En colaboración con caja rural de aragón

El salón donde el Nobel Albert Einstein sopló las velas de su 44 cumpleaños

El conocido como Salón de Columnas del edificio Caja Rural de Aragón es un auténtico museo que incluye lienzos, pinturas en el techo, relieves y espectaculares vidrieras.

En la imagen, Salón de Columnas del Edificio Caja Rural.
En la imagen, Salón de Columnas del Edificio Caja Rural.
C.R.

El interior del Salón de Columnas del edificio de Caja Rural de Aragón es como un pequeño museo en miniatura en el que destacan las pinturas de Díaz Domínguez, los relieves sobre las puertas de José Bueno, los ocho plafones pintados por Vicente García, las pinturas del techo de Iris Lázaro y, sobre todo, sus espectaculares vidrieras.

Ocho piezas de arte que decoran cuatro de sus balcones, que fueron elaboradas por La Veneciana y que, como motivo ornamental, en la parte alta, cada una de ellas cuenta con un medallón con una matrona vestida al modo clásico.

Figuras femeninas a las que hay que añadir las tres estatuas que asoman entre los balcones, obra de José Bueno, y que hacen alusión a productos relacionados con la alimentación y la agricultura.

Otras mujeres son también protagonistas de los once lienzos que cuelgan de los muros laterales de este enorme salón, de planta rectangular, y que son obra de Díaz Domínguez. Imágenes de gran colorido que evocan paisajes aragoneses y que algunos expertos aseguran que muestran una clara inspiración goyesca.

Imagen de las pinturas que decoran las estancia.
Imagen de las pinturas que decoran las estancia.
C.R.

Auténticas obras de arte de pinceladas amplias y colores brillantes, en las que no faltan tampoco los grupos de mujeres engalanadas con la última moda española de la época y que algunos expertos también vinculan a las fantasías de Zuloaga.

Banquetes nupciales

Piezas artísticas que llaman la atención de quien visita este salón que durante años fue lugar de celebración de muchos de los banquetes nupciales que se llevaban a cabo en Zaragoza.

Parejas de novios que se quedaban prendadas de la decoración y belleza arquitectónica del recinto y también del excelente servicio que prestaba el restaurante. De hecho, entre las condiciones que se exigía a los arrendatarios para poder hacerse con la contrata del lugar se hacía alusión a detalles tan significativos como este: "Solo podrán emplearse legumbres y verduras en conserva cuando no haya del tiempo.... y se pondrán flores en los comedores todos los días".

Exigencias con las que se logró que este recinto estuviera en la boca de todos aquellos amantes del buen comer, convirtiéndose, durante muchas décadas, en uno de los restaurantes con más calidad de la ciudad, hasta los años setenta del siglo pasado.

Su fama traspasó fronteras y célebres invitados acudieron a degustar sus menús. Uno de los más conocidos fue Albert Einstein, considerado el personaje más ilustre del siglo XX según la revista ‘Time’. El premio Nobel de Física fue agasajado por las autoridades municipales y universitarias durante su paso por Zaragoza. Y lo hicieron en este espacio, restaurante del antiguo Centro Mercantil, el día 13 de marzo de 1923. En los postres, quiso celebrar los 44 años que cumplía al día siguiente, fecha en la que se marchó de la capital. 

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