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Acostarse tarde y mirando una pantalla, claro presagio de obesidad infantil

Un tercio de niños de 2 a 12 años cumplen el factor de riesgo: apagan la luz sobre las diez de la noche tras más de media hora de móvil, tele o tableta.

Un niño usa el teléfono móvil y una tablet, a 18 de octubre de 2023, en Madrid (España).
Un niño usa el teléfono móvil y una tablet, a 18 de octubre de 2023, en Madrid (España).
Eduardo Parra/Ep

España tiene un serio problema de obesidad infantil que los malos hábitos que se están generalizando en los últimos años entre los niños y sus familias amenazan con empeorar.

Uno de cada cuatro españoles de entre 6 y 9 años sufre sobrepeso (en el caso de un 12% es ya obesidad), proporción que les coloca a la cabeza europea de este récord poco deseable. Una investigación realizada por docentes de la Universidad de Barcelona acaba de desvelar que uno de los factores que explicaría este serio problema de salud es la combinación de dos hábitos infantiles perniciosos: acostarse muy tarde y hacerlo después de haber estado un buen rato pendiente de la pantalla digital de algún dispositivo electrónico.

El trabajo, realizado por expertas del Instituto de Investigación en Nutrición y Seguridad Alimentaria, chequea los hábitos alimentarios y de sueño de 1.133 niños de todo el país, la mitad de ellos preescolares de 2 a 4 años y la otra mitad estudiantes de Infantil y Primaria de entre 5 a 12. Como complemento, averiguaron sus rutinas y horarios de manejo de móviles, tabletas, portátiles o televisores, recogida de información que completaron con controles de su índice de masa corporal.

El resultado más llamativo de la exploración es que los chicos que se van a dormir más tarde de las diez de la noche y que lo hacen tras estar pendientes de una pantalla electrónica durante más de media hora tienen un riesgo mucho más alto de padecer obesidad que los que se acuestan a una hora temprana y lógica para su edad y bien desconectados.

El problema que también resulta evidente tras la indagación es que no es ni mucho menos un peligro minoritario. Solo el 12% de los preescolares españoles y el 14% de los niños de 5 a 12 años están completamente alejados de estos riesgos. Son los que se acuestan pronto y no usan pantallas después de la cena.

Por contra, hasta más de un tercio de los niños españoles estarían incluidos en el grupo de riesgo que les acerca a la obesidad. El 28% de los niños de 2 a 4 años y el 35% de los que acuden a Infantil y Primaria apagar tarde la luz y lo hacen habitualmente tras manipular durante más de media hora un dispositivo digital. En realidad, quienes trastean con estas pantallas por costumbre antes de acostarse son prácticamente ocho de cada diez chicos de estas tempranas edades, pero casi la mitad (el 45% en el caso de los preescolares) lo hace menos tiempo del tope de la media hora que marca el peligro.

La segunda gran sorpresa de las investigadoras fue descubrir que buena parte de estos chicos, algunos todavía casi unos bebés, se acuestan tardísimo como norma, sobre las diez de la noche. Explican que resulta evidente que, de forma muy generalizada, no duermen lo suficiente, ya que los pediatras consideran que a estas edades habría que asegurar de forma regular entre 10 y 12 horas de sueño.

Pero la obesidad no es el único problema de salud que presentan los niños que apuran el día con sus pantallas. Los instalados en este grupo de riesgo tienen un sueño más corto y de mucha peor calidad, algo que repite entre la muestra más joven y entre la mayor. De igual manera, se observa en los controles un retraso de las horas lógicas de desayuno y de cena para su edad y que tienen tendencia al sedentarismo, con una baja actividad física y deportiva para sus años.

'Jet lag' social

Una de las consecuencias de todo este cúmulo de malos hábitos infantiles es un 'jet-lag' social, un tremendo y reiterado desfase horario en su vida cotidiana. Sufren un desajuste entre la hora en la que se despiertan cada día y los horarios lógicos de la vida normal de un escolar, explican las investigadoras. En vez de adaptar el sueño a sus necesidades lo hacen al revés. El resultado es que acumulan cansancio y arrastran una deuda de sueño toda la semana lectiva. Esta situación indeseable para un niño suele acarrear irritabilidad, un rendimiento escolar deficiente y una somnolencia diurna.

La recomendación de las expertas es muy clara. Deben adelantar, y bastante, la hora a la que se acuestan habitualmente y reducir al máximo la exposición nocturna a las pantallas. Lo ideal, añaden, sería que se despegasen de los dispositivos al menos una hora antes de apagar la luz.

Consideran que es crucial revertir esta situación para evitar problemas de salud desde la infancia (hipertensión, alteraciones metabólicas o cardiacas) y sobre todo para no consolidar una frecuente y temprana obesidad adulta, fuente de diabetes, problemas cardiovasculares y otras patologías de gravedad.

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