Mucho más que una mascota

El martes se presenta ‘Ángeles de cuatro patas’, un libro de David Rozas que cuenta cinco historias de personas que necesitan perros de asistencia. Manolo y Brisa muestran cómo se puede vivir atendido por un animal.

Brisa corre a apretar el botón de socorro si Manolo le dice «¡Llama!».
Mucho más que una mascota
Guillermo Mestre

Brisa tiene 7 años y medio y conoció a Manolo Sánchez y a Ana Gracia, de 52 y 45 años respectivamente, cuando era un cachorro de poco más de un mes de vida. Es cariñosa y, sobre todo, efusiva. Nunca se cansa y le encanta jugar con todos los miembros de la familia. "Su momento favorito del día es cuando estamos todos juntos en el sofá y ella se pone en medio", dice entre risas Ana.


Cuando los mellizos, Alejandro y Daniel, eran pequeños, les encantaba tumbarse en el suelo apoyados en Brisa para descansar. Ahora tienen 17 años y siguen queriéndola y cuidándola. De todas formas, ella siente predilección por Manolo y jamás se separa de él. Y es que Brisa está entrenada como perro de asistencia y se encarga de atender a su dueño las 24 horas del día. Esta golden retriever protagoniza uno de los cinco relatos que aparecen en el libro ‘Ángeles de cuatro patas’, escrito por David Rozas, zaragozano premiado en el certamen Enrique Jardiel Poncela en 2012, y que se presenta el martes 25 de noviembre en el centro Ibercaja Actur, (Antón García Abril, 1) a las 18.00. En este trabajo, Rozas narra cinco historias basadas en casos reales -con muy pequeñas modificaciones-, a través de las que explica la labor de cinco perros de asistencia y cómo han influido en las vidas de sus dueños.


Lo que se recaude con la venta se destinará al programa Idea, que cubre parte del valor de estos perros para las personas que los necesitan. Además de Manolo, que quedó tetrapléjico tras sufrir un accidente, Rozas relata el caso de un diabético, un diagnosticado del espectro autista, un afectado por la tetraparexia (parálisis de las extremidades) y un tratamiento de fobias. "Todos tienen un denominador común: el perro", explica el autor, que afirma sentirse "muy orgulloso" de esta obra.


Este proyecto se puso sobre la mesa hace dos años, cuando Paco Martín, adiestrador y gerente de Canem, manifestó su intención de plasmar en un libro las historias que hay detrás del adiestramiento y educación de perros de asistencia. "Paco no quería hacer nada técnico: quería mostrar el lado más humano de las terapias", expresa Rozas. Él define cada historia como "un giro de 180 grados" en la vida de los protagonistas gracias a la labor del perro.


El gerente de Canem opina que un libro así es "necesario para que la gente conozca lo que pueden hacer estos perros", que no es poco. El proceso de adiestramiento es "minucioso", explica Martín, y empieza por seleccionar cuidadosamente al cachorro, darle un crecimiento "feliz en una familia de tutela" y finalmente "adiestrarlo dependiendo de la necesidad".


"Estoy orgulloso de ella"


"Es una más de la familia", explica Manolo. Y no hace falta que lo jure, ya que cada vez que Brisa le ayuda en algo o hace el más mínimo gesto, él se deshace en halagos y piropos hacia ella. Aunque se quede tumbada en el suelo, siempre cerca de Manolo, reacciona al más mínimo sonido o llamada por si él necesita su ayuda. "Yo estoy toda la mañana solo con ella y no puede estar más pendiente de mí. La saco a pasear y me acompaña a todas partes", explica Manolo, que vive en una casa adaptada en Garrapinillos. Cuando lleva el peto de Canem, esta golden retriever puede entrar a los establecimientos con su dueño, aunque la gente "está más acostumbrada a que sean los invidentes los que llevan perros", apostilla.


Brisa, muy obediente, saca la ropa de la lavadora, apaga y enciende la luz, le acerca el teléfono, recoge las monedas que se caen al suelo, abre y cierra los cajones, le quita la cazadora y, en caso de necesitarlo, pulsa el botón de teleasistencia. Manolo está orgulloso de ella y de haber participado en su adiestramiento, llevado a cabo por Paco Martín. Pero esto no es todo. "Lo mejor que me ha dado Brisa es su cariño y su compañía, es una ayuda psicológica enorme", confiesa Manolo, que se siente halagado por poder mostrar al mundo su experiencia y su día a día a través del libro.