A vueltas con el uso de los antibióticos

Un grupo de farmacéuticas y pediatras trabaja desde hace años para conseguir la racionalización de estos fármacos en los niños y mejorar su utilización.

El equipo de profesionales que ha trabajado en el proyecto
El equipo de profesionales que ha trabajado en el proyecto
Heraldo

Nadie duda de la eficacia de los antibióticos para combatir determinadas enfermedades, pero los médicos son cada vez más conscientes de que su prescripción tiene que ser en su justa medida, sobre todo, entre la población infantil. Un grupo de farmacéuticas y pediatras aragonesas de Atención Primaria llevan ya varios años trabajando para conseguir una mejor utilización de estos fármacos y solo con talleres de formación han conseguido resultados muy positivos.


La primera sorpresa que se llevaron las expertas que lideran este proyecto es que Aragón partía con ventaja respecto a otras comunidades. El consumo de antibióticos se encontraba ya por debajo de la media nacional. Si en España se administran 25 dosis diarias por cada 1.000 habitantes, en Aragón no se llegaba a las 20. "Pero aunque partíamos de esta realidad positiva, siempre se puede mejorar", apunta Cristina Carcas, una de las farmacéuticas que ha trabajado en el plan. De hecho, tras su iniciativa, se consiguió al año reducir la ratio a 14,36 dosis por cada 1.000 niños.


¿Pero cómo lograron mejorar esta tasa inicial? Las especialistas invitaron a 86 pediatras de Atención Primaria de dos sectores de Zaragoza a participar en unos talleres de formación con el objetivo de mejorar la prescripción de antibióticos entre los niños.


En las sesiones, se divulgaron unas guías prácticas con información de cuándo prescribir o no un antibiótico, hasta cuándo se puede esperar y qué fármaco es el más adecuado para determinadas enfermedades. "Además, lo que buscábamos con este proyecto era evitar la variabilidad entre pediatras. Que hubiera un criterio más unánime a la hora de prescribir", explica Pilar Lalana, pediatra de Atención Primaria, que recordó que en las reuniones se hizo hincapié en que los profesionales utilicen las herramientas que están a su disposición para confirmar su diagnóstico.


Es el caso, por ejemplo, del test rápido faríngeo. "Esta prueba se hace cuando el facultativo está convencido de recetar antibióticos. La prueba confirma si está en lo cierto porque el niño tiene una bacteria o simplemente es un virus y hay que descartar el antibiótico", confirma Lalana.


Una de las carencias que han detectado en estos años los especialistas es la falta de educación o formación por parte de la Administración a los padres. Son también ellos, según apuntan, los que tienen parte de responsabilidad en el consumo de los antibióticos. Muchas veces son los que insisten en la prescripción de este tipo de fármacos ante su preocupación por la salud de los pequeños. Por ello, en las charlas se repartieron también hojas informativas para que los pediatras las distribuyan entre los padres para que tengan información de los pros y contras de esta medicación.

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