EN COLABORACIÓN CON gobierno de aragón

La evolución del campo en los últimos 40 años hacia una mayor profesionalización

El sector primario ha experimentado un importante desarrollo industrial y tecnológico desde que se formó el primer gobierno autonómico en 1982.

Edición de FIMA en los años ochenta, ya en las actuales instalaciones.
Edición de FIMA en los años ochenta, ya en las actuales instalaciones.
VICENTE JORCANO, ARCHIVO

El impulso de los regadíos y el correspondiente refuerzo de las estructuras agrarias constituyeron una de las principales líneas de acción del primer Gobierno de Aragón en 1983. La transferencia de competencias para medianas y pequeñas obras permitió fijar el objetivo de que el agua llegara a 120.000 hectáreas de terreno, estableciendo un hito en el marco de las políticas hidráulica y agrícola de la Comunidad. Igualmente, las vías de financiación para los proyectos de regadío ya planteados centraron los primeros compases del recién estrenado Ejecutivo.

Desde entonces, se ha continuado con la apuesta por el regadío. A día de hoy se han modernizado 106.600 hectáreas -97.100 en comunidades generales y 9.500 en otras zonas regables- y se han creado otras 80.800, a las que habría que sumar 29.200 en ejecución, según datos del Departamento de Agricultura, Ganadería y Medio Ambiente. Su gestión y modernización sigue dependiendo del Ejecutivo autonómico, en coordinación con el Gobierno Central, encargado de determinar el mapa de hectáreas regables del territorio.

En la actualidad, el regadío supone el 20% de la superficie agraria total de Aragón y su defensa sigue siendo una de los asuntos centrales de la Administración autonómica. Según declaraciones del actual consejero de Agricultura del Gobierno de Aragón, Joaquín Olona, el regadío es "absolutamente imprescindible" y "un motor de desarrollo para el medio rural, como herramienta de lucha contra la despoblación, de relevo generacional en el campo y de adaptación a la agricultura del siglo XXI".

Lo mismo opinan los agentes empresariales y sociales vinculados a la actividad agraria: "El regadío es vida –afirma José Fernando Luna, presidente de CEOS Cepyme Huesca y de Asaja Huesca–. Hay que apostar por el agua respetando siempre el medioambiente y adaptándonos al cambio climático para mantener la producción agraria". A este respecto, Luna recoge las informaciones vertidas por la FAO de Naciones Unidas, que apuntan a que los periodos de lluvia van a ser menos extensos y más intensos, lo que implica, a su juicio, que haya que "estar prevenidos para almacenar la mayor cantidad de agua en el menor tiempo posible".

FIMA, el gran escaparate

La evolución de la mecanización del campo, así como de las innovaciones tecnológicas que se han aplicado en la actividad agrícola se recoge en la historia de la Feria Internacional de la Maquinaria Agrícola celebrada en la capital aragonesa desde la década de los cuarenta del siglo pasado. Mucho ha llovido desde aquellos primeros tractores a los actuales, equipados con GPS o con tabletas para regular el abonado.

Fue en 1987, durante el primer gobierno autonómico de Santiago Marraco, cuando el salón se trasladó a las nuevas instalaciones de Feria de Zaragoza situadas en la carretera de Madrid, dando un importante salto cualitativo y cuantitativo. Se pasó de los 56.000 metros cuadrados de exposición de la edición de 1986 a los 90.000, de la presencia de 945 empresas a 1.137, de contar con la representación de 27 países a alcanzar los 32, pasando en total de los 2.800 expositores a los 3.200. Así se reflejaba en HERALDO DE ARAGÓN el 28 de marzo de 1987, donde se estimaba superar los 300.000 visitantes en esa edición.

España acababa de entrar, además, en la Comunidad Económica Europea, adoptando la Política Agraria Común, un documento marco que ha experimentado tantas reformas como controversias en el sector. El presidente de Asaja Huesca resume al respecto: "A finales de los años ochenta las explotaciones agrarias estaban sumidas en una grave crisis de rentabilidad; algo que se solventó con la entrada en vigor de la primera reforma de McSarry en el año 1992, que instauró las ayudas directas". Para Luna, desde entonces las subvenciones de la PAC han estado sujetas a numerosas exigencias de justificación medioambiental y a una excesiva carga burocrática, cuestiones que han movilizado al sector agrario, expectante ante la nueva reforma que entrará en vigor en 2023.

ENTREVISTA A FÉLIX LONGÁS, VICEPRESIDENTE DE CEOE ARAGÓN Y PRESIDENTE DE LA AIAA

"Necesitamos la agroalimentación para sostener el medio rural"
Félix Longás, vicepresidente de CEOE Aragón y presidente de AIAA.
Félix Longás, vicepresidente de CEOE Aragón y presidente de AIAA.
Oliver Duch

Sus primeros pinitos profesionales fueron en una empresa de la cadena agroalimentaria, sector que también fue testigo de su experiencia emprendedora, precisamente en esa década de los ochenta. Desde entonces ha permanecido muy ligado al tejido económico agrario.

En 1982, la agricultura y la ganadería ocupaban una cuarta parte de la población activa, lo que contrasta con el 5% que representa en la actualidad, ¿cabe una lectura optimista a tenor de estas cifras? 
De la reducción en ese porcentaje se deduce que durante estos 40 años ha habido un enorme proceso de adaptación, profesionalización y mecanización del sector en Aragón y en España. En los próximos años continuará transformándose y evolucionando, aumentando su productividad y la automatización de procesos. Creo que los cambios que se van a producir en los próximos 40 años van a ser aún más espectaculares. La aceleración que traerá la digitalización servirá para una mayor adaptación y especialización de las producciones primarias a los requerimientos de los mercados y los consumidores. El sector agroalimentario en su conjunto será muy diferente dentro de 40 años al de hoy, lo que no cambiará es que necesitaremos agricultores y ganaderos que sigan haciendo del medio rural un lugar habitado y productivo, imprescindible para la sociedad. 

¿Cuánto representan las empresas del sector agrario en el tejido económico aragonés? 
El sector agroalimentario en su conjunto, hablando de actividad productiva (agricultura y ganadería), industria alimentaria y distribución y servicios vinculados directamente a lo agroalimentario, representa el 10 % del PIB aragones. En Aragón, trabajan unas 70.000 personas en algún punto de la cadena y la mayor parte de ellas lo hacen en el medio rural.

¿Cuáles serían las claves de ese positivo comportamiento? 
En primer lugar Aragón es una Comunidad Autónoma con un enorme territorio que nos permite tener una gran variedad de cultivos, y eso implica diversidad y materias primas a la hora de elaborar alimentos. También hay que destacar el dinamismo de nuestros profesionales y empresarios agroalimentarios, capaces de superar las adversidades elaborando alimentos que nos siguen sorprendiendo. Y una tercera clave ha sido la apuesta del Gobierno de Aragón por la promoción, a pesar de que tenemos que seguir trabajando para aumentar la inversión, para conseguir llevar nuestros productos al mayor número de mercados, ferias y puntos de venta posibles. 

El sector ha ganado en innovación, en mecanización y en representación femenina en estos años, ¿cuáles serían los próximos retos? 
Seguir avanzando en esta dirección. La innovación sigue siendo hoy uno de nuestros talones de Aquiles, tenemos que trabajar para aprovechar los Fondos Next Generation, pero sobre todo, las empresas deben incorporar talento profesional para innovar e internacionalizarse, es ahí donde está la clave de los próximos años. Por otro lado, nuestro sector siempre ha tenido un gran participación de la mujer, que representa aproximadamente el 40% del empleo. Pero al igual que en otros sectores, queda el reto de que la mujer llegue a puestos directivos. Tenemos algunos ejemplos, pero queda mucho camino por recorrer.

Con la Política Agraria Común ¿también se ha ganado?La PAC en su conjunto es positiva para la sociedad, nos ha permitido tener acceso a alimentos seguros y a precios razonables durante las últimas décadas en Europa, un valor que con la guerra de Ucrania la sociedad está empezando a descubrir. Pero es cierto que también tiene sus sombras, recibir subvenciones por no producir es un lastre que no nos deja evolucionar.

Se observa que han cambiado los cultivos, con una clara apuesta por el almendro, el azafrán y la trufa negra, entre otros. ¿A qué responden estas variaciones en el campo?
Más que cambios, se ha producido una evolución hacia explotaciones más tecnificadas y competitivas. Las plantaciones que vemos hoy de almendros, de trufa, de frutales, de viñas, por citar solo algunas, no son las mismas que había hace 40 años, ni en tamaño, ni en mecanización, ni en sostenibilidad, ni en productividad. Es un reflejo de la evolución del sector que seguirá siendo visible en los próximos años. Pero hay que insistir en que necesitamos marcas poderosas que traduzcan a los mercados y a los consumidores toda esa proyección. Si no trabajamos en paralelo en generar esas marcas, tendremos producción, pero será difícil generar valor, que es lo que todos buscamos: garantía de futuro para el medio rural.

¿Cómo ve el futuro de la agroalimentación en Aragón?
Con optimismo. En Aragón elaboramos alimentos de gran calidad y con una seguridad alimentaria envidiable. Aragón necesita al sector agroalimentario para ser despensa de España y para sostener su medio rural. Tenemos que seguir trabajando en la innovación y en la promoción de nuestros productos. Disponer de marcas reconocidas en los mercados es la mejor manera de dar valor añadido a nuestras producciones agrarias y de asegurar la vertebración de nuestro territorio. Aragón seguirá siendo un gran territorio agroalimentario.

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