"Goya fue el primer y el mejor reportero de la historia"

En tiempos en que al personal no le gusta pintar nada y prefiere el anonimato como forma segura y bóvida de vida, a Natalio Bayo le ha dado por pintar.

Pinta tanto que ha sido galardonado por el Gobierno de Aragón con el premio Aragón Goya. ¿Dónde ubicamos el principio de su principio?

Nací en Épila. Mi padre era ganadero. Nos trasladamos a Tudela cuando yo solo tenía dos años. Estudiaba en los jesuitas y allí empecé a pintar. Recuerdo que con ocho años un cura me dijo que podía pintar en todas las pizarras, que lo hacía muy bien. Se llamaba Hamsi.

¿Hamsi?

Sí, Hamsi. Era el acrónimo de Hermano Adrián Martínez de la Compañía de Jesús. Aparecía en las fotos antiguas del ‘Diario de Navarra’ y todo. Era un genio Hamsi. Cuando yo tenía 11 años, falleció mi madre y bajé a Zaragoza a vivir con mi abuela Dolores. Pasé a estudiar en los jesuitas de la plaza de Aragón. También empecé a trabajar en un taller de orfebrería en la plaza de San Francisco. Luego, en la agencia de publicidad Bellca. Y después de la mili, en Bardon Art, en Barcelona. Corría 1968.

Comenzaron a llover los premios...

El primero fue el San Jorge de Pintura de la Diputación Provincial. Yo apenas tenía 24 años. Llegó el premio María Blanchard, de Santander, para artistas jóvenes. Y después el Castellblanch, que me permitió ir a Italia en 1970. Italia constituyó una experiencia maravillosa.

Italia: arte en todas las esquinas...

El renacimiento de Florencia, el barroco veneciano... Florencia me enamoró especialmente. Comía en una ‘trattoria’ a cambio de dibujos. El Renacimiento fue algo único.

Miguel Ángel, Leonardo, Rafael... Complicado reunir tanto talento en un mismo tiempo.

Probablemente, irrepetible.

Regresó a España. Y empezó a pintar palomas.

Siempre he pintado palomas: palomas presas, amordazadas, atadas...

Picassiano a tope...

Quienes tenemos el enorme privilegio de reflejar nuestro pensamiento, tenemos la responsabilidad de hacerlo. Los gurús de ese tiempo en el arte apostaban por la pintura abstracta. Yo, no: eran palomas de un tiempo inmediatamente anterior a la Transición.

Luego le dio por los dragones.

San Jorge fue el elemento iconográfico de la Transición aragonesa. Y está íntimamente relacionado con el dragón. El gobierno de Santiago Marraco hizo una campaña en la que todas las vallas eran cuadros míos de dragones y san jorges.

Después llegaron los bestiarios.

Hice con Javier Tomeo, con Antón Castro y con el premio Nobel de literatura Tomas Tranströmer. También, trabajos con Guillermo Fatás, Gonzalo Borrás y las canciones de amor de Labordeta. E ilustraciones para Gunnar Ekeloff, un reconocido poeta sueco.

Hasta que llegó el premio Aragón Goya.

Representa una satisfacción doble. Por un lado, Aragón, que es mi tierra. Y por otro, Goya, que es un genio universal nacido en mi tierra.

Qué decir de Goya...

Un reportero genial.

¡¿Goya reportero?!

Por supuesto. Goya fue el primer reportero de la historia. Reflejó como nadie un tiempo, una época. Y lo hizo con una precisión y una fidelidad extraordinarias. Dejemos a un lado los encargos, los retratos, y eso que era un gran retratista. Los caprichos, disparates, desastres de la guerra, las pinturas negras son críticas feroces a un tiempo, al momento que le tocó vivir. No solo fue el primer reportero, sino el mejor reportero.

En el XVIII y el XIX hubo otros pintores de gran fama...

Sí, pintores de gran fama cuyos cuadros duermen ahora en los sótanos de los museos... Goya sigue siendo absolutamente vigente.

El premio Aragón Goya se lo entregó Luis Fernanda Rudi. Rudi premiando a un socialista...

Milité en el PSA, pero de eso hace mucho tiempo. Nunca milité en el PSOE. Rudi me trató de forma exquisita. También es cierto, como le he dicho antes, que el gobierno de Santiago Marraco apostó por mi proyecto en la campaña de San Jorge y el dragón. Y también que durante el último gobierno socialista de España, Zapatero me llamó a la Moncloa para encargarme unos grabados.

¡Hasta ZP! Está de moda Natalio Bayo...

Llámelo como quiera, pero solo soy un pintor feliz con su oficio.