RED NATURAL DE ARAGÓN

Los Órganos de Montoro, un nuevo espacio protegido

'Me pongo frente a los Órganos de Montoro y, ayudado por los prismáticos, al final siempre consigo ver algún rebaño de cabras monteses. Allí colgadas, a su aire, despreocupadas entre peñas, precipicios y agujas de roca. Hay quienes dicen que, buscando, también puede encontrarse la figura de Maese Pérez el Organista a punto de arrancarle algún estremecedor acorde a este bonito paisaje geológico que ha sido protegido recientemente. Todo es cuestión de tiempo y paciencia'.

Los Órganos de Montoro
Los Órganos de Montoro
E. VIÑUALES

Efectivamente, los Órganos de Montoro son un paisaje único e irrepetible de la provincia de Teruel, un rincón del Maestrazgo muy especial que acaba de ser protegido legalmente por el Gobierno de Aragón como “Monumento Natural”. Se trata de 188 hectáreas -situadas dentro de los términos de Villarluengo y Ejulve- y que se suman al empeño conservacionista de la Red Natural de Aragón, antes materializado en otros espacios próximos como el Nacimiento del Río Pitarque, las Grutas de Cristal de Molinos o el Puente de Fonseca.


Transitando por el tramo de carretera entre Montoro de Mezquita y Villarluengo uno se encuentra cara a cara con esta recia muralla caliza donde el capricho de la erosión del agua en las capas rocosas y paralelas -dispuestas en posición vertical, con forma triangular (chevrons)- ha creado una escultura francamente espectacular, compuesta por numerosas agujas puntiagudas de piedra –la Punta de las Torres, Noemí, la Chica, La Catedral-, y donde más de uno cree ver los tubos de un gran órgano musical.

Los geólogos explican que los Órganos de Montoro corresponden al modelado en piedra caliza de finales del Cretácico.


Son sedimentos depositados en una amplia llanura litoral batida por las mareas y tapizada por colonias de algas, estratos litológicos que más tarde serían deformados y dispuestos verticalmente por los plegamientos propios de la Orogenia Alpina que en la Era Terciaria levantó los relieves de la Cordillera Ibérica. Al final, la erosión de la densa red de torrentes que desciende con fuerte pendiente y en disposición paralela hacia el fondo del valle es quien ha hecho el resto de un trabajo más bien propio de un hábil artesano.


Por la base de los Órganos de Montoro discurren las aguas del río Guadalope, el afluente más largo en la margen derecha del Ebro. Sus aguas son en parte también responsables de esta obra de arte natural, pues el río se encajona precisamente en lo que es el núcleo de un sinclinal de margas cretácicas y yesos, materiales mucho más blandos y fáciles de erosionar que las calizas del Monumento Natural. Sauces, sargas, chopos, álamos y fresnos componen el hábitat ribereño de especies faunísticas de gran valor ecológico como la nutria, la trucha común o el mirlo acuático.


Y más arriba, en los cielos y farallones rocosos, vuelan águilas reales, halcones, buitres leonados… en una orografía agreste donde no faltan las cabras monteses cuyas poblaciones se han incrementado notablemente en toda la provincia de Teruel durante los últimos años, con una población estimada para la comarca del Maestrazgo de cerca de 3.300 ejemplares.


Estamos, como bien definió Pío Baroja, en “una tierra árida, áspera, desolada, erizada de colinas yermas, con grandes cerros de piedra caliza… formaciones rojas y amarillentas como ruinas de inmensos palacios y castillos, de ciudadelas de cíclopes o de gigantes, que a veces fingen detalles que parecen por un momento de construcción humana”. Así es, sin duda, el decimosexto espacio natural protegido de Aragón: los Órganos de Montoro.