“Mi hijo y yo tenemos que vivir de Cáritas porque con 212€ no da”

Pilar volvió del extranjero hace un año y desde entonces no ha encontrado un trabajo estable.

“Volver a tu país y no tener nada”. Este sentimiento de desprotección persiguió a Pilar, nombre ficticio, durante los tres meses que tardó en que el Gobierno le reconociera el tiempo trabajado en el extranjero. Esta mujer de 41 años se marchó al norte de Europa en busca de un empleo después de ver que en España no tenía oportunidades. “Se me terminó el contrato y cuándo vi que se me acababa el paro, decidí irme. Sin embargo, por cuestiones familiares, tuve que volver a Zaragoza”, explica.


Durante cinco años estuvo trabajando y cotizando, pero este tiempo poco le ha servido en España. Cuando ella y su hijo, de 20 años, llegaron a Zaragoza, tuvieron que esperar tres meses hasta que les reconocieron el paro acumulado. “Ha sido un año muy complicado, ya que nunca te esperas que al volver a tu país te encuentres en la calle”, recalca. Además, destaca que desde un primer momento los asistentes sociales le indicaron que, en su caso, no había más opciones que esperar a que le dieran el paro. “Al tener un hijo mayor de edad pierdes el derecho a muchas prestaciones”, puntualiza.


Ahora, el paro se le ha terminado y está a la espera de que el próximo mes le aprueben una ayuda de 212 euros. “Hemos vivido gracias a Cáritas. Ellos nos dan de comer, nos pagan la casa y la luz. Sin ellos no habría sido posible”, subraya.


Durante toda su vida, Pilar ha trabajado en el comercio, en la hostelería y en el sector de la limpieza, entre otros. “En este año he estado buscando todas las opciones posibles: he dejado currículos, he enviado otros por internet..., pero es imposible encontrar un trabajo medianamente estable”, recalca. De hecho, en verano tuvo algunos empleos temporales, “pero nada con lo que se pudiera vivir”.


Sin embargo, no pierde la esperanza. “Cuando estás sola con tu hijo y ves que no tienes nada y que vives gracias a la ayuda que te prestan otros, tienes que ser optimista porque sino no sales adelante”, repite en varias ocasiones. Por ello, espera que, con el tiempo, la situación económica vaya mejorando y pueda encontrar un empleo con el que vivir y poder pagar los estudios de su hijo.

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