Aragón pierde en una década 10.000 hectáreas de viñedo y huerta

La falta de rentabilidad y el ajuste de los precios hacen que cada vez menos agricultores se dediquen a estos cultivos.

Viñedos de Cariñena
Viñedos de Cariñena
Heraldo.es

El campo aragonés está perdiendo en diversidad, y a todo parece indicar que lo seguirá haciendo en los próximos años. Durante la última década los viñedos y muchos de los productos clásicos de la huerta han retrocedido en el mapa agrario de la Comunidad de la mano de una caída de rentabilidad y la apuesta de muchos agricultores por el cereal y otros cultivos extensivos, que pese a que siempre han tenido un gran peso en Aragón, se han acrecentado en los últimos tiempos ocupando estos terrenos.


El viñedo es el gran perdedor en esta terna de superficies. En la actualidad, según los últimos datos ofrecidos por la Encuesta de Superficies del Magrama, Aragón acoge 36.750 hectáreas de vid, son prácticamente 8.000 menos que las que había hace una década, cuando la viticultura comenzó a repuntar con fuerza tras años de arranques gracias al auge de las Denominaciones de Origen y las marcas asociadas al vino.


Sin embargo, parece que este particular 'boom', si bien se sigue manteniendo con más o menos suerte cuando el producto llega a la copa, ha quedado atrás para los viticultores. “Hubo varios años en los que mucha gente apostó por entrar en la viña, pero las últimas temporadas se ha recorrido un camino inverso, principalmente porque ha bajado la rentabilidad y viticultores que se han jubilado no han encontrado relevo generacional”, explica Isabel Lisa, representante de Uaga del sector vitivinícola, y que trabaja viñas en el Somontano.


No obstante, la intrahistoria de la reducción de la superficie de viñedo no es solo cosa de los últimos años. Desde hace varias décadas el consumo de vino en España y Europa ha ido decreciendo de forma continuada, lo que ha hecho que cada vez se reduzcan más sus hectáreas, algo que también se ha apuntalado por el condicionante de que a día de hoy el avance de las técnicas y el tratamiento del campo permite sacar más rendimiento a menos cantidad de terreno.


Todo ello ha provocado que el mundo del vino haya pasado en las últimas fechas su particular crisis, y no tanto por los avatares económicos, sino por la generación de excedentes. “Esta campaña muchas bodegas habían empezado la vendimia con mucha botella aún por vender”, explican también desde el sindicato Asaja para ilustrar la situación, que no obstante las bodegas y Denominaciones de Origen aragonesas están pasando con mejor pie que otras zonas del país gracias a la exportación.


A esto se suma también que el viñedo es junto con la fruta y las hortalizas uno de los cultivos que no cuentan con ayudas directas a cargo de la PAC y además requieran de una importante mano de obra en las épocas de recogida, lo que hace que muchos agricultores se decidan a apostar por cereales o forrajes, que pese a requerir una gran inversión, tienen ayudas y no son tan exigentes. “Aquí particularmente en el Somontano ha habido mucha reconversión de la vid a terrenos de cereal. Es una tendencia al alza”, explica la representante del Uaga, que cree que en particular la viticultura “está pasando por un periodo de autorregulación” del que espera salir con buen pie.

El punto de no retorno de la huerta tradicional


En una situación similar a los viñedos se encuentran las hortalizas y verduras. La huerta más tradicional y típica lleva décadas perdiendo terreno, aunque en este caso, provocado también por la expansión de las ciudades y los municipios. Una muestra inequívoca es la huerta zaragozana, que en solo una década ha perdido más del 90% de su dimensión y que a pesar de los intentos por dinamizarla, parece no levantar cabeza.


José Manuel Calle es el presidente de la Asociación de Hortelanos de Zaragoza. Tiene una huerta en la Cartuja cuyos productos vende directamente al detallista sin intermediarios. Así evita en parte la cadena que hace que, de la huerta a la mesa, los alimentos multipliquen varias veces su precio sin que el agricultor sea partícipe de esa plusvalía. Pero pese a esto el panorama no es alentador. Cuando entró en la asociación que ahora preside hace 25 años eran más de 600 agricultores socios del entorno de la capital. Ahora solo quedan 26.


“En los últimos años se ha hablado mucho de los huertos urbanos, que está muy bien, pero no de la agricultura profesional. Nosotros seguimos estando en la misma situación que nos ha llevado hasta aquí”, se lamenta. En su opinión, la huerta zaragozana acabará desapareciendo irremediablemente si no se hace por impulsarla de forma clara.


Un síntoma que es claro espejo de la reducción de superficie que han tenido en la Comunidad algunos productos tan habituales como el tomate (de 744 hectáreas en 2005 a apenas 148 en la actualidad), a pesar del auge de variedades como el tomate rosa de Barbastro.

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