TRIBUNALES

Asesinado por un botín de 50 euros

El fiscal ha pedido 21 años de prisión para el autor del crimen de Gallur, del que fue víctima un anciano de 88 años en septiembre de 2007. El ladrón se convirtió en homicida por un móvil y un reloj

Un reloj de pulsera y un teléfono móvil, objetos valorados en 50 euros. Ese fue el 'tesoro' por el que el 4 de septiembre de 2007 acabaron con la vida Victoriano Francés en Gallur. El hombre tenía 88 años y se encontraba sentado en la cocina de su casa cuando alguien se le acercó por la espalda y le asestó un brutal golpe en la cabeza. Según desveló la autopsia, el homicida continuó golpeando a la víctima hasta causarle la muerte. Lo hizo con un objeto que todavía no ha podido ser recuperado, pero que los forenses describen como "de cierto peso y más de 20 centímetros de longitud".


La fiscalía acaba de remitir al juez su escrito de acusación, en el que pide una condena de 21 años para Marian Oae, el rumano de etnia gitana que cumple prisión provisional como presunto autor del asesinato. El ministerio público le imputa la muerte del anciano y un delito de robo con fuerza. Solicita también que el procesado indemnice con 90.000 euros al único hijo del fallecido, al que también deberá pagar los 50 euros del botín.


Los hechos se produjeron la noche del 4 al 5 de septiembre, pero el cadáver de la víctima no se encontró hasta el día siguiente. Al no contestar a las reiteradas llamadas de teléfono de la familia ni dejarse ver en el pueblo, su hijo se puso en contacto con la Guardia Civil. El hallazgo del cuerpo del octogenario, completamente desfigurado, causó una enorme consternación en el municipio.


La autopsia puso de manifiesto la violencia con que se empleó el homicida. De hecho, el cuerpo presentaba lesiones craneoencefálicas, heridas en la cara y en el mentón, fracturas mandibulares y torácicas, así como en la extremidades superiores. Según los forenses, estas graves lesiones le provocaron un shock traumático y la muerte inmediata.


Fregó y limpió la vivienda


Según las conclusiones del fiscal, el asesino accedió a la vivienda -ubicada en la calle de Huesca, 2- trepando por la parte trasera. En la cocina halló a su morador, que se encontraba sentado redactando una nota que nunca concluyó. Para despistar a los investigadores, arrastró el cadáver hasta el cuarto de calderas y limpió la casa con la intención de borrar cualquier rastro.


Aunque las primeras pesquisas se centraron en el entorno del fallecido, la Guardia Civil incluyó pronto al inmigrante rumano en la lista de sospechosos. Y lo hizo porque un vecino declaró haberlo visto merodeando por la casa de la víctima. El presunto homicida cometió además un error que confirmó después su implicación en los hechos.


La sed traicionó a Marian Oae, cogió una cerveza de la nevera y tras bebérsela arrojó la lata en el cubo de la basura. Y fue ahí donde quedaron marcadas sus huellas. Los agentes encontraron también otra cerveza idéntica -de la misma marca, lote y fecha de caducidad que las que tenía la víctima en el frigorífico- en el domicilio del detenido.


El procesado, al que asiste la letrada Carmen Sánchez Herrero, no tenía trabajo ni domicilio fijo, y llevaba un tiempo cobijándose en casas vacías que ocupaba de forma irregular, hasta que era descubierto por sus propietarios. Cuando fue arrestado como presunto asesino de Victoriano Francés, ya contaba con antecedentes por pequeños robos. También pesaba sobre él una orden de alejamiento de su mujer, que reside en Ricla.


El procesado ha negado siempre su implicación en los hechos y su abogada solicitará en el juicio la absolución, ya que mantiene que la única prueba que sitúa a su cliente en la casa del fallecido es la lata de cerveza.