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Descubre por qué la provincia de Huesca está para comérsela

La reconocida oferta gastronómica del territorio oscense cuenta en su haber con varias estrellas Michelin, deliciosos guisos tradicionales, una cuidada artensanía y unas materias primas de excelente calidad.

Alimentos artesanos de la provincia de Huesca.
Quesos artesanos de la provincia de Huesca.

La gastronomía es uno de los patrimonios más importantes de la provincia de Huesca y más reconocido a nivel internacional. Así lo confirman las estrellas Michelin que preceden la fama de cuatro de sus restaurantes, a las que hay que sumar los no menos meritorios soles Repsol que este mismo año 2022 han distinguido a otros dos establecimientos del territorio, sumando un total de cinco. El secreto de su éxito reside en fundamentar su cocina en los productos de la tierra, que constituyen excepcionales materias primas para actualizar y reinventar las recetas tradicionales.

En los ricos campos oscenses se cultivan exquisiteces como la trufa de Graus, o el vino del Somontano, así como productos hortícolas de alta calidad como la cereza de Bolea, entre otros. También son el escenario de la carne de caza, la ternera del Pirineo, el lechal tensino o el latón de La Fueva, sin olvidar la cría de trucha del Cinca en El Grado.

De los platos de antaño, aquellos que caracterizaban la cocina de las abuelas, quedan deliciosas preparaciones como las migas a la pastora, la sopa oscense o de ajo, así como los guisos con legumbres de la zona, las verduras como el cardo o la borraja, el salmorrejo, el pollo al chilindrón, la trucha o el bacalao ajoarriero, el cordero a la pastora y el plato estrella que, sin duda, es el ternasco asado.

Muchas de ellas siguen presentándose fielmente en las bordas repartidas por el territorio, construcciones tradicionales que se empleaban para resguardar el ganado o almacenar productos agrícolas, que hoy en día se han transformado en apreciados restaurantes con entornos espectaculares. Ejemplos de ello son la Borda de Chiquín, en Ansó; la Borda de Juan Ramón, en Aísa; o la Borda de Pastores, en Sabiñánigo, entre otras repartidas por la provincia.

La trufa negra es una de las delicatesen del territorio altoaragonés.
La trufa negra es una de las delicatesen del territorio altoaragonés.

Pura artesanía

Los quesos se han hecho un hueco muy importante en el mercado. Los más antiguos son los pirenaicos de Hecho, Biescas y Ansó, descendientes directos de las técnicas de los pastores aragoneses, pero son muchas las opciones que permiten hacer de la visita a una quesería una experiencia atractiva y deliciosa para todos los públicos. De este modo, conocer cómo se elaboran los quesos de Radiquero, visitar Saravillo con la excusa de degustar su cremoso de cabra o acercarse a Sieso, en la sierra de Guara, para disfrutar del requesón de Villa Villera pueden ser planes muy interesantes para estrenar el otoño.

En el capítulo de la artesanía alimentaria no se puede pasar por alto la rica variedad de embutidos ni sus correspondientes elaboraciones. La longaniza y las chiretas de Graus, los productos derivados de la caza o embutidos autóctonos como el arbiello jacetano o las ríquisimas morcillas, bolas y tortetas son una muestra de la amplia carta de elaboraciones derivadas del cerdo, el cordero, la oveja.

Mención aparte merecen los dulces de la provincia. Hornos tradicionales, manos expertas, fórmulas elaboradas y el saber transmitido de generación en generación conforman el oficio de los artesanos pasteleros de Huesca. Entre sus postres más afamados, se encuentran la trenza de Almudévar, las glorias de Huesca, la tarta de Loreto, el pastel ruso o las deliciosas castañas de mazapán.

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