BIODIVERSIDAD

El galacho de Juslibol cuida a sus pájaros con comederos

Un pinzón coge una pipa, que comerá en su escondite
Un pinzón coge una pipa, que comerá en su escondite
AYUA CARREÑO

El invierno es una época muy dura para las aves. No mueren por el frío, pues la naturaleza les ha equipado bien con sus plumas y plumones para resistir las bajas temperaturas. Pero sí puede matarlas el hambre, y es que en los días inhóspitos de enero y febrero, la comida escasea. Por eso, en el galacho de Juslibol , los educadores del centro de visitantes, colocan durante estos meses, comederos para las aves que encuentran así un apoyo a su dieta. "Es una ayuda esencial sobre todo para los individuos jóvenes, que se enfrentan a su primer invierno y todavía no tienen experiencia para saber encontrar comida en medio de un frío riguroso", explica Mario Burgui, educador del centro. El centro es responsablidad de la Asociación Naturalista de aragón, que lo gestiona con la colaboración del Ayuntamiento de Zaragoza a través de su Gabinete de Educación Ambiental.


Los comederos sirven para incrementar las tasas de supervivencia de la avifauna del galacho y su entorno, pero tienen otra valiosa utilidad y es que permiten observar a las aves cuando acuden a por alimento, pues el hambre les hace reducir sus precauciones habituales ante la presencia humana. Uno de los comederos se ha instalado enfrente del centro de visitantes, desde donde se ha organizado un punto de observación, donde se puede observar, a través de prismáticos o de un telescopio, las especies que se acercan.


HASTA TORTELLINI

Pinzón, verderón, mirlo, picaraza, herrerillo, carbonero, petirrojo... son aves esquivas, muy difíciles de ver a campo abierto. Más complejo aún poder verlas relacionándose entre sí. "En general, los más grandes echan a los pequeños. Intentamos que no lleguen gorriones, que vienen en docenas y espantan a todos; lo logramos poniendo cosas que no les gustan", explica Mario. La variedad de este 'buffet libre' es de seis platos: pipas, mijo, avena, cacahuetes crudos, manzana y pasta de manteca (hecha con grasa, harina y "restos de casa, he llegado a echar hasta tortellini", dice Mario).


Vicki y Mario, los dos educadores ambientales del galacho , se encargan de que que se reponga la comida cada dos días, ayudados por voluntarios con los que se reparten los turnos. El domingo, son ambos los encargados de realizar las actividades de observación con los ciudadanos que se acercan al centro de vistantes. "Con los niños, hacemos también talleres y les invitamos a participar, enseñándoles, por ejemplo, a hacer comederos con un simple alarmbre en donde se ensartan cacahuetes, que luego colgamos por los árboles para que coman los pájaros", explica Mario.


Al Centro de Visitantes del Galacho de Juslibol se llega siguiendo el camino que se abre a la entrada a este espacio protegido. Es un paseo de unos 20 minutos que nos llega a este edificio bioclimático que se encuentra bajo los cortados del galacho.

Horario: abre los domingos, de 10.30 a 13.30, los monitores atienden a los visitantes para que puedan observar a los pájaros en el comedero.