en colaboración con comarca del ribagorza
Un tesoro en el corazón del Pirineo
Prepárate para vivir un viaje de emociones a ritmo lento entre senderos y bajo grandes cumbres, para descubrir el legado románico de la historia medieval de una increíble comarca oscense
Las inscripciones del claustro de Roda de Isábena (Huesca) cuentan una historia suspendida en el tiempo. Un capítulo marcado en piedra que habla sobre el pasado de Ribagorza, comarca oscense que fue condado fundacional del Reino de Aragón y hoy mantiene su genética como territorio de montañas y montañeses en el corazón del Pirineo. Un reciente estudio ha reconocido más de 200 escrituras medievales insertadas durante siglos entre capiteles y columnas en la localidad española más pequeña con catedral. Apenas 50 habitantes viven en Roda, en el valle del río Isábena, donde la sombra del templo dedicado a San Vicente, antigua sede del obispado, guarda parte del mejor tesoro conservado en Ribagorza: un conjunto románico único en Europa.
Desde las calles empedradas de Roda parte un viaje en calma, para perderse a ritmo lento, entre tradiciones, leyendas y emociones, que descubre valles de prados verdes, frondosos bosques de árboles centenarios y pequeños pueblos de grandes casonas. La comarca de la Ribagorza hay que sentirla en tranquilidad, enlazando carreteras secundarias que conectan con la Edad Media en el pueblo de Montañana o los monasterios de Obarra y Alaón, donde la luz del mediodía se cuela entre pequeñas ventanas en la oscura estancia. Ermitas, castillos, plazas porticadas, puentes… imprimen en piedra la huella del legado del Condado de Ribagorza.
Dejarse llevar por la magia
Ribagorza invita a adentrarse en su hechizo de relatos de gigantes, brujas, fades o encantarias, los seres enigmáticos del Pirineo que, dicen, habitan todavía alrededor del Turbón, el gran macizo que antepone las alturas del Parque Natural de Posets Maladeta, donde se concentran más de cien ‘tresmiles’ y varias decenas de ibones, transparentes lagos pirenaicos, algunos accesibles en una agradable excursión en familia. O, por qué no, vivir la experiencia de dormir a más de dos mil metros en los acogedores refugios de Estós, La Renclusa, Ángel Orús o Cap de Llauset.
Los pétalos de la blanca ‘Rompenieves’ anuncian el despertar de la primavera en el hayedo de Salenques. Más de 3.000 especies florecen estas semanas iluminando de colores los altos prados donde es fácil divisar sarrios, rebecos que dominan las alturas, y el ganado pasta libre en verano. Una red de caminos para todos los niveles convierte a la Comarca de La Ribagorza en el paraíso del montañero. Desde el agradable paseo a las torrenciales Gorgas del Alba al misterio del Forau de Aigüalluts, donde desaparece un ruidoso torrente a los pies del Aneto.
Disfrutar de la adrenalina
Ribagorza se eleva hacia el cielo en vertical para disfrutar en emociones en todos los elementos. Desde el aire lanzándote en parapente o en vuelo sin motor desde Castejón de Sos.
De agua en estrechos barrancos de largas cascadas como Espigantosa o Ardonés, el descenso del Ésera en ráfting desde la localidad de Campo, en las aguas tranquilas de los embalses de Eriste, Barasona o Canelles o en las termales que fortalecen alma y salud en el balnearia de Vilas del Turbón.
De fuego por las fallas en la Noche de San Juan de Sahún, Laspaules, Bonansa o Montanuy, Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. o en el brillo de miles de estrellas en una noche limpia.
De dura roca para colgarse en una vía de escalada en las afiladas crestas para alpinistas expertos o en las vías ferrata en Serraduy, Graus, Foradada del Toscar o Sesué.
De nieve en las sensacionales pistas de alpino de Aramón Cerler, el nórdico en Los Llanos del Hospital o a travesía por los rincones a descubrir.
Paisajes de vértigo
El deshielo aumenta en primavera el caudal de los tres principales ríos que descienden hacia el llano. Si se baja por el Valle del Noguera Ribagorzana se alcanza el Montsec de Aragón, con el impresionante estrecho que el agua cinceló en la roca. Desde Montfalcó es posible adentrarse en un camino de vértigo que termina en las pasarelas colgadas sobre el abismo al congosto de Montrebei. Y tras esta subida de adrenalina es posible descansar con un agradable paseo hasta el castillo de los Condes de Ribagorza, en la cercana Benabarre, capital cultural de Ribagorza.
No muy lejos, donde se reúnen mansos Ésera e Isábena se eleva bajo un morral Graus, parada obligada tras visitar el colorido templo budista de Panillo. Villa de estrechas calles que confluyen en una impresionante Plaza Mayor, jalonada de palacios y arcadas, desde donde se asciende al Santuario de la Virgen de la Peña, cuyas vistas panorámicas permiten una perfecta despedida para guardar en el recuerdo.
