Fisioterapia: pasado, presente y ¿futuro?

Los avances técnicos han llegado a las consultas de estos especialistas de la salud, que se apoyan en ellos para mejorar las condiciones en las que tratan a los pacientes.

Un paciente, en una consulta de fisioterapia sometiéndose a un tratamiento.
Un paciente, en una consulta de fisioterapia sometiéndose a un tratamiento.
Pixabay

¿Dolor de espalda? Al fisioterapeuta. ¿Contracturas, lesiones, desgarros musculares? Al fisio también. ¿Problemas de movimiento, dificultades de coordinación, recuperación tras accidentes o cirugías? Ya saben la respuesta. Y es que la figura de este profesional se ha vuelto imprescindible (o debería serlo) para tratar una amplia gama de problemas relacionados con los sistemas musculoesquelético, neuromuscular y cardiovascular, y solo con la fuerza de sus manos hacen maravillas para arreglarlos. Pero como en casi todo hoy en día, los avances tecnológicos están también al servicio de un sector que se reinventa para mejorar y llegar a donde hace tiempo era impensable.

En realidad, la historia de la fisioterapia se remonta al año 1.500 antes de Cristo. Hay referencias de que en la antigua Mesopotamia, en Egipto y en la arcaica China se hacía uso de agentes físicos como terapias. También los aztecas y los mayas desarrollaron métodos terapéuticos basados en el agua, como los baños de vapor.

La palabra fisioterapia proviene de la unión de las voces griegas 'physis', naturaleza, y 'therapehia', tratamiento. Es decir, etimológicamente la fisioterapia es un tratamiento por la naturaleza. Ya Hipócrates, padre de la medicina occidental y uno de los grandes impulsores de la terapéutica física, tenía la filosofía de "ayudar a la naturaleza", o sea, de impulsar mediante medios naturales las fuerzas de autocuración del cuerpo, y desarrolló diferentes prácticas como la del movimiento (kinesiología) y el masaje (mesoterapia), ambas clasificadas como agentes terapéuticos.

La Época Moderna trajo consigo grandes descubrimientos científicos que ayudaron a ampliar los conocimientos anatómicos, de fisiología y de terapéutica. En 1890 se desarrolló la diatermia terapéutica, un tipo de calentamiento profundo conseguido con el uso de ondas cortas. Ya en el siglo XX, las guerras mundiales dejaron varias epidemias, entre ellas la de la poliomielitis, lo que estimuló la aparición de nuevos terapeutas especializados y motivó la fundación oficial de los cuerpos de fisioterapeutas en todo el mundo, gracias a lo cual la fisioterapia accedió al rango de estudio de carácter universitario.

Acudir al fisioterapeuta de manera preventiva nos ayuda a controlar los factores de riesgo que nos predisponen a lesionarnos.
Acudir al fisioterapeuta de manera preventiva nos ayuda a controlar los factores de riesgo que nos predisponen a lesionarnos.
ASERHCO

Sin embargo, en España la fisioterapia es una profesión muy joven en comparación con otras disciplinas sanitarias, y empezó como una especialidad de enfermería que acabó tomando entidad propia a finales de 1980.

Hoy, Hipócrates a buen seguro estaría feliz rodeado de ordenadores, ultrasonidos, láseres, sistemas de corrientes electromagnéticas y demás adelantos tecnológicos diseñados especialmente para garantizar el alivio a los pacientes. Y probablemente haría uso de la termoterapia, la crioterapia, la helioterapia, la fototerapia, la magnetoterapia, la hidroterapia, la hidrogimnasia y las técnicas de relajación. ¿Por qué no?

El ojo experto no puede faltar

"Estos equipos te dan precisión a la hora de diagnosticar y trabajar, hacen que las terapias sean más efectivas y acortan sensiblemente los procesos de recuperación", asegura Mar Ruiz, fisioterapeuta con consulta en Zaragoza. Ella está especializada en tratar linfedemas y problemas de suelo pélvico, y usa para ello mucha aparatología a su alcance. Según su experiencia, con su uso se dan mejoras y recuperaciones totales "en casi el cien por cien de los casos" que trata, pero el número de sesiones y el trabajo a realizar depende, obviamente, del punto de partida de la dolencia del paciente.

Sin embargo, y pese a que podría parecer que en manos de una máquina todo es más efectivo y certero y que estos aparatos han llegado para sumar y aportar, "el ojo y la mano del profesional son fundamentales". "Los avances técnicos están muy bien, pero si no sabes dónde buscar o cómo interpretar lo que te vas encontrando, tampoco vas a poder ayudar al paciente", asegura esta experta, para quien la experiencia "hace mucho". "Cuando acabas la carrera, has adquirido unos conocimientos que están muy bien, pero aunque tengas a tu disposición todas las máquinas del mercado, no tienes idea de cómo sacarles todo el partido posible", añade.

¿Algunos ejemplos?

El ‘biofeedback’ usa un sistema de sensores que permiten al paciente monitorizar en tiempo real diferentes parámetros fisiológicos que ofrecen información sobre el trabajo de su propio organismo. Esta técnica ha demostrado su eficacia científica en tratamientos contra el insomnio, el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), el dolor crónico, los trastornos de ansiedad y las fobias, entre otras patologías, ya que los sensores recogen la información que produce el sistema nervioso somático que transmite acciones voluntarias desde el cerebro a los músculos.

Para tratar problemas de suelo pélvico es especialmente útil, puesto que los ejercicios que lo estimulan son asistidos por el equipo, que traduce la contracción muscular en una señal gráfica para que paciente y fisioterapeuta perciban el trabajo realizado. El procedimiento permite al paciente aprender a controlar respuestas fisiológicas de forma voluntaria que en condiciones normales no se pueden controlar voluntariamente, o es deficiente.

Mar Ruiz cuenta que, antes de esta tecnología, los problemas en el suelo pélvico solo podían tratarse con masajes en la zona perineal o introduciendo los dedos mientras la paciente contraía los músculos genitales para comprobar su estado. Las incontinencias, por su parte, se trataban sobre todo con medicación. "Ahora hay todo un mundo de posibilidades terapéuticas a nuestro alcance que siempre van a trabajar a favor del paciente", expresa la fisioterapeuta.

Otro avance tecnológico al servicio de los fisios es la electroterapia, un tratamiento que usa la corriente eléctrica para estimular determinadas áreas del organismo que sufren procesos inflamatorios o dolor nervioso, así como los músculos atrofiados y las lesiones osteomusculares. Su aplicación tiene propiedades antiinflamatorias y analgésicas, además de mejorar el trofismo y potenciar la capacidad neuromuscular. 

De hecho, esta técnica es muy usada en el campo del deporte porque además de tratar eficazmente muchas de las afecciones deportivas comunes, como esguinces y distensiones, previene la atrofia muscular, mejora el rango de movimiento y facilita la recuperación muscular tras practicar ejercicio físico intenso. También mejora la circulación de la sangre, e incluso se usa en el área de la estética para facilitar la tonificación y reafirmación muscular, así como en tratamientos anticelulíticos y de lipólisis.

También existe la radiofrecuencia, que consiste en la aplicación de ondas electromagnéticas de alta frecuencia sobre la piel que provocan el calentamiento controlado de las diferentes capas de la dermis, lo que favorece la formación de nuevo colágeno, el drenaje linfático y la circulación sanguínea.

En una consulta de fisioterapeuta tampoco puede faltar un ecógrafo, que va muy bien a nivel diagnóstico porque ayuda a ver los órganos. Popularmente se conoce por su utilidad en el seguimiento del desarrollo del feto durante el embarazo, pero no deja de ser un aparato para realizar ecografías o ultrasonidos en cualquier parte de la anatomía. Y es que las ondas sonoras de alta frecuencia que emite generan secuencias de imágenes de órganos y formaciones dentro del cuerpo, lo que ayuda a diagnosticar, valorar y comprobar los avances de los diferentes tratamientos y técnicas aplicadas en el paciente.

Para trabajar los problemas vasculares con ultrasonidos, la ‘deep oscillation’ u oscilación profunda es muy versátil. Consiste en un masaje con guantes por los que a la vez pasa la corriente, y es especialmente útil para tratar el linfedema (la anormal acumulación de líquido linfático que no drena adecuadamente) y el lipedema (acúmulo de grasa patológica predominantemente en brazos y piernas). Los impulsos electrostáticos desplazan el tejido con suaves oscilaciones de acción profunda y permiten mitigar el dolor, tienen efecto antiinflamatorio de los tejidos, ayuda a la reabsorción de los edemas, estimula la cicatrización de las heridas y mejora la calidad de los tejidos.

Solo son algunos ejemplos, porque, en cuanto a nueva tecnología, el catálogo tan largo como útiles sus herramientas. Y es que la incorporación de nuevas técnicas ayuda a que el fisioterapeuta obtenga mejores resultados en tiempo récord en las patologías del paciente. El futuro va en esta dirección.

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