Más madera

"Una divisa devaluada consigue reanimar la economía y los precios, disminuyendo el coste de la deuda".

"Es la guerra, ¡traed madera!, ¡más madera!", frase mítica de los Hermanos Marx en una de sus célebres películas en la que, con el fin de llegar los primeros al Registro de la Propiedad del inexplorado Oeste, alimentan la máquina de vapor con cualquier elemento del tren que fuera de madera.


Esta escena es la que me ha venido a la cabeza a la vista de los movimientos que, desde comienzo de año, hemos visto por parte de numerosos bancos centrales. Suman más de 15 los países que han bajado los tipos de interés. A la cabeza Dinamarca que, tras la vuelta del franco suizo al mercado (llevaba dos años intervenido por el banco central), ha "sufrido" una fuerte entrada de divisas. Son cuatro ya las bajadas de tipos que acumula el banco central danés.


La estrategia es sencilla, una divisa devaluada consigue reanimar la economía y los precios, disminuyendo el coste de la deuda. Una moneda débil consigue mejoras competitivas de las exportaciones. Desde el lado importador de productos, esto supone un encarecimiento de los mismos y por lo tanto inflación. Hasta esto es positivo en economías como las europeas donde el principal riesgo ahora mismo es la deflación. Es por ello que una divisa solo debería depreciarse contra otra que tenga inflación, como ha sido el caso del euro con respecto al dólar (20% desde los máximos del año 2014).


Distinto es el caso de Australia o Suiza. El movimiento de Australia pretende reducir la presión sobre los precios de las materias primas que exporta y el de Suiza (como Dinamarca) frenar la apreciación de su divisa.


No hay que olvidar que estas políticas se configuran como juegos de suma cero: las ganancias de uno suponen las pérdidas de otro. Podemos ver beneficios de este tipo de estrategias en el medio plazo, pero en el largo plazo, como dice una frase mítica: "Hay triunfos que empobrecen al vencido, pero no enriquecen al vencedor".