Aragón cuenta con 130 empresas agroalimentarias menos que hace 10 años

Las pequeñas empresas son las que más han sufrido los cambios en este sector.

Andrés Maldonado, de Millán Vicente, empresa que exporta quesos a Australia, Japón o Kuwait
Aragón cuenta con 130 empresas agroalimentarias menos que hace 10 años

Los cambios en el consumo han hecho mella en la industria agroalimentarias aragonesas. Este sector ha perdido 130 empresas en la última década, un 8,2% del total, mientras que en el conjunto de las actividades hay un 6,4% más de sociedades, según los datos del Instituto Aragonés de Estadística (IAEST).


"La industria agroalimentaria soporta mejor la crisis", asegura José Ignacio Domingo, gerente de la Asociación de Industrias Agroalimentarias de Aragón (AIAA). El problema es que el 88% de las empresas aragonesas del sector son "microempresas", con a lo sumo un par de trabajadores, para las que es más difícil enfrentarse a nuevos retos.


Desde el inicio de la crisis, solo tres empresas aragonesas dedicadas a la elaboración de productos agroalimentarios con más de 20 trabajadores han cerrado. El resto se ha adaptado a una nueva situación, en la que vender para las cadenas de distribución y la exportación son fundamentales para la supervivencia.


"A las pequeñas empresas les cuesta más entrar, porque tienen menos recursos personales para invertir en temas de innovación, exportación y competitividad", indica. En esta última década, los hábitos de consumo han cambiado y las cadenas de supermercados son las principales compradoras, frente al pequeño comercio, por lo que a las empresas con menos trabajadores les cuesta más llegar al cliente.


Pero en el corto plazo, no parece que haya grandes avances en cuanto al consumo nacional. El sector sufre menos las crisis que otros, como la construcción, pero cuando llegan los buenos tiempos también tardan más en notarse. Es por ello que las industrias agroalimentarias no han notado este año más que una "muy leve" mejoría, apoyada en signos positivos como que el consumo en la hostelería y restauración ha dejado de descender y que ha aumentado, aunque ligeramente, el consumo de las familias.


Otra de las claves para capear el temporal es innovar y especializarse, en un momento en el que "los mercados agroalimentarios locales se han hecho accesibles para todo el mundo, también para empresas de fuera", señala Domingo. La solución para las pequeñas empresas que no pueden dedicar muchos recursos a este aspecto es "colaborar con otras", algo que también se puede extender a las sociedades de mayor tamaño. Participar en clusters e ir a las ferias de forma conjunta son algunas de las formas de unir fuerzas para que la lista de empresas desaparecidas no aumente.

Innovar en grupo

Un ejemplo de trabajo colaborativo es el Cluster Aragonés de Alimentación, una iniciativa de la asociación que desde hace dos años pone en contacto a centros de investigación y empresas y a las sociedades entre sí para crear productos y desarrollos innovadores, que las hagan más competitivas.


"Presentamos nuevos proyectos continuamente, tanto de alimentación funcional, como para que los productos duren más tiempo y para valorizar subproductos", explica María Eugenia Hernández, directora gerente del clúster. Uno de los más recientes ha sido buscar una salida al subproducto que queda tras elaborar el vino, es decir, a la piel de la uva y las pepitas, de las que se pueden extraer ingredientes funcionales, es decir, elementos como las proteínas o los polifenoles, aplicables a la alimentación humana y animal, pero también a otros productos como los cosméticos.


Entre estos proyectos está el realizado por dos empresas de pastelería y una de conservas de fruta para alargar la vida de sus productos, que cuenta con el apoyo investigador de la Universidad de Zaragoza. "Realizar un proyecto de investigación es muy caro y una empresa sola no llega, pero con un consorcio sí. Si no, la investigación solo la hacen las grandes", señala Ruth Lázaro, directora de la conservera Taisi, que da trabajo a más de 40 personas en Calatayud.


Su empresa es socia del clúster desde sus inicios, aunque reconoce que a otras les ha costado más animarse, en general por un cierto miedo a compartir las experiencias. Sin embargo, en su opinión, compartir recursos es la manera de avanzar.

Contra la crisis, exportar

Buscar otros mercados puede ser otra solución, aunque en estos momentos esté velada por el veto ruso, que estas empresas ven con "inquietud", reconoce José Ignacio Domingo. "Es un mercado importante, con proyectos con cierto nivel de precio", explica.


Los productos cárnicos y el vino son las principales ventas a Rusia. El segundo no está incluido en la prohibición lanzada a principios de agosto, pero sí los primeros. "Hay preocupación por que se alargue y habrá que buscar alternativas". El problema es que no solo afecta a los productores aragoneses, sino que todos los europeos se encuentran en la misma situación, por lo que pondrán sus ojos en los mismos mercados y se "complicarán las cosas".


Entre las pocas empresas aragonesas a las que el veto les ha beneficiado se encuentra Millán Vicente, dedicada al procesado de queso. Parte de la materia prima la compran en Alemania y Holanda, que ha tenido que bajar sus precios. Además, el queso sin lactosa, parte de su producción, sigue pudiendo entrar en el país.


La empresa, situada en La Muela, ha crecido en los últimos años y exporta a países tan diferentes como Australia, Japón, Italia, Kuwait o Senegal. Pero, como reconoce su director de Compras, Andrés Maldonado, no siempre resulta sencillo. Por ejemplo, recuerda alguno de los problemas que han tenido. "Cuando empezamos en Australia, creíamos que una analítica tenía los mismos niveles que aquí, pero eran más duros y no nos dejaron entrar". Por ello indica que "hay que ir poco a poco".


De la misma opinión es Ruth Lázaro. Su empresa vende sus productos en el extranjero desde hace más de cuatro décadas, pero critica falta de apoyo para la exportación de las pymes. "La administración apoya a las grandes empresas, pero para las pequeñas hay muchas palabras". Pero precisemente por ello anima a "no esperar de fuera" y colaborar para ampliar miras.

Internet, otro escaparate

Sin salir de casa, hay otra manera de dejarse ver: las tiendas online. En 2013, el 49,5% de los aragoneses compraron a través de internet. Sin embargo, solo en 13,4% de ellos adquirieron productos de alimentación, muy lejos de otros artículos, como ropa o viajes.


La empresa Conservera del Prepirineo tiene desde hace medio año una tienda en Internet. "Nos llegan pedidos de fuera de Aragón, sobre todo de gente que no tiene acceso a las tiendas físicas donde vendemos", explica Eduardo Sáncho, que, junto a Rosa Barón, es el dueño de esta sociedad.


La web sirve como escaparate, "para que nos conozcan los distribuidores y las tiendas", pero las ventas no son muy altas. "Es un complemento pequeño, porque la alimentación está creciendo muy lentamente en el comercio online", indica.