EN COLABORACIÓN CON EL GOBIERNO DE ARAGÓN

El potente ecosistema de dos pilares de la sociedad

La ley de reforma universitaria de 1983 marcó el inicio de la autonomía de la Universidad de Zaragoza. Junto al mundo científico, ambos han ido evolucionando hasta convertirse en ámbitos fundamentales para el territorio.

Acto de inauguración del curso universitario 89/90 en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza.
Acto de inauguración del curso universitario 89/90 en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza.
Carlos Moncín/Heraldo

El mayor número de alumnos, de presupuesto y de titulaciones constituyen el principal reflejo del gran cambio que ha experimentado la universidad en Aragón desde 1982, año en el que se aprobó el Estatuto de Autonomía. Una evolución que tuvo su punto de partida en 1983, cuando se aprobó la ley de reforma universitaria. Desde entonces, las universidades son entidades autónomas que gestionan sus propias cuentas, algo que antes dependía del Gobierno de España, así como la contratación de docentes. En la Comunidad esto ha sido posible gracias a los acuerdos firmados entre el Ejecutivo autonómico y la Universidad de Zaragoza, cuyo presupuesto se ha multiplicado por 40 en estos años: de 1.406 millones de pesetas en 1982 (8 millones de euros) a 329 millones de euros en 2022.

Con la aprobación de los primeros estatutos del centro, en 1985, este se democratizó y consolidó su papel de referente tanto dentro como fuera de Aragón, pues llegó a tener sedes en Soria, Navarra y La Rioja. En 1993, se nombró a los vicerrectores de los campus de Huesca y Teruel y, ya en el siglo XXI, la internacionalización, la digitalización y la apuesta por el I+D+i pasaron a ser los puntales del centro, que tuvo que hacer un gran trabajo para adaptarse al Plan Bolonia, que entró en vigor en 2008 y que cambió notablemente los planes de estudios. Actualmente, la Universidad de Zaragoza imparte 54 grados, ocho dobles grados y 62 másteres.

Por otro lado, cabe destacar también la creación de la Universidad San Jorge, centro privado del Grupo San Valero que nació en 2005 con 180 alumnos en sus cursos. Comenzó con Periodismo, Publicidad y Relaciones Públicas, impartiendo clases en la sede de Walqa, en Huesca, y en un edificio de la Fundación CAI, en Zaragoza. Ya en 2007 comenzaría la actividad docente en el Campus de Villanueva de Gállego, que con el tiempo ofrecería también las titulaciones de Farmacia, Fisioterapia o Biomedicina, entre otras. En total, el centro ofrece 19 grados, ocho másteres y más de una decena de títulos propios.

Grandes progresos

En este sentido, un ámbito directamente relacionado con la universidad y que también ha crecido notablemente ha sido el de la ciencia. "El mapeo del espacio exterior del Centro de Estudios de Física del Cosmos de Aragón; las investigaciones para comprender mejor la materia oscura del Laboratorio Subterráneo de Canfranc; el desarrollo de nuevos materiales, como la robótica líquida que se puede activar mediante luz o calor del Instituto de Nanociencia y Materiales de Aragón; los drones del Instituto Tecnológico de Aragón que identifican defectos estructurales en edificios sin necesidad de andamiajes o los avances en el ‘chemical looping’, que nos puede ayudar a luchar contra el cambio climático de la mano del CSIC".

Estos son los grandes progresos que destaca Ramón Guirado, director general de Investigación e Innovación del Gobierno de Aragón, sobre este apartado, subrayando asimismo el potencial que tiene la Comunidad en investigación biomédica, por ejemplo mediante el uso de nanopartículas para llegar al interior de células cancerosas y así desarrollar terapias más eficaces o el desarrollo de vacunas, como la que está llevando a cabo el CITA para la brucelosis o la que ha desarrollado la Universidad de Zaragoza de la tuberculosis.

Laboratorio Subterráneo de Canfranc en el monte Tobazo.
Laboratorio Subterráneo de Canfranc en el monte Tobazo.
Laura Uranga

"Aragón tiene un ecosistema muy potente y diverso. Destaca en varios ámbitos científicos que han sido reconocidos y recompensados con financiación de los planes complementarios del Ministerio de Ciencia", explica Guirado, recordando que la ciencia ha estado "muy maltratada" en España desde los recortes aplicados a raíz de la crisis de 2008. "Por el contrario, en los últimos años hemos tomado medidas tanto a nivel autonómico como estatal para que las personas que nos dedicamos a la ciencia contemos con mejores salarios, más derechos y mayor estabilidad laboral, y en esa línea es necesario seguir profundizando para hacer de España una primera potencia mundial en formación y captación de talento, y que sea una tierra de oportunidades para la ciencia", concluye.

ENTREVISTA A ÁNGEL LUIS MONGE, DIRECTOR DE LA UNIVERSIDAD DE LA EXPERIENCIA Y PROFESOR DE DERECHO MERCANTIL

"La evolución de la Comunidad en materia universitaria en estos años ha sido formidable"
Ángel Luis Monge, presidente del Tribunal de Defensa de la Competencia de Aragón.
Monge, director de la Universidad de la Experiencia.
Francisco Jiménez

Profesor titular de Derecho Mercantil en la Universidad de Zaragoza desde 1986, Ángel Luis Monge es especialista en Derecho del Consumo y de la Competencia y fue vicedecano de la Facultad de Derecho del centro. Actualmente es también director de la Universidad de la Experiencia. Una serie de cargos que le permiten valorar de forma completa la trayectoria de la vida universitaria del territorio en estas décadas.

Empezó su carrera como docente en la Universidad de Zaragoza a mediados de los años ochenta. ¿Cómo recuerda el centro en esa época?

Recuerdo que la facultad estaba muy masificada, porque había unos 1.000 estudiantes en primero de Derecho, y eso que algunos de los que querían estudiarlo se quedaban sin plaza. El plan de estudios que regía era el de 1953 y las asignaturas eran anuales. En cuanto al funcionamiento, había decanato y áreas de conocimiento, y los trabajos se hacían a máquina, pues no existía la informática como la conocemos hoy. También se podía fumar en las clases, algunos profesores incluso lo hacían en pipa. Y, como curiosidad que pone de manifiesto la importancia que siempre ha tenido, me acuerdo que decíamos irónicamente que el bar de Derecho era el único de España que tenía facultad.

¿Cómo valora la evolución que ha vivido Aragón en materia universitaria en estos 40 años? ¿Qué hitos destacaría como los más importantes?

Ha sido una evolución formidable. Primero en cuanto a financiación, porque tenemos una estabilidad que antes no teníamos, gracias a los convenios firmados entre el Gobierno de Aragón y la Universidad de Zaragoza. El Plan Bolonia ha sido otra de las claves, pues ha dinamitado la concepción que teníamos de las enseñanzas: las titulaciones son de cuatro años, se dividen en dos cuatrimestres y han desaparecido los exámenes de recuperación de septiembre poniéndose los de julio en su lugar, a semejanza de lo que ocurre en Europa. También se hace el prácticum, con el que los estudiantes cursan una asignatura fuera de la universidad. Asimismo, el Erasmus ha sido un gran hito, pues ha supuesto una revolución en la integración de nuestros alumnos en el sistema universitario europeo; así como la informatización de la universidad, que tuvo lugar en los noventa y que supuso un enorme avance, pues todo se hacía a mano: apuntes, actas, fichas…

En sus inicios, el presupuesto con el que contaban los departamentos era mucho más bajo que el actual. ¿Eso dificultaba el trabajo diario?

Era más complicado porque la financiación era mucho más escasa. La aparición de los departamentos fue muy importante, porque antes había una relación entre el centro y un profesorado con muchos docentes, de manera que estos conllevaron una mejora sustancial del trabajo. Se podría decir que una universidad funciona bien si la relación entre los departamentos y el decanato es buena.

La pandemia fue, sin duda, otro punto de inflexión en los centros educativos. ¿Qué supuso para la Facultad de Derecho?

En el momento que se inició yo era vicedecano y, desde luego, conllevó un esfuerzo muy grande, sobre todo porque tuvimos que adaptarnos a hacer las clases y los exámenes ‘online’. Además, yo llevaba Infraestructuras, y eso implicaba adaptar sistemas informáticos y habilitar nuevas plataformas para que los alumnos pudiesen seguir las materias.

La relación entre universidad y empresa es a menudo objeto de debate. ¿Existe una brecha entre ambas o la unión es ahora más intensa que en épocas anteriores?

Cuando comencé a dar clase la relación de la universidad con el mundo exterior era muy reducida. Hoy la formación es mucho más práctica, algo que se debe al citado Plan Bolonia, que ha ayudado a estrechar esa colaboración. Hoy nuestros alumnos empiezan pronto a tener relación con el ámbito laboral, y hay muchas empresas que los contratan después de que hagan allí sus prácticas. También la figura del profesor asociado y el programa Expertia han tenido que ver con que los estudiantes tengan un punto de vista más completo del mundo exterior.

Por otro lado, ciencia y universidad es otro binomio clave para la sociedad. ¿Cómo explicaría la importancia que tiene el I+D+i en el ámbito?

Ha habido un cambio muy importante en materia de investigación. Antes se realizaba por los profesores de forma aislada, siendo algo individualista. En la actualidad no funciona así, pues son preponderantes los grupos de investigación, formados por aquellos profesores que tienen intereses comunes y sacan trabajos potentes. De hecho, la financiación pública se dirige a ellos. En este sentido y junto a la científica, también quiero reivindicar la investigación en las áreas jurídicas o humanistas, que es muy importante, pues muchas leyes que se publican en Aragón son fruto de la labor que hacemos los grupos de trabajo que nos dedicamos a estos campos, de forma que considero que damos resultados importantes a la sociedad.

Son muchas las voces que hablan de que sin más apoyos a la investigación se acabará condenando a trabajar siempre fuera del país a estos jóvenes profesionales. ¿Qué opina al respecto?

Si no se potencia la investigación ni se retiene el talento Aragón no estará en la primera línea de las comunidades del país. Y si los estudiantes se tienen que ir estaremos perdiendo todo el dinero que invertimos en la universidad. A este respecto, creo que son importantes elementos como los planes de retención de talento, los institutos de investigación y fomentar la relación entre empresa y universidad, cosa que ya se está haciendo con el prácticum y los convenios firmados.

Desde el año pasado también es director de la Universidad de la Experiencia. ¿Qué aporta a Aragón?

Es un proyecto educativo para mayores de 55 años, hayan tenido o no estudios, que está implantado en 19 sedes del territorio y que cuenta con 2.600 estudiantes. La gente va para disfrutar, pues no hay exámenes y se ofrecen seis asignaturas anuales en las que se abordan temas variados como literatura, historia del arte, derecho, física o química de forma muy didáctica. Cumple una triple función: transmisión de cultura, vertebración del territorio y socialización, pues los alumnos establecen unas relaciones que son muy importantes para ellos.

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