Vivir la vida que no es mía

Magdalena Lasala.

Editorial Comuniter: Colección Resurrección. Zaragoza, 2010.

Es casi casi un desnudo del yo poético, de una experiencia de amor. Mostrandonos el final en la primera parte, nos cuenta la parte primera del enamoramiento y noviazgo en la segunda, cual crónica de un amor desaparecido. Y en este poemario sí, con evocación, sugerencia y ritmo sustentados por la hedonista mirada, la impenitente memoria y el rítmico lenguaje, como manda la tradición: «sólo el silencio es infinito, yo ya sabía». En estos versos todo es del dominio del recuerdo vivo en su escritura elegíaca. No hayq ue olvidar que recordar es volver a mirar, o sea «Seré una realidad que transcurra sin ti, / sin mí».

Siempre es necesaria la realidad lúdica, sugerente, porque así «se hará la noche / y el olvido entre los dos». En definitiva, y aún sabiendo el desenlace, se trata de embarcarse de la búsqueda perseguida y constante olvidando los temas generales y plasmando los que le ofrece la vida. Cosa que logra y con creces en esta sensual crónica poética la autora, pues asbe que «florecerán los castaños que mirabas / y recordaré la expresión de tus ojos / cuando me amabas». Creo que es el mejor retrato lírico de amor por mí leído, de una belleza sin par: «memoria del tiempo que nos conoció/ (…) / que no debió encontrarnos».