, pero esa tarde sustituyó a un compañero que iba a un bautizo", recuerda.

Las declaraciones de los testigos norteamericanos ante la Policía quedaron grabadas en una cinta magnetofónica, sin ningún fruto. La causa no llegó a la Audiencia Nacional, como correspondía al ser un atentado terrorista, sino que la llevó el Juzgado de Instrucción 3 de Zaragoza y la archivó un mes después. "He solicitado por vía oficial la documentación de la Audiencia de Zaragoza y no me la han concedido", critica Jesús Argudo, quien denuncia que la familia ni siquiera fue informada del archivo del sumario judicial. La viuda, natural de Bolea y actualmente con 90 años, se quedó con tres hijos.

Unas diligencias perdidas

Jesús Argudo ha recopilado toda la actividad terrorista de Frava y ha descubierto que reivindicaron cuatro atentados desde 1978 hasta 1980, con dos muertos (el vigilante de GM y un policía municipal en Madrid), el secuestro del empresario catalán Jesús Serra que fue liberado en Candasnos y una acción con un coctel molotov contra un cuartel de la Policía Local, en enero de 1979. "Cuando he ido a buscar documentación del atentado contra el garaje de la Policía Local, en el archivo municipal no ha quedado ningún rastro del mismo", apunta el hijo del vigilante asesinado.

Entre los sospechosos que tiene Jesús Argudo hay alguno que tenía relaciones políticas familiares que le pudieron salvar de varias detenciones. "Hasta 1999 Interior no nos reconoció como víctimas de terrorismo y ahora solo busco la verdad", concluye.