Atentado mortal sin resolver ni reconocer

Jesús Argudo Cano, de 58 años, murió el 2 de mayo de 1980 de un tiro de un terrorista que le disparó en la sede de la General Motors. Su sumario se archivó en un mes.

Jesús Argudo muestra periódicos de 1980 y la foto de su padre asesinado por un terrorista.
Jesús Argudo muestra periódicos de 1980 y la foto de su padre asesinado por un terrorista.
Toni Galán

"Matan de un tiro a un vigilante jurado de la General Motors", titulaban los periódicos al día siguiente del asesinato de Jesús Argudo Cano, de 58 años. Tres encapuchados pertenecientes al grupo terrorista Frente Revolucionario Antifascista Vasco Aragonés (Frava), muy poco conocido, entraron a las 19.00 del 2 de mayo de 1980 en la sede de la multinacional norteamericana en la calle de Capitán Portolés, mientras estaba en el interior su director general Thedor R. Faber, y mataron al vigilante de un disparo en el cuello cuando estaba sentado en un sillón. La banda terrorista, que colaboraba con ETA, reivindicó el atentado en medios de comunicación, pero nunca lo resolvieron las Fuerzas de Seguridad del Estado ni se reconoció durante muchos años.

El Juzgado de Instrucción 3 archivó el sumario el 29 de mayo y la Audiencia de Zaragoza, el 27 de junio, sin que la familia estuviera siquiera representada y desconoce la investigación que hicieron la Policía Nacional y la Guardia Civil. Un casquillo del calibre 9 milímetros, unas gafas de sol y un pasamontañas fueron todos los restos del atentado mortal.

Jesús Argudo se llama como su padre, tiene 61 años y fue profesor de instituto hasta de retirarse porque sufre parkinson. Está muy documentado y casi no ha encontrado bibliografía que hable del Frava, salvo el asalto a un cuartelillo de la Policía Local en Zaragoza en 1979, el asesinato del guardia municipal de Madrid, Benjamín Díaz, en la Cruz de los Caídos el 21 de diciembre de 1978 y el secuestro del empresario catalán Jesús Serra en 1980, que fue liberado dos meses después, tras pagar un rescate, en un saco de dormir atado y abandonado en Candasnos (Huesca). En esta última acción estaban ligados con ETA político-militar, grupo terrorista que se disolvió en 1982.

El hijo del asesinado recuerda que cuando perdió a su padre su familia era muy humilde y se quedaron en un estado de shock. El vigilante, que fue guardia civil en la provincia de Huesca hasta retirarse con 50 años, había cambiado su turno con otro compañero que tenía un bautizo y él solía trabajar en Balay, no en la GM. Para comprender esa situación de desazón, Jesús describe que la noche del atentado mortal recibieron en casa "a un señor de la General Motors" para decirles: ha sido un intento de atraco, no les pagaremos nada porque era de una empresa de seguridad y la GMse desentendía del asesinato.

"Ocurrió el atentado en pleno debate social en Aragón sobre la llegada de la GM a Zaragoza porque se decía que podían fabricar hasta tanques. Era lógico no difundir el atentado contra la General Motors o si pretendían el secuestro de un directivo, pero nosotros queremos saber qué se investigó entonces", reclama Jesús Argudo. "Mi padre cumplía su trabajo y si el objetivo de la banda era el secuestro de un directivo, lo que logró fue acabar con su vida", denuncia en la plaza de las Canteras, el corazón del barrio de Torrero, donde reside, aunque nació en Lupiñén y su madre, de 90 años, es de Bolea.

El reconocimiento como víctimas de terrorismo ha sido un calvario en todos los sentidos. El Ministerio del Interior se lo denegó en 1985 por presentarlo fuera de plazo, como el Consejo de Estado y el Tribunal Supremo en 1988. Solo el Defensor del Pueblo, Joaquín Ruiz Jiménez, los apoyó y recordó que el Gobierno Civil debería haberles facilitado un letrado para sus peticiones. Pero la familia de Soledad Périz (la viuda) estaba desvaída. "No os imagináis el sufrimiento que pasamos como víctimas al sentirnos condenados, castigados y humillados por un motivo formal, un plazo", indica el hijo, en la semana que se cumplen 37 años del atentado.

Hasta 1999 no fueron reconocidos como víctimas de terrorismo y en el año 2000 recibieron la medalla en el Congreso de los Diputados. La Ley aragonesa de las víctimas del terrorismo tampoco los asumía hasta que se modificó y les acogió. El Memorial de Víctimas en Vitoria ya lo incluye. "En su entierro llovía y alrededor de su nicho veía amapolas y gamoncillos, un homenaje silencioso de la tierra que los hombres no le dieron", concluyó su hijo.

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