Caleidoscopio abre 2015 en el Teatro Principal con 'El abrigo de Yorick'

La compañía zaragozana celebra sus 30 años sobre el escenario de la capital mientras Los Navegantes atracan en el Mercado.

La compañía zaragozana Caleidoscopio Teatro está celebrando su 30 aniversario sobre los escenarios y, a modo de homenaje, son los encargados de abrir la programación del Teatro Principal de Zaragoza con su montaje ‘El abrigo de Yorick’, una propuesta dirigida tanto al público infantil como al adulto que aúna diferentes lenguajes que son señas de identidad de estos artistas como máscaras, sombras, gigantes, cabezudos y pantomima.


Este arranque escénico de 2015 en la capital tiene sabor aragonés por partida doble. En el escenario del Mercado, Jesús Pescador, de Los Navegantes (antes Pingaliraina) presenta su último montaje, ‘Vendo pitos, vendo flautas’, una obra que recopila historias navideñas tradicionales del Pirineo aragonés acompañadas por la música de ocho instrumentos de la tierra.


Han pasado tres décadas desde aquella primera función con la que debutaron los fundadores de Caleidoscopio en Samper de Calanda un 29 de junio de 1984. Hasta junio van a seguir inmersos en los festejos de su trigésimo cumpleaños, pero la cita que desde hoy y hasta el domingo tienen en el Principal es una de las más importantes de su calendario. Hace ahora un año estrenaron las aventuras de Yorick, un personaje que aparece en el ‘Hamlet’ de Shakespeare (el bufón de la corte), y su compañero de andanzas Tubitos.


"A lo largo de 2014 el espectáculo se ha ido puliendo y cogiendo ritmo y, sobre todo, hemos podido ir adaptándonos a las reacciones del público, que es como las obras se van haciendo", explica Azucena Gimeno, directora artística del montaje junto a Roberto Barra. Ambos son los dos actores que se ocultan bajo los cabezudos de estos dos muñecos creados por el artista Sergio Abraín.

Un viaje surrealista


Todo comienza con una interpretación muy personal de un texto de Shakespeare, de ‘Enrique V’, que habla de la musa de fuego que invoca al público a poner en marcha su imaginación. A ello ayuda una marioneta gigante que alcanza los cuatro metros de altura. El abrigo de Yorick y su maleta, que en más de un momento recuerda a Groucho Marx; la escena de la loca barbería o una nariz aventurera que decide recorrer mundo, son algunos de los momentos más especiales de este onírico viaje. Una docena de pequeñas historias en las que sobran las palabras, se van entrelazando y por ellas desfilan 70 personajes y elementos de todo tipo.


‘El abrigo de Yorick’ es su particular reivindicación de la figura del bufón y, como cuenta Azucena Gimeno, en esta ocasión han profundizado "con nunca hasta ahora en el mundo del ‘clown’". El montaje cuenta, además, con guiños a grandes artistas como Nikolái Gógol, Samuel Beckett, Rodari o el propio Shakespeare.


Yorick y Tubitos llegan al Principal después de haber viajado por localidades aragonesas como Jaca y Ejea de los Caballeros y haber protagonizado una campaña escolar en Zaragoza. También han visitado los festivales de títeres de Bilbao y Logroño.

Cuentos de un músico ambulante


‘Vendos pitos, vendos flautas’, que Jesús Pescador presenta desde hoy y hasta el domingo en el Mercado, no es una historia propiamente autobiográfica, pero sí tiene algo que ver con las temporadas que pasó en Bagüés, un pueblo de la Jacetania.


La narración se inicia cuando un joven regresa a la casa abandonada de la familia y encuentra algunos viejos instrumentos de su abuelo, uno de esos músicos ambulantes que iban de aldea en aldea. Jesús Pescador tuvo un abuelo músico en la zona de Ateca y el guitarrico que utiliza en la función lo heredó de él.


"La obra es una recopilación de historias tradicionales, sobre todo del Pirineo y de tema navideño, en las que rememoro cómo transcurría la vida de antaño a través de las diferentes edades de una persona y las estaciones del año", comenta Juan Pastor. Además interpreta melodías con ocho instrumentos que va desempolvando: gaita aragonesa, zanfoña, chiflo y salterio, violín, guitarrico, rabel, laúd y trompa. El espectáculo sirve también de presentación de estos a los más pequeños.


Las leyendas están pobladas de invitados inesperados, como alguna bruja de rondón, algún diablillo de tapadillo y hasta alguna culebra maliciosa pero tontorrona que solía aparecer cuando nacía un bebé.


"Es un espectáculo muy participativo, en el que pregunto a los niños y ellos me contestan e interpelan cuando les asalta alguna duda", dice Jesús Pescador. Aunque está ideado para los más pequeños, escasamente dura una hora, también los adultos suelen disfrutar con él. "Es muy enriquecedor cuando al final de la función se acerca alguna persona mayor y me explica que él conocía esa historia o que en su pueblo se contaba otra variante. Es una forma muy satisfactoria de saber que les llega nuestro trabajo".