Las personas que se hayan acercado en los últimos días al monte de La Custodia, cercano a la localidad zaragozana de Tauste, habrán podido comprobar que tiene un aspecto diferente al que quedó en la zona tras el incendio forestal de 2009. El cambio se debe al último proyecto de la Fundación Antonio Romero: la reforestación de árboles para compensar la huella de carbono de la empresa Ingeniería Romero&Industrias Cotomac.

Durante el mes de abril, voluntarios de esta fundación, creada por Antonio Romero y Antonia Pozo y de la que también forman parte sus hijos Isaac, Sara, Jónatan e Isaac Baltasar, y personal de la empresa Ingeniería Romero&Industrias Cotomac se pusieron manos a la obra para repoblar el monte de La Custodia en Tauste con más de 4.000 árboles. "Queremos agradecer de forma muy sincera la colaboración y ayuda prestada en nuestra primera reforestación al alcalde de Tauste, Miguel Ángel Francés, y al jefe de forestales de la comarca, Francisco Clemente", señala Isaac Romero.

Esta acción se enmarca en el cuidado del planeta que tiene por bandera esta fundación. "Una pequeña empresa industrial de servicios de 30 trabajadores genera 150 toneladas de CO2 al año, el equivalente a seis trailers de esta sustancia vertidos al medioambiente", avisa Jónatan Romero.

Hablar de la Fundación Antonio Romero es hacerlo del amor por la tierra de sus fundadores, Antonio Romero y Antonia Pozo, que escogieron Tauste para emprender, la localidad natal de Antonio. "Mi marido tuvo que dejar de trabajar por un problema de salud y rehabilitamos una casa en el monte alto de Tauste, creando una pequeña finca con animales, árboles y plantas a modo de granja escuela", rememora Antonia.

Fundación Antonio Romero

Al principio era para el uso familiar, pero "al ver lo que disfrutaban nuestros hijos", decidieron ofrecer la experiencia a personas con discapacidad física y psíquica, que siguen visitando la finca.

Proyecto de futuro

Continuar con el legado de sus padres es el reto en los años venideros . "Nos hemos criado en estos montes y somos testigos directos de la desertización que ha sufrido el medio en estos últimos 30 años", reconoce Isaac Baltasar.

"Queremos aportar nuestro pequeño grano de arena en la lucha contra este cambio climático que tanto daño hace y hará en un futuro desgraciadamente no muy lejano", señala sobre una fundación que quiere proponer que las grandes y medianas empresas deban compensar su huella de carbono para ayudar a cuidar el medioambiente que tanto aman en la familia Romero.

Cambio de nombre como homenaje a Antonio Romero

La Fundación Antonio Romero no ha tenido siempre ese nombre. Cuando en el año 2008, el matrimonio formado por Antonio Romero y Antonia Pozo decidieron poner en marcha este proyecto, lo hicieron con una denominación diferente. La Fundación Corral Inacín se abrió paso como un proyecto personal de Antonio y Antonia basado en "el amor que han tenido siempre mis padres a la naturaleza", reconoce su hija Sara. La finca en la que todo empezó es la que apareció en la primera nomenclatura, pero todo cambió con el fallecimiento del patriarca de la familia, el 2 de junio de 2020, momento en el que decidieron ponerle su nombre.

Fundación Antonio Romero

"Nuestro padre era principalmente una buena persona. Para nosotros, la mejor que hemos conocido, junto a nuestra maravillosa madre, por supuesto", afirma Isaac Romero, en nombre de todos los hermanos. "Además, era un trabajador infatigable, gran amigo de sus amigos, el mejor amigo que jamás tendré, amante de la naturaleza gran autodidacta y altruista por naturaleza. En definitiva, para mis hermanos y para mí, era nuestro mejor maestro", señala con emoción.