Un 41% de los celiacos está más de cinco años con síntomas antes de tener un diagnóstico

?El 1% de la población sufre esta dolencia, pero por cada afectado reconocido hay siete que no saben que lo son.

Eva Gonzalvo, en la sede de la Asociación Celíaca Aragonesa.
Eva Gonzalvo, en la sede de la Asociación Celíaca Aragonesa.
aránzazu navarro

Pérdida de visión, fatiga, diarreas crónicas y jaquecas que provocaban bajas laborales de varios días. Estos son solo algunos de los síntomas que Eva Gonzalvo, una zaragozana de 44 años, sufrió durante lustros hasta que le diagnosticaron que era celíaca, después de un largo periplo que la llevó por diferentes especialistas médicos que no encontraban explicación a sus síntomas.


"Hace dos años, cuando me dieron el diagnóstico definitivo, volví a nacer y puedo llevar una vida normal, sin dolores, sin bajas médicas, pero condicionada por los alimentos que puedo tomar", afirma.


El suyo no es un caso aislado, ya que al menos un 41% de las personas que luego son catalogadas como celíacas han estado más de cinco años con síntomas pero sin tener una valoración de su dolencia. Además, un 16.3% no se hace ninguna revisión una vez diagnosticados, cuando lo recomendado es hacerla anualmente o cada dos años para comprobar los marcadores y ver si se está siguiendo correctamente una dieta sin gluten.


Al menos así se refleja en los resultados provisionales del proyecto Psycho-Cd, una investigación llevada a cabo por el psicólogo Ricardo Fueyo, investigador de la facultad de Medicina de la Universidad de Zaragoza, con la colaboración de la Asociación Celíaca Aragonesa.


El objetivo de este estudio, cuyos resultados definitivos se darán a conocer en la primavera de 2016, es conocer cómo es el enfermo celíaco en Aragón y qué factores son los que facilitan una mejor adherencia a la dieta sin gluten. Para ello, se han encuestado a más de 300 pacientes celíacos de toda la comunidad.


En el caso de Eva, hasta dar con el diagnóstico adecuado tuvo que pasar por numerosas consultas y especialistas, en un recorrido sin fin. "Desde muy pequeña tuve jaquecas y cuando tenía 15 años sufrí episodios de hinchazón que me hacían pasar de la talla 38 a la 42 en unas horas. Tuve serios problemas de visión que me hicieron ir continuamente al oftalmólogo y lo peor de todo fueron las migrañas, que me incapacitaban hasta el punto de tener que coger la baja", matiza.


Antes de dar con su celiaquía le diagnosticaron intolerancia a la lactosa y, aunque su calidad de vida mejoró al dejar de tomar lácteos, muchos problemas continuaron. Hace dos años, por fin, le hicieron las pruebas y el resultado dio positivo.


"Desde la Asociación Celíaca Aragonesa pedimos que haya una mayor concienciación por parte de los profesionales de Atención Primaria, algo que ya ocurre con los pediatras, porque, con un diagnóstico más rápido, se evitaría el sufrimiento físico y psicológico de los pacientes y también se ahorraría en gastos ya que disminuiría el numero de bajas laborales y el coste sanitario que supone de ir de consulta en consulta para encontrar el diagnóstico adecuado", apunta Carmen Tricas, presidenta de esta entidad, quien recuerda que hay estimaciones que aseguran que el 1% de la población está afectada por esta dolencia, pero que por cada celíaco diagnosticado hay siete que no lo están.


Limitaciones sociales

A sus problemas físicos los celiacos tienen que hacer frente a numerosas limitaciones, sobre todo a la hora de comer fuera de casa, ya que, según el estudio, casi el 60% hace menos de cinco comidas fuera de su casa al mes, incluyendo desayunos.


"En un restaurante normal es un lujo poder comer algo más que una ensalada o filete a la plancha porque para ellos resulta todo un trastorno elaborar platos sin gluten. Lo que si podrían hacer es poner soluciones más sencillas, como biscotes de pan sin gluten para acompañar a productos que si podemos comer, como jamón o queso", indica Eva Gonzalvo.


Otros datos apuntan a que la mayor parte de las limitaciones surgen al viajar (83.6%) o al comprar los productos adecuados (12,9%). Y es que, según algunos estudios, la cesta de la compra de una persona celíaca se incrementa en 1.500 euros al año. "Esta situación es especialmente gravosa en aquellas familias con más de un miembro afectado, lo que ocurre con cierta frecuencia, ya que en esta dolencia existe un condicionante genético muy importante", afirma Ricardo Fueyo.


En este sentido, el 17% de los encuestados asegura que la disponibilidad a la hora de encontrar productos manufacturados es mala, porque "no es lo mismo comprar alimentos sin gluten en una gran ciudad, que en un pequeño pueblo".

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