Heraldo del Campo

Desde los Andes a tierras turolenses

En la localidad turolense de El Pobo y en zonas de la comarca del Jiloca han surgido las primeras plantaciones experimentales de quinoa, el pseudocereal más afamado.

Campo de quinoa, poco antes de cosechar.
Miguel Ángel Pérez posa en su campo de quinoa, poco antes de cosechar.
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De los Andes a la Sierra del Poyo. El cultivo de quinoa, uno de los pseudocereales  actualmente con más reputación en el mundo de las dietas saludables, ha aterrizado en la provincia de Teruel. Lo ha hecho de manera experimental, si bien en una de las parcelas ya se ha logrado este año su primera gran cosecha. La altura de las tierras turolenses convierten a esta planta, habituada a la cordillera de los Andes, en una alternativa de futuro para mejorar la rentabilidad de las explotaciones agrícolas. Es, al menos, lo que piensan Miguel Ángel Pérez y un puñado de agricultores turolenses empeñados en sacar adelante este cultivo.


Pérez lleva delantera. Desde hace un lustro está inmerso en el mundo de la quinoa, ‘el súperalimento’ como se le denomina en diferentes sectores de la dietética por sus numerosas propiedades nutricionales. La actividad se centró en los tres primeros años en el conocimiento del producto, con el que entró en contacto a través del viaje a Perú de un familiar. A partir de entonces la quinoa se convirtió en su pasión y lograr las mejores semillas, su principal objetivo. «La primera dificultad es conseguir semillas de calidad que se adapten a las condiciones climáticas de este territorio», explicaba el agricultor.


De hecho, el deficiente género al que se suele acceder en España y la climatología de la zona son algunos de sus grandes enemigos y las razones por las cuales otros agricultores no han podido hacerla prosperar. «La planta resiste bien el frío, pero no las heladas, porque es un cultivo de verano, pero la principal dificultad es el calor. A partir de 38 grados, la flor se abre», explica Miguel Ángel Pérez, quien, además, destaca la presencia de chinches y ciertas plagas entre sus elementos más dañinos.


Él ha conseguido subsanar estos problemas con años de estudio e información a través de una red de contactos con expertos en internet. Esto fue lo que hizo que un grupo de investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid iniciara en sus fincas un proyecto de colaboración que ha permitido realizar ensayos con más de veinte variedades diferentes de quinoa hasta dar con el material más adecuado. Su dedicación ha dado los frutos este año, con una cosecha que ha terminado hace unos días  en una superficie de 1,5 hectáreas. «Me interesa ir poco a poco, más calidad que cantidad, y por eso creo que he logrado un grano similar al importado», explicaba.


La quinoa puede ser en los campos del altiplano turolense el perfecto sustituto del girasol, porque, según cuenta Pérez, la variedad de ciclo corto tiene, entre otras ventajas, la posibilidad de acortar entre quince días y un mes los plazos de cosecha con respecto a aquella herbácea. Por otro lado, no necesita de maquinaria específica para su siembra y recolección. Se puede utilizar la misma que la de los cereales. Y ya, para rematar, el precio de este producto llegado de ultramar es mucho más elevado que el del girasol y encima presenta muchas más salidas comerciales.


El agricultor asegura que su objetivo más inmediato pasa por duplicar la producción el año que viene. Pero su gran reto consiste en seguir trabajando para «encontrar la variedad que mejor se adapte» a las condiciones de las tierras turolenses y con la máxima calidad. «No es fácil –concluye–, y de hecho hay mucho fracaso».

El súper alimento para celíacos
El agricultor Miguel Ángel Pérez recuerda que la quinoa es «una auténtica bomba nutricional». Considerada un pseudocereal de hoja ancha, si bien de la misma familia que las espinacas, contiene, según los expertos, todos los aminoácidos esenciales para el organismo humano. Y, además de carecer de gluten, algo que hace que esta planta sea apta para los enfermos celíacos, posee unos índices glucémicos muy bajos, cualidad que la convierte en ideal para los diabéticos.


Pérez considera que su fama en el campo de la alimentación «está más que justificada», pero estima sus precios demasiado elevados, algo que podría subsanarse, a su juicio, con un aumento de la producción española. «Casi toda la quinoa que se consume es de importación. Hace unos años era muy difícil de conseguir, con precios que alcanzaban los 13 euros el kilo. Pero ahora está por la mitad en supermercados», indica. Sus salidas comerciales «son tremendas», dice el agricultor, ya que también se la disputan en el campo de la cosmética las industrias francesa y japonesa.


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