despoblación

Una casa rural en la sierra de Albarracín con acento americano

Iván Giménez y Lisa Lago, natural de Fort Lauderdale, en Estados Unidos, regentan este negocio en El Vallecillo, donde ella es la única habitante empadronada menor de 40 años.

Iván Giménez y Lisa Lago junto a su perro Rico en el entorno de El Vallecillo, en la sierra de Albarracín.
Iván Giménez y Lisa Lago junto a su perro Rico en el entorno de El Vallecillo, en la sierra de Albarracín.
L. L.

El de Lisa Lago, de 26 años y natural de Fort Lauderdale, en Florida, Estados Unidos, es el último nombre en añadirse al padrón municipal de El Vallecillo, un pequeño pueblo ubicado en la sierra de Albarracín que en invierno cuenta con poco más de una decena de vecinos. "Es la única menor de 40 años", explica su novio, Iván Giménez, quien la atrajo hasta esta localidad turolense, de la que él es descendiente tanto por parte paterna como materna.

A lo largo de los años, Giménez ha ido estrechando su vínculo con El Vallecillo. De pasar los veranos y los fines de semana durante su infancia a inaugurar, el 31 de diciembre de 2019, con la entrada de los primeros clientes, el alojamiento Casa Las Peñas que mantiene activo en la localidad –a pesar de las dificultades– con la motivación de dinamizar una de las zonas más despobladas de Aragón.

Aunque, para ellos, los comienzos han sido complicados –por el tiempo invertido en trámites burocráticos, que retrasaron casi un año la apertura, y las restricciones provocadas por la pandemia y sus consecuencias en el sector turístico–, Giménez y Lago mantienen el mismo entusiasmo del comienzo por este sueño, que nació en un viaje por Estados Unidos, país en el que se conoció la pareja.

El sueño turolense

"Tras unos meses en Florida, donde estaba realizando el último año de carrera después de estudiar los primeros cursos de Marketing y Gestión Comercial en Zaragoza, echaba de menos las montañas, y por eso decidimos viajar a Carolina del Norte. Allí alquilamos una casita de madera en una ladera y la experiencia me gustó tanto que pensé que eso era lo que tenía que hacer en mi pueblo", cuenta el joven, que compagina su trabajo en El Vallecillo con un puesto como agente de moratorias en un banco en la capital aragonesa.

"En ese momento empecé a explorar opciones. Coincidió que el bar del pueblo también se quedaba libre y estuve pensando en ello, pero, al final, el proyecto no resultaba viable y lo descarté", cuenta el joven. "Llevaba años viendo esta casa en el pueblo sin saber ni a quién pertenecía. Después de dar con el dueño, le pregunté y llegamos a un acuerdo de alquiler", señala. En cuanto al balance del año que lleva de actividad, Giménez rescata lo positivo: "A pesar de que en marzo se cayeron todas las reservas que teníamos hechas hasta agosto, por lo menos, pudimos salvar un 30% de ellas a lo largo del verano".

La casa rural que la pareja regenta en el pueblo.
La casa rural que la pareja regenta en el pueblo.
I. G.

"Hasta aquí llega turismo residual de Albarracín, pero también otro perfil de visitantes: quienes quieren desconectar de todo", apunta el joven, quien añade: "Por ahora, me gustaría seguir con la casa rural y, más adelante, si fuera posible, ampliar".

Del clima tropical al continental

"Nos conocimos hace cinco años, en un local de baile al que había llevado a mi compañera de piso", explica Giménez sobre su primer contacto con Lago en un club de Florida. Tras meses de acercamiento, decidieron establecer una relación que, a día de hoy, les he hecho desplazarse más de 7.000 kilómetros para establecer su hogar.

"Mi primera visita a El Vallecillo fue en las Navidades de 2016. Antes de venir aquí solo había visto la nieve en un viaje que hicimos a Nueva York", explica Lago. "Donde yo vivía, en Plantation, a media hora en coche de Miami, el clima es tropical y todo el terreno es llano", remarca la joven, que compagina las clases de inglés en una academia en Zaragoza con la docencia ‘online’ a niños en China través de una agencia norteamericana y la casa rural.

"Pensé que sería un pueblo como los que conocía, con restaurante y bolera, y la primera vez que vine me sorprendió, pero, ahora, hasta las amigas que han venido a visitarme quieren volver", concluye Lago.

Vista panorámica de El Vallecillo.
Vista panorámica de El Vallecillo.
I. G.

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