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Los bares 'modernos' de Zaragoza

Decorados con mucho mimo, algunos con carteles retro de leyendas de la música y hasta con estatuas exóticas. Ofrecen un ambiente alternativo y estilos musicales muy concretos.

Un cartel de la Sala López
Un cartel de la Sala López

Decorados con mucho mimo, algunos con carteles retro, de leyendas de la música y hasta con estatuas exóticas. Ofrecen un ambiente alternativo y estilos musicales muy concretos. Bares y salas como Bacharach, Tiger Lily o Sala Brit han triunfado con esta propuesta en Zaragoza y aunque muchos niegan estar de moda y huyen de etiquetas, su éxito es muy grande.


Se llenan después de conciertos de grupos 'indie' y muchos de los clientes comparten gustos estéticos. Se ven muchas gafas de pasta y pantalones de pitillo, y la gente se caracteriza por su estilo urbano, con una vestimenta muy marcada, aunque las copas que se sirven no se diferencien mucho de los bares más normales.


«Siempre han existidos grandes bares con buena música, no es de hoy... La gente se cansa, crece y busca cosas distintas», comenta Agustín de La Casa Magnética, que describe el ambiente de ese bar como «raro» y «especial». Este bar es uno de los más multitudinarios de la noche zaragozana. Ayer, recibieron a 'Los enfermos mentales', un grupo con mucha trayectoria y con apariciones esporádicas en los últimos años.


 «Nuestra propuesta no es solo la fiesta, nos interesan personas que saben y disfrutan con buena música, aunque también tenemos muchos que vienen porque creen que lo alternativo es guay», comenta Alberto Moreno, de 'Face Down Ass Up!' colectivo que dirige un club mensual en Boulevard.


Esa sala suele recibir un público joven y cuando se celebra este evento, los pantalones azules, verdes y las camisas a cuadros suelen ser muy habituales. Se les llama 'modernos', 'alternativos' o 'hipsters', un término que se popularizó en los noventa para describir una 'subcultura' que promovía una cierta rebeldía en la moda.


El colectivo existe desde hace un año y han organizado unas 20 fiestas en Boulevar. Además, ayer estrenaron Pogo Club en Jarvis, un bar que está a punto de cumplir tres años y que con esta nueva actividad quieren apostar por algo más «punkie», como ellos lo describen.


«Llevo 15 años en este mundo. En 2008 quizá hubo un bajón, pero de repente está de moda. Aunque en el 99% de los bares de la ciudad se sigue poniendo música comercial. Lo nuestro sigue siendo una cosa minoritaria», explica Jorge Puyuelo, de Jarvis.


Según él, este tipo de bares son un «reflejo de la escena musical», donde los llamados grupos y festivales 'indie' están triunfando. «Por nuestras dimensiones y características, no apostamos solo por un estilo musical ni por un perfil de personas. Tenemos rock, pop, electrónica», explica el programador de Sala López, Tomás Gómez.


Este sitio nació hace poco más de un año y su programador aclara que, a pesar de ofrecer géneros diversos, sí se apartan de estilos muy concretos, como el hip-hop. «Si traemos artistas de ese tipo, intentamos que sean muy especiales, como Foreign Beggars, que mezcla electrónica y Hip-hop», dice Gómez.


La Sala López «no es un bar», porque caben más personas, pero «tampoco una discoteca», porque cuando hay conciertos no «echan a los asistentes cuando acaba», sino que intentan que la música siga una línea parecida el resto de la noche.


De todos sus conciertos hay fotos en su web y apuestan por las redes sociales para estar en contacto con sus visitantes, un elemento común con otros bares como Bacharach, Sala Brit, Groenlandia o El Olmo Rosa, otros de los bares llamados «de modernos» que tienen cientos de seguidores en Facebook y perfiles en MySpace. «Tener un sitio estático ya no nos sirve, hay que comunicarse y por eso estamos en las redes», afirma Gómez.