Cinco escuelas rurales han cerrado sus puertas este curso ante la falta de alumnos

Fañanás, en Huesca, Barrachina en Teruel y Atea, Monreal de Ariza y Jaulín, en Zaragoza, han sido las localidades afectadas este año.

Los niños de la escuela de Jaulín. Solo dos iban a seguir estudiando en el pueblo
Cinco escuelas rurales han cerrado sus puertas este curso ante la falta de alumnos
M.Navarro

El curso escolar 2014-2015 ha comenzado en Educación Infantil y Primaria en Aragón con 200 escolares menos que en 2013. Además, cinco colegios rurales han cerrado sus puertas ante la falta de alumnos –el mínimo exigido por la DGA es de 6-. Este es el segundo año consecutivo con descensos significativos provocados por la caída de la natalidad y la acuciante despoblación de las comarcas aragonesas.


De los 9.000 alumnos matriculados en las 300 escuelas rurales que se contabilizan en Aragón –según los datos de la DGA-, los de Fañanás, en Huesca, Barrachina en Teruel y Atea, Monreal de Ariza y Jaulín, en la provincia de Zaragoza, no han podido empezar el nuevo curso en sus habituales aulas y desde el pasado miércoles se desplazan hasta los colegios alguno de sus municipios vecinos. 


Álvaro Simón, de tercero de Primaria, y Aarón Ribero, de segundo, son los únicos niños que quedaban este año en la escuela de Jaulín, una pequeña localidad situada a escasos 28 kilómetros de Zaragoza. Sus hermanos, Isabel Simón y Adrián Ribero, acaban de empezar primero de la ESO en el Instituto Virgen del Pilar de la capital aragonesa. Su salto a la Educación Secundaria y la marcha del pueblo de una familia con cuatro hijos a mediados del curso pasado, sentenciaron el fin de esta escuela que llevaba tambaleándose más de una década. "Ha sido la crónica de una muerte anunciada", sentencia la teniente de alcalde de la localidad, María Pilar Burdío, quien reconoce que la triste noticia le hizo llorar. "Estudié en el colegio de Jaulín hasta sexto curso y mis hijos también han pasado por él. Cuando supe que las puertas se cerraban definitivamente la nostalgia me inundó. La sensación de abandono es terrible", lamenta Burdío. 


Desde el pasado miércoles, Álvaro y Simón estudian en el Colegio Público San Roque de María de Huerva –a 14 kilómetros-. Son sus padres quienes los llevan diariamente hasta allí, para lo que han recibido una subvención de transporte y comedor por parte de la DGA.


Ambos están contentos porque ahora tienen una clase más grande y "se pueden montar partidos de fútbol de verdad y no de dos contra dos", matiza Simón. Sin embargo, echan de menos a su antigua profesora y reconocen que preferirían seguir en el cole de su pueblo, especialmente Simón. Tanto él como su hermana Isabel han vivido siempre en la localidad. Mientras, los hermanos Ribero llegaron a Jaulín a mediados del curso pasado gracias a una oferta laboral recibida por sus padres. Los Ayuntamientos tratan de frenar el cierre, pero a veces es imposible

La escuela de Barrachina, en Teruel, solo contaba con cinco alumnos matriculados para este curso. La decisión de una de las familias de la localidad de escolarizar a dos de sus hijos en Calamocha, por cuestiones educativas especiales, ha sido lo que ha motivado el cierre. "Desde el Ayuntamiento hemos hecho cuanto hemos podido, pero hay decisión contra las que no se puede luchar", asegura Antonio Zabal, alcalde de la localidad. Este curso, los niños estudiarán en Calamocha y el Gobierno de Aragón asumirá los costes de comida y transporte, lo que supone un total de unos 21.000 euros al año. "Resulta más caro que mantener el colegio abierto", lamenta Zabal. 


En los municipios son conscientes de que cuando un colegio se cierra, la población y los servicios van en detrimento. En Jaulín, también aseguran haber hecho cuanto ha estado en su mano para evitar el cierre, "pero ha sido imposible". En su caso, la única esperanza es que una empresa interesada en iniciar su actividad en la localidad abra sus puertas próximamente y atraiga población con hijos para poder reabrir el colegio.  


En los últimos cinco años han cerrado 26 colegios rurales en Aragón

En los últimos cinco años han cerrado 26 colegios rurales en Aragón, según datos del Gobierno de Aragón. De ellos, diez ya no abrieron sus puertas el año pasado: Acered, Aranda de Moncayo, Torrijo de la Cañada y Añón de Moncayo (en Zaragoza); Pertusa (en Huesca); y Mezquita de Jarque, Orrios, Torrijas, Crivillén y Allepuz (en Teruel). Este año les ha tocado a Fañanás en Huesca, Barrachina en Teruel y Jaulín, Mezquita de Jarque y Atea en la provincia de Zaragoza. 


La tendencia demográfica es que los pueblos van perdiendo poco a poco población y, especialmente, la inmigrante, también ha caído en picado. En muchos casos, este tipo de familias de nuevos pobladores extranjeros son los que han permitido mantener abiertas algunas escuelas rurales.