Bienvenidos al polígono espiritual de Cogullada


Todos los polígonos industriales cambian de cara los fines de semana. El trasiego de grandes camiones y la intensa actividad en las naves dejan paso a una tranquilidad que, en medio de un mar de cemento, ladrillo y hormigón, resulta algo inquietante.

Sin embargo, en un puñado de naves del polígono de Cogullada los domingos son diferentes. Allí se han instalado cinco iglesias de otras tantas confesiones religiosas que cada fin de semana atraen a cientos de personas. Los fieles rezan, cantan y hasta bailan en lo que un día fue algún tipo de fábrica, taller o almacén.

Cogullada tiene un punto singular, ya que es un polígono que con el paso de las décadas ha sido engullido por la ciudad y ha quedado rodeado de viviendas, entre La Jota y el Picarral. Ocupa casi 600.000 metros cuadrados en una situación privilegiada, pero la crisis y su lenta decadencia han provocado que solo dos terceras partes de sus naves estén ocupadas.

A menos de media hora andando de la plaza del Pilar, su ubicación y su buena comunicación en autobús atraen el interés de iniciativas de todo tipo, aunque poco o nada tengan que ver con la actividad industrial.

Así, las iglesias no son los únicos casos de reinvención que se pueden ver en Cogullada. Paseando entre los cientos de naves del polígono se descubren dos gimnasios (uno de ellos con ring de boxeo), un supermercado Mercadona, varios locales con cabinas de ensayo para grupos de música y hasta dos peñas. Todos ellos, junto a las cinco iglesias, conviven día a día con las fábricas, industrias, talleres y almacenes, así como con las características naves con productos chinos al por mayor.

Instrumento de percusión y Biblia durante el oficio de la Iglesia Cristiana Redimida de Dios | Foto: José Miguel Marco

Los sonidos de los templos

Sin embargo, los domingos son de las iglesias. Ese día, Cogullada se transforma en una especie de polígono espiritual, especialmente en la zona más cercana a Marqués de la Cadena, donde hay cuatro templos en un radio de apenas 300 metros: la Iglesia Evangélica de Betel, la Iglesia Pentecostal Unida en Europa, la Iglesia Cristiana Redimida de Dios y la Iglesia Cristiana China en Zaragoza. Más al norte, entre la línea de ferrocarril y la avenida de Cataluña, hay una más, la Iglesia Pentecostal Rumana Betania.

Entre todas reúnen cada fin de semana a cerca de 2.000 fieles de más de diez nacionalidades que, con sus mejores galas, conforman una extraña estampa en este degradado entorno industrial. El eco de sus cánticos de salvación resuena en el silencio dominical del polígono, con la única competencia de los gritos que llegan del cercano campo de fútbol de La Azucarera.

Solo una tiene todos los permisos en regla. La Iglesia Evangélica de Betel consiguió que el Ayuntamiento cambiara el Plan General de Ordenación Urbana para que su imponente nave de 1.800 metros cuadrados recogiese el uso religioso. A ella acuden los domingos 600 personas, 1.000 en las fiestas especiales. Aún tiene el suelo de cemento, más propio de un taller que de un templo. A su escenario se suben una batería, un teclado, una guitarra y varias voces que ponen la banda sonora a casi dos horas de celebración.

Marcos Hernández, su ministro de culto, cuenta que se instalaron en Cogullada «porque en la ciudad es imposible tener un sitio así«. Pese a que un polígono industrial no es el lugar más natural para una iglesia, el líder de esta religión en Aragón valora que «tiene parada de autobús», que «no hay problema para aparcar» y que, con todo, «está cerca de la zona residencial».

A pocos metros, en una nave más modesta, ha encontrado su hogar la Iglesia Pentecostal Unida de Europa, asentada en Zaragoza desde hace 13 años. En este caso, el Ayuntamiento no ha cambiado el uso de la nave. «Estamos ilegales», asume Obed Hernández, su ministro de culto.

Obed Hernandez, ministro de culto de la Iglesia Pentecostal Unida en Europa | José Miguel Marco
Obed Hernandez, ministro de culto de la Iglesia Pentecostal Unida en Europa | Foto: José Miguel Marco

Los domingos por la mañana, la iglesia reúne a un centenar de españoles, colombianos, ecuatorianos, venezolanos, dominicanos, hondureños, nicaragüenses… Hernández cuenta que eligieron Cogullada porque es el lugar en el que menos interfieren a los vecinos «con el ruido».

No obstante, pide al Ayuntamiento regularizar su situación. «Merecemos dejar de estar como ilegales porque hacemos una gran labor social: hemos rehabilitado drogadictos y prostitutas, y tratamos de alejar a los niños del alcohol y las drogas», asegura este ministro de culto.

El góspel del polígono

La ruta por las iglesias de Cogullada continúa a apenas 50 metros por la conocida como Agrupación Nido. Allí, la música góspel se escapa entre las puertas de la Iglesia Cristiana Redimida de Dios. Cerca de un centenar de fieles, la mayoría de origen nigeriano, cantan, rezan y bailan. Es una celebración alegre, en inglés pero abierta a todo el mundo.

El primer domingo de mes acuden con sus túnicas tradicionales, lo que da un mayor colorido a la celebración. «Cantamos y bailamos para glorificar a Dios», explica Adeyemi Adejeyen, su pastor. Lo cuenta al lado de Vivian Adejayan, su mujer, que luce un largo vestido verde y un sombrero negro que transportan a otro lugar y a otra época. En la celebración dominical, que se alarga más de dos horas, ellos dos ocupan la primera fila, con sillones nobles que ensalzan su posición.

Adeyemi Adejeyen, pastor de la Iglesia Cristiana Redimida de Dios, junto a su mujer, Vivian Adejayan | José Miguel Marco
Adeyemi Adejeyen, pastor de la Iglesia Cristiana Redimida de Dios, junto a su mujer, Vivian Adejayan | Foto: José Miguel Marco

En la misma manzana, una nave acoge la Iglesia Cristiana China. Coches de alta gama aparcan en la puerta de unas instalaciones que han sido modernizadas gracias a una potente inversión. Aunque prefieren que no se hagan fotos, sí explican que son 100 fieles, 30 de ellos niños.

Compraron la nave hace dos años, sin prever que su legalización iba a ser tan complicada. La han solicitado, sin suerte, al Ayuntamiento. Su petición llegó en un momento en el que se cortó el grifo de las cesiones de suelo o recalificaciones a las confesiones religiosas. Ellos lo siguen reclamando para lograr lo que sí consiguieron sus ‘vecinos’ de la iglesia de Betel.

Lo mismo ocurre con el templo que queda más alejado del centro, ubicado junto al cruce de la avenida de Cataluña y la línea de ferrocarril. Con sus 400 miembros (120 niños), la Iglesia Pentecostal Rumana Betania está en pleno crecimiento.

Jorge Pop, pastor de la Iglesia Pentecostal Rumana Betania | Foto: José Miguel Marco

Sus instalaciones son impecables, con una decoración detallista y un equipo de luz y solido propio de grandes conciertos. La práctica totalidad de sus fieles son rumanos con una media de edad muy baja. Los pocos españoles que hay disponen de un servicio de traducción para entender las predicaciones.

Jorge Pop, su pastor, valora Cogullada porque «es fácil aparcar», aunque reconoce que lo eligieron porque «no había nada mejor» que se adaptara a sus necesidades. Han tratado de regularizar su situación, pero de momento ha sido imposible. «Lo seguimos intentando, porque es un problema», admite.

Boxeando entre industrias

En Cogullada hay otros usos que se alejan de los típicos de un polígono. El boxeador José Antonio López Bueno ha instalado en una nave ‘nido’ su gimnasio, con cerca de 60 socios.

«Cualquier local de Zaragoza cuesta tres veces más», dice. Sabe que está en situación irregular, y que hay quien va a por él para que se lo clausuren, pero confía en encontrar una solución. «Esto es un centro de alto rendimiento, espero poder legalizarlo», afirma.

En su misma calle, los 20 locales de ensayo de Ok Corral acogen a grupos de música de toda edad y condición. Baterías, guitarras y partituras dominan una nave con una frenética actividad. Nacho Santos explica que su situación sí que es legal, ya que el suelo, en el epígrafe ‘otros usos’, contempla los artísticos y culturales.

El Ayuntamiento está estudiando qué hacer con Cogullada. Sabe que no es un polígono más, y que su ubicación exige un tratamiento especial. Por eso, se plantea permitir que estos otros usos se puedan autorizar, por ejemplo, en las calles más cercanas a las viviendas. Se trata de un proceso complicado que se prevé largo, pero que debe poner orden en un polígono que los domingos tiene un aire más espiritual que industrial.

Unas calles en estado deplorable

El polígono Cogullada se ha instalado en una incesante cuesta abajo, con calles que se construyeron en los años 60 y cuya degradación es más que evidente. Hay bordillos destrozados, socavones provocados por los frenazos de los camiones, tendidos eléctricos aéreos, matorrales que dejan las aceras intransitables, solares abandonados con riesgo de incendio…

Juan Álvarez Aranaz, presidente de la asociación del polígono, dice que las empresas que se instalan aquí valoran «la calidad de vida» que supone tener una industria, taller o almacén en un conjunto que queda tan integrado en la ciudad, pero pide al Ayuntamiento que presupueste una reforma en profundidad. «Jamás ha habido una partida para mejorar Cogullada, y aquí las actuaciones aisladas ya duran poco», señala. Además, los solares vacíos se han convertido en focos de insalubridad y, hasta hace poco, de drogadictos y de okupas.

Textos: Javier L. Velasco
Fotografías: José Miguel Marco
Ilustraciones: Víctor Meneses
Vídeo: José Miguel Marco, Javier L. Velasco y HTV
Diseño y programación: R. Torres y S. Berdejo