METEOROLOGÍA

Belleza blanca en invierno, agua para el verano

«A últimos de marzo de 2007, una tardana nevada alcanzó el sistema Ibérico. Ese fin de semana teníamos una cita en Logroño, y desde allí madrugué para poder ver un amanecer blanco en el bonito valle de Cameros. El día era muy nublado, pero unos rayos de luz se colaron entre las nubes y pude captar esta imagen de un pequeño barranco que desemboca en el embalse de Ortigosa», relata el autor de esta foto, Joaquín Guerrero Campo. Equipo Nikon D80. Nikon 18-70 mm a 55mm. Vel.1/80, f8, ISO 220.

Manantial en el valle de Cameros
Manantial en el valle de Cameros
JOAQUÍN GUERRERO CAMPOS

Cuando la temperatura baja de los cero grados, o se aproxima a los valores negativos, se dan las condiciones para que podamos ver la nieve caer. Esos cristales de hielo que forman esta blanca precipitación permanecen en el suelo, como un helado almacén que nos proveerá de agua más adelante. Incluso en caso de que, mientras dura el frío, se produzcan lapsos en que suban las temperaturas y la nieve se funda, resultan más provechoso las precipitaciones de nieve que las de lluvia, pues mientras el agua con el calor se evapora, la nieve al derretirse se infiltra en la tierra, alimentando los acuíferos del subsuelo.


La nieve que este invierno ha estado cayendo en el Pirineo aparecerá en primavera y verano en los ríos de la cuenca del Ebro. En concreto, el 60% de esa nieve llegará a los cauces, mientras un 40% percolará hasta las profundidades y saldrá, probablemente, muy lejos, tanto que es imposible medirla con precisión, ni saber de dónde procede, según explica César Ferrer, especialista en Hidrometría de Confederación Hidrográfica del Ebro. En ese agua que se mueve por encima y por debajo de la superficie, está el futuro de muchas cosechas, actividades turísticas y la propia agua de boca de las ciudades y pueblos.


Durante la época de frío, si la nieve se solea, se pone ‘sopa’ y se infiltra en el suelo. Cuando comienza el deshielo, la fusión de produce en mayor cantidad, pero el proceso de inflitración se da en igual proporción, por lo que el agua que ‘sobra’ circula por debajo del suelo y aparece en barrancos y ramblas en lo que en Aragón se llama ‘agua mayenca’, pues suele ser en el mes de mayo cuando más se produce este fenómeno.


Embalse natural

Los mayores índices de fusión, el momento en que se derrite el agua, coincide como es obvio con las horas de mayor insolación, sin embargo, «la onda de agua se aparece por la tarde, lo que tarda en llegar el agua a las corrientes subterráneas y superficiales».


«Desde el punto de vista hidráulico, es como un embalse del que no controlamos las compuertas. Cuando se hace explotación de cuenca se tiene muy en cuenta esos procesos de fusión para llevar la gestión de las aguas», explica César Ferrer. Para ello, los expertos cuentan con unos modelos científicos «que nos permitenm saber cuando se producirá la fusión, pero se trata de fórmulas alimentadas por datos meteorológicos, por lo que es imposible planificar la gestión hidrológica con una previsión superior a una semana», aclara.


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