A QUEMARROPA

«No he tenido la talla 36 ni cuando nací»

Entrevista a Ana Milán, actriz y presentadora de televisión.

Ana Milán, ante la máquina de café. De 'Cámera Café'
«No he tenido la talla 36 ni cuando nací»
HA

Le van mucho los papeles de mala, ¿no?

Sin duda. Nunca he envidiado a las buenas. Y hacer de mala es más divertido cuando eres buena.

Vamos, que usted es todo un trozo de pan...

Yo sí, con un puntito de mala leche y un arranque heredado de mi padre bastante insoportable, pero que aparece muy poquitas veces. También tengo un punto marimandón porque organizo muy bien.

Fue modelo en Cibeles, ¿daría ahora la talla?

¡Qué va! Eso fue hace muchos años. Estoy más para la última portada de 'Vogue Italia' que para Cibeles. No he tenido la talla 36 ni cuando nací. Soy una mujer de la talla 40, que para tener todos los órganos vitales es la mínima que tienes que tener. Y estoy encantada.

¡Y encima sin hacer deporte!

Me encantaría tener la disciplina de hacer deporte varios días a la semana, pero no lo he conseguido en 37 años. Afortunadamente, mi padre me dejó una herencia genética de comer lo que me diera la gana y mantenerme siempre en el mismo peso.

Lo que no me negará es que impone. Y encima con esa altura va y se pone taconazos...

Últimamente he tomado la decisión de no usar tacones. He llevado todos mis vestidos largos a cortar a ras de suelo para poderlos llevar con sandalias. Si yo impongo no es por los tacones, porque cuando no los llevo también me lo dicen. Debe de haber algo energético que se me escapa...

¿Sigue ligando menos?

(Risas). Creo que ya ligo suficiente, aunque ya estoy ligada.

Entonces, ¿el novio le dura ya más que una serie?

Sí, sí, ya me dura más. ¡No está nada mal!

¿Todavía ve a David Summers y se pone a gritar?

No grito por educación, porque mi madre me abofetearía nada más llegar a casa. Pero cuando David Summers me dio la sorpresa de aparecer en el último programa de 'Password', me puse a llorar durante unos 18 minutos.

Aunque lo de su pasión por Hello Kitty me ha dejado muerta...

(Risas). ¡Qué le vamos a hacer! Tengo una niña preciosa viviendo dentro. Entre otras cosas tengo una Hello Kitty de metro y pico de altura y una tostadora que tuesta el pan con su cara.

¿Algún frikismo más, aparte de imitar al 'cuñao'?

¡Oye, que eso no es ningún frikismo! (risas).

¿Tampoco lo de no soportar almacenar el agua en las botellas vacías de Coca-Cola?

¡Es que me parece muy cutre! No cuesta nada bajar a la tienda a comprar una botella de cristal divina.

Tiene pinta de maruja...

Cada vez menos. Más desde el divertimento que desde la obligación.

Pues sus ataques de limpieza dicen que son apoteósicos. ¿A qué le ayudan?

¡A frenarrrr! Son vitales para mí. Cuando me dan, me dan. Y limpio hasta sobre limpio, me da igual. Luego se me pasa.

¿Tiene más cara o más espalda?

Cara no tengo mucha, porque soy bastante vergonzosa a pesar de no ser nada tímida.

Llamándose Ana Belén, ¿por qué no se dejó el nombre completo? ¿No la quería copiar?

Me daba mucha rabia desde pequeña; siempre he sido Ana.

Con una copa en la mano es...

Estoy aburridísima porque me entra sueño. Con media copa tengo un puntito muy divertido.

La lió parda aquel día que...

La lié parda el día que le dije a mi madre que había muerto una monja que me daba clase y por la que también habían pasado mis hermanos. Mi madre encargó una corona y hasta llamó para dar el pésame. Ese día la lié parda.

Frase que pasará a la historia: «Prefiero que se me contracture el culo, que me hace más falta, a que se me ponga duro el cuello».

Mi madre siempre me decía que la naturaleza era muy sabia y yo llevo muchos años poniéndolo en duda. ¿No sería más lógico tener el culo duro que tener el trapecio duro? ¡Pues claro!