Pinilla: «Rechacé un pacto porque debía mentir y arrastrar con falsedades a otros inocentes»

La exalcaldesa de La Muela utilizó la última palabra para admitir que pudo cometer «errores» pero «no delitos».

María Victoria Pinilla, observada por su familia y amigos, se dirige a la sala del juicio.
María Victoria Pinilla, observada por su familia y amigos, se dirige a la sala del juicio.
José Miguel Marco

El juicio por el caso de La Muela quedó ayer visto para sentencia. Han sido treinta largas sesiones, pero la principal imputada, María Victoria Pinilla, aún no había hablado ante el tribunal. Y no porque no le ofrecieran la oportunidad de hacerlo, sino porque ella misma se negó a declarar al considerar que estaba "desasistida legalmente". En el uso de su derecho a la última palabra, explicó que su intención nunca fue no contestar a las preguntas y quiso precisar que si hubiera sabido entonces de las consecuencias de su decisión, habría declarado. "Lo habría hecho aunque fuera de cualquier manera", manifestó.


La acusada expuso que llegó a ese extremo tras rechazar el que llamó "pacto del miedo", que había planteado su anterior abogado, José Antonio Visús. "Me dijo que era un acuerdo muy favorable que exoneraba a mis hijos y salvaba mi patrimonio", recordó. "A fecha de hoy sigo sin conocer los términos exactos de ese pacto, aunque luego supe que pasaba por aceptar una pena de más de 7 años de cárcel, no exoneraba a mis hijos y suponía la pérdida de mis bienes", dijo. "Y por si eso no era bastante, tenía que mentir y arrastrar con falsedades a otros acusados inocentes".


A lo largo de este macrojuicio se ha intentado probar el carácter delictivo de la gestión de Pinilla al frente de la alcaldía de La Muela, el origen ilícito de su patrimonio y el de su familia, también el de otras 35 personas, entre familiares, exconcejales, empresarios y otros profesionales.


Como el día anterior hizo su abogado de oficio, Santiago Palazón -a quien agradeció su trabajo y el de su despacho- mantuvo que nunca ha tenido conciencia de haber hecho algo "reprochable" durante los 24 años que estuvo al frente de la alcaldía de La Muela.


"Yo siempre he querido hacer las cosas legalmente, y creo que se ha demostrado sobradamente en estos días. Estoy convencida de que así ha sido, otra cosa es que hayan podido cometerse errores, todos humanos, pero no delitos. Errores que no están tipificados en el Código Penal, señorías", afirmó."Actuar correcto y legal"

Tras contar que lleva toda su vida trabajando y que "desde bien joven" le pareció una "buena ocupación" trabajar por su pueblo, añadió que "todo lo ha hecho" en el convencimiento de estar actuando "correcta y legalmente". Recordó que las cuestiones legales las llevaba el secretario y el abogado, las económicas la intervención y las técnicas los arquitectos y aparejadores. "Si en algún momento eso no bastaba, buscábamos ayuda fuera", expuso.


Mencionó que un buen día -"como la vida trae a veces lo inesperado"- llegó a La Muela Julián de Miguel, empresario también acusado que a través de la sociedad Aranade gestionó el urbanismo de La Muela desde 1997 a 2011 y puso en marcha "proyectos estrella", como Urcamusa o el polígono industrial, ambos objetos de este juicio.


Añadió que con el paso del tiempo se empezó a dar cuenta de que La Muela "comenzaba a hacerse grande" y que "molestaba" a otros que tenían "otros intereses" y que la actividad política que ella desarrollaba podía "ensombrecer" sus aspiraciones. "No tanto por mérito mío -precisó- sino por el demérito de ellos, de los integrantes de un partido político al que yo me adscribía, pero que no formaba parte de él".


Tras hablar de la envidia como la "peor enfermedad" -"en especial en esta región"- destacó que ella nunca "pidió nada", aunque sí que aceptó (y su equipo de gobierno) subvenciones para fiestas, festejos taurinos y otras actividades. "Nunca he tenido la conciencia de que eso fuera reprochable, y no he vacilado en llamar a la puerta de quien pudiera ayudarme a mejorar las cosas en la Muela", subrayó. "Ahora sé que, según quién y de qué manera las mire, son consideradas reprochables".


Además de agradecer el cariño de sus hijos y pedir al tribunal que libere los 264.000 euros de su madre, de 90 años -"y que lleva varios inviernos calentándose con placas de butano"-, dijo que ahora esperaba la "sentencia más importante de su vida terrenal". "Pero ahora los votantes son ustedes, señorías, y por lo que he explicado antes, yo no he podido hacer campaña electoral".


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