El asesinato

Habían disparado a Pepe en su taller. Desde Zaragoza venía un detective al pueblo olvidado en las Cinco Villas.

No había sido su esposa, estaba en misa. No habían sido su hermano ni su vecino, estaban cogiendo leña en la colina. No había sido el cura, estaba tocando las campanas.


El detective regresó a su casa y se olvidó del asunto. Pero un año después, cuando tenía que completar unos documentos para registrar el asesinato como caso sin resolver, se preguntó por qué en todo el año nadie le había llamado. Ni su mujer, ni su hermano, nadie había querido saber quién había matado al pobre Pepe.

Volvió al pueblo y encontró al cura con coche nuevo, al vecino con la cabaña llena de leña y al hermano con la mujer.