EL LEGADO DE LOS SIGLOS

Labitolosa va saliendo a la luz

En el mes de agosto comienza una nueva campaña de excavación en el yacimiento de la antigua ciudad romana, situada en el término de La Puebla de Castro, donde hasta ahora se ha hallado una interesante trama urbana y varios edificios como el foro y las termas.

Cruce de caminos. La ciudad romana de Labitolosa se halla en la vertiente meridional del Pirineo, en el término municipal de La Puebla de Castro. Se extiende sobre las laderas de un pequeño cerro que mira ahora las aguas del embalse de Barasona, dominando las rutas que remontaban los ríos Ésera y Cinca hacia los pasos pirenaicos. Aproximadamente está a la misma longitud que Lugdunun Convennarum (Saint-Bertrand-de-Comminges), situada ésta en la vertiente septentrional, con la que pudo mantener estrechas relaciones. Perteneció al Conventus Caesaraugustano, cuya capital era Caesaraugusta (Zaragoza) y a la provincia romana de Hispania Citerior con capital en Tarraco (Tarragona).

 

Como viene ocurriendo desde 1991, la llegada del mes de agosto supondrá la puesta en marcha de una nueva campaña de excavaciones arqueológicas en el yacimiento de la ciudad romana de Labitolosa, junto a la localidad ribagorzana de La Puebla de Castro.

 

Una campaña que servirá para profundizar en el conocimiento de esta antigua urbe, que vivió sus momentos de esplendor entre el siglo I antes de nuestra era y comienzos del siglo III d. C., en que fue abandonada perdiéndose incluso su memoria. Y como ocurre desde 1991, serán los profesores y alumnos del Departamento de Arqueología de la Universidad de Zaragoza y del Centro de Investigación Ausonius de la Universidad de Burdeos, dirigidos por María Ángeles Magallón, quienes realicen el trabajo de campo en las próximas semanas y aborden la investigación documental para conocer algo mejor un enclave que se ha revelado fundamental para entender la estructura del poblamiento en la época romana y las relaciones económico-sociales a ambos lados de los Pirineos.

 

Según reconocen los expertos, se trata de un yacimiento muy interesante, tanto por su buena conservación como por el enorme potencial que tiene todavía. Y es que en las dieciocho campañas que se han realizado hasta ahora sólo ha aparecido una mínima parte de una ciudad que oculta todavía buena parte de sus secretos.

 

La trama urbana de Labitolosa es la típica de las urbes romanas, de estructura ortogonal con calles que se cruzan en ángulo recto y marcado en este caso por la orografía en pendiente del terreno sobre el que se edificó que, como recuerda la doctora Magallón, "generó un urbanismo en grandes terrazas escalonadas" salvadas con grandes escalinatas y calles en pendiente y sobre las que se fueron edificando las diferentes estructuras.

 

Las excavaciones en Labitolosa han descubierto diferentes monumentos públicos en un excelente estado de conservación, lo que permite conocer las características de la ciudad. Se ha sacado a la luz el foro, un gran espacio público en el que se ubican el templo, la basílica, la Curia y otras edificaciones, entre las que destacan dos conjuntos termales muy bien conservados con muros de hasta tres metros de alto.

 

Independientemente del buen estado de conservación de sus ruinas, Labitolosa tiene una especial importancia arqueológica ya que, tras quedar totalmente despoblada, nunca más se volvió a edificar sobre sus solares. Llegó a desaparecer incluso cualquier referencia suya en el registro urbano medieval hasta que la aparición en el siglo XIX de una lápida votiva -que se conserva en el Museo de Zaragoza- devolvió el nombre a la urbe y alertó sobre la existencia de un conjunto urbano que ahora se empieza a desvelar. El abandono de Labitolosa no es un fenómeno único en la historia de la romanización de España. A partir del año 200, muchas ciudades hispanas desaparecen o entran en una profunda decadencia por un cambio de intereses estratégicos y económicos que conlleva el abandono de extensas zonas fuertemente urbanizadas, en un proceso que se ha repetido en diferentes ocasiones a lo largo de la historia.

Ciudad singular

Labitolosa tuvo una vida relativamente corta, ya que no sobrevivió a la historia más de 300 años. Pero en ese tiempo se consolidó como una urbe dinámica e industriosa. Ello se refleja en su configuración urbana y en el aspecto de sus principales monumentos, entre los que destaca especialmente la Curia, edificio en el que se reunía el llamado Ordo de los Decuriones (los notables de ciudad que ejercen los cargos públicos) y que en el caso de Labitolosa ha conservado de un modo extraordinario los vestigios in situ de varias inscripciones dedicadas a uno de los labitolosanos más relevantes de la antigüedad: Marco Clodio Flacco. En la actualidad la Curia se ha cubierto para protegerla de las inclemencias del tiempo y se puede visitar y observar las reproducciones de las inscripciones romanas halladas en su interior.

 

Otro de los conjuntos monumentales más relevantes de Labitolosa son sus termas. La ciudad cuenta con dos edificios termales, lo que nos da idea del grado de romanización que alcanzaron sus habitantes. Los dos edificios fueron construidos sucesivamente entre los años 60 y 80 d.C., en la segunda mitad del siglo I d.C. Su estado de conservación es magnífico y constituyen, junto con las de Bilbilis y Los Bañales, los conjuntos termales más relevantes de Aragón. Por ejemplo, las llamadas Termas I conservan muros de más de tres metros de altura y una serie de soluciones arquitectónicas de sumo interés.