Tienen la mayor capacidad productiva de todo el sur de Europa de palets de plástico, cajas y contenedores. Se trata de Ribawood, una importante empresa familiar ubicada en Villanueva de Gállego, que comenzó su andadura hace más de 45 años y que da empleo a alrededor de 100 trabajadores. En la actualidad, la compañía se encuentra dirigida por su fundador, Carlos Rivera, y sus hijos. Experiencia y juventud que se dan la mano para coordinar una empresa plenamente asentada y que mira al futuro con nuevos proyectos, respetuosos con el medioambiente gracias a su economía circular y a la gestión de residuos.

Entre los múltiples ámbitos a los que Ribawood vende sus palets y embalajes, uno de los más significativos es el de la alimentación y, en concreto, el del sector cárnico. Una de las principales fortalezas de la compañía, así como su proactividad con cada cliente, es su acertada ubicación, cerca de algunas de las más importantes empresas del sector, como el Grupo Jorge de Zuera y otras compañías. "Estamos donde hay que estar, situados en el centro neurálgico de todo el sector cárnico, nuestro radio de acción comprende todo el territorio. Y Aragón se está convirtiendo en uno de los principales lugares de referencia en la industria cárnica", exponen los hermanos Rivera.

Pero Ribawood no vende solo a los principales productores de España, sino que exporta a otros muchos de fuera. Si bien su área de acción más próxima se encuentra en torno a 1.000 km a la redonda, exportan a más de 20 países, ubicados en el norte de África, América Latina o Norte América. Dentro del sector cárnico elaboran dos productos estandarizados que son idénticos en toda Europa: el palet tipo H1 y la caja E2, para el transporte y el almacenamiento higiénico de la carne, lo que permite que sean intercambiables entre unas empresas y otras.

En la actualidad, la sostenibilidad ha de ser fundamental en cualquier compañía. En Ribawood lo tienen claro. Por ello, emplean en su producción un 85% de plásticos reciclados, en un proceso de circularidad que evita que miles de toneladas de plástico vayan directas al vertedero cada año.

El proceso parece simple, pero exige un importante compromiso medio ambiental. "Los productos que nosotros vendemos, y que con los años y el uso se rompen, volvemos a comprarlos –aseguran-. Aquí los tratamos en nuestra planta de reciclaje como materia prima para nuevos embalajes. Vendemos un producto del que nos hacemos responsables cuando ha terminado su vida útil. Y a su vez, nuestros clientes recuperan parte del dinero que habían invertido en esa pieza".

Pero su labor ecológica no acaba ahí: con el objetivo de desperdicio cero, en su factoría se usa cualquier tipo de plástico, desde el envoltorio del agua hasta parachoques, puertas de lavadoras o tapones de botellas. El esfuerzo no es en vano: anualmente la empresa emplea en su cadena de producción unas 18.000 toneladas de plástico de las que 15.300 proceden de material reciclado.