VIOLENCIA MACHISTA

La mujer asesinada por su pareja asfixió a su bebé al protegerlo en sus brazos y caerle encima

La niña, de cuatro meses, tenía cortes, pero fue el abrazo de su madre durante el ataque el que le causó la muerte.

Amigos y conocidos de la mujer fallecida se concentraron ayer a las puertas de San Felipe para condenar la violencia de género.
La mujer asesinada por su pareja asfixió a su bebé al protegerlo en sus brazos y caerle encima
OLIVER DUCH

La tragedia familiar que rodea la muerte de un matrimonio dominicano y su bebé este fin de semana en el barrio de La Romareda se hace mayor a medida que se van conociendo más detalles del suceso. La autopsia practicada al cadáver de Nanyelis, la niña de cuatro meses, ha revelado que su fallecimiento se produjo por asfixia. Y todo apunta a que fue la madre, al cogerla en brazos y apretarla fuertemente contra su cuerpo para que no fuera apuñalada por su propio padre, la que le impidió respirar. Al caer herida de muerte al suelo, la mujer lo hizo además encima de la menor, lo que terminó causándole la muerte.

Como informó ayer este periódico, el cuerpo de la niña presentaba varios cortes, pero parece que eran superficiales y no fueron mortales. De hecho, los investigadores creen que el presunto homicida, Ulises A., estaba tratando de apuñalar a su mujer cuando alcanzó al bebé. Los forenses han descartado también que el fallecimiento de este último se produjera como consecuencia del golpe que pudo recibir al caer al suelo.

En cuanto a sus padres, se confirma que Iris Vanesa G., de 30 años, perdió la vida como consecuencia de las graves cuchilladas que le asestó su agresor, de 43 años, quien falleció por un consumo desmesurado de cocaína. Como también publicó ayer este diario, no esnifó la droga, sino que tomó una gran cantidad de ella por la boca. El resultado fue letal e inmediato, ya que la ingesta le provocó un fallo cardiaco.

Los tres cadáveres fueron encontrados en la misma habitación del 5º derecha del número 6 de la calle de Álvaro de Bazán de Zaragoza. Quien descubrió los cuerpos fue la mujer que compartía el piso con la familia fallecida. Parece que algún vecino oyó mucho ruido el sábado por la noche y llamó a la propietaria, quien a su vez se puso en contacto con esta inmigrante (natural de Higüey, en la República Dominicana, como la fallecida). Como ella se encontraba fuera de la capital aragonesa, telefoneó a su amiga para pedirle explicaciones, pero esta no le respondió. Cuando regresó el domingo a la ciudad, no pudo abrir la puerta de la vivienda, por lo que tuvo que recurrir a un cerrajero. Al acceder, se topó con la macabra escena.

Sin apenas tiempo para reponerse, la mujer llamó rápidamente a la Policía pidiendo auxilio. Fue también ella quien informó a los agentes de los antecedentes de malos tratos, y les explicó que no era la primera vez que su amiga era agredida. De hecho, hace aproximadamente un mes, su compañero sentimental fue arrestado por amenazarla con un cuchillo (que aquella vez no llegó a utilizar) y trasladado al juzgado de guardia. Sin embargo, la ahora fallecida no quiso presentar una denuncia contra él, por lo que ni se celebró juicio rápido ni se dictaron órdenes de alejamiento y protección.

No creen que fuera traficante

El Grupo de Homicidios de la Jefatura Superior de Policía, encargado de la investigación del caso, halló abundante cocaína en la vivienda de la Romareda. De hecho, Ulises A. utilizó esta para quitarse la vida tras arrebatársela a su compañera. Al comentar los vecinos del inmueble que subían al piso numerosas personas -todos inmigrantes y casi siempre diferentes- se barajó la posibilidad de que el fallecido se dedicara a vender droga. Sin embargo, fuentes policiales aseguran que esta hipótesis cada vez pierde más fuerza, lo que podría indicar que la sustancia recuperada durante el registro había sido adquirida para consumo particular.

El Juzgado de Instrucción número 10 de Zaragoza, que se ha hecho cargo del caso, será quien confirme si, como se sospecha, estamos ante un caso de violencia doméstica. Será también quien autorice la repatriación de los cadáveres, que de momento permanecen en el Instituto de Medicina Legal de Aragón.

La familia fallecida llevaba tan solo cuatro meses viviendo en el piso de la calle de Álvaro de Bazán, y se desconoce si había ocupado antes alguna otra vivienda en Zaragoza. El padre era natural de Santo Domingo, mientras que su pareja procedía de Higüey, capital de la provincia dominicana de Altagracia, muy cercana a Puntacana. Según fuentes policiales, no tenían parientes cercanos en Aragón, aunque sí mantenían una relación muy estrecha con algunos compatriotas, como la mujer que halló los cuerpos.