GASTRONOMÍA

El sol también cocina lentejas

La cocina solar se presenta como una alternativa más de ahorro energético, además de ser una forma divertida de practicar el arte culinario.

Javier Mañas, en el albergue Allucant, cocina en una parabólica solar junto a vecinos de Gallocanta.
El sol también cocina lentejas
JAVIER MACIPE

Seguro que en su día a día practica más de un truco para ahorrar energía, como apagar las luces o cerrar el grifo del agua mientras se cepilla los dientes. En el albergue Allucant, en la localidad zaragozana de Gallocanta, proponen dar un paso más hacia delante en el cuidado del medio ambiente a través de sus clases de cocina solar. Una forma divertida y diferente de engancharse a las tareas domésticas, a la vez que se reduce la emisión de CO2 en la atmósfera.

Desde hace siete años estos talleres se llevan a cabo durante el verano y en ellos se aprende cómo construir aparatos solares domésticos, además de los trucos para cocinar un sabroso plato. «Conocimos las posibilidades reales de la energía solar mediante unos cursos de Greenpeace. Desde entonces, durante los meses de agosto continuamos con la iniciativa porque creemos que la energía solar se puede aprovechar más y para ello hay que concienciar a la gente», explica Javier Mañas, responsable del albergue.

Antes de poner las manos en la masa es necesario conocer unas nociones básicas. El primer ingrediente se llama paciencia. «La cocina solar es lenta, quizá tardamos un 30% más de tiempo. Es como cocinar a fuego lento», explica Javier. Además, «cada 15 minutos hay que estar rectificando la orientación del aparato solar para que siempre coincida con la luz del sol».

Utensilios de color negro

El segundo componente tiene que ver con el color de los utensilios. «Utilizamos ollas y perolas convencionales con la única condición de que deben ser negras. Así conseguimos que el calor se concentre más», añade Javier.

Existen dos tipos de 'electrodomésticos' solares. Uno de ellos es el horno que «consiste en una caja que atrae el calor alcanzando temperaturas máximas de 140 grados en un día muy soleado. Es perfecto para cocinar cualquier tipo de repostería, pizzas, pan o incluso asados».

Por otro lado están las cocinas parabólicas. En este caso, los rayos solares inciden en el centro y «es como si encendiésemos un fogón de los de casa», añade Javier. Es perfecto para cocinar recetas de puchero como lentejas o paellas.

En la cocina solar, no solo hay diferencias en el tipo de energía que se utiliza, sino que también se nota un cambio en el sabor y en el aspecto de la comida. «Al ser una cocina lenta, los alimentos tienen más tiempo para cuajarse y a mí me resultan más sabrosos. Aunque, es verdad que en el horno convencional los pasteles salen más esponjosos y vistosos».

Además, al horno solar se le puede sacar más de una utilidad. Puede servir para secar y deshidratar alimentos, dejando entreabierta la puerta en su parte superior. Así se crea una corriente de aire caliente que extrae la humedad del producto. También resulta muy práctico para descongelar alimentos de forma natural, e incluso puede ser utilizado como secadora de ropa.

Los talleres de cocina solar tendrán lugar del 8 al 10 de agosto. A lo largo del mes también se organizan otros cursos de verano. Para más información en: www.allucant.com.