Enfermera Saturada: “La tecnología aplicada al mundo de la salud muchas veces nos la acaba quitando”

Con más de un millón de seguidores en redes sociales, Héctor Castiñeira regresa con ‘La sonda del viento’, su nuevo libro.

El sanitario Héctor Castiñeira, alias 'Enfermera Saturada', con su nuevo libro, 'La sonda del viento'
El sanitario Héctor Castiñeira, alias 'Enfermera Saturada', con su nuevo libro, 'La sonda del viento'
Camino Ivars

Más conocido en redes sociales por su alter ego, Enfermera Saturada, el sanitario Héctor Castiñeira regresa con su nuevo libro, ‘La sonda del viento’, una obra que, en sus propias palabras, supone “una vuelta a la normalidad, en este caso a través de mis libros”, admite.

Y es que el humor y las anécdotas que rodean a este colectivo profesional vuelven a ser claros protagonistas de su décimo libro, el cual habla de una profesión “apasionante”, pero cuyas condiciones actuales dificultan mucho las cosas. “Nos gusta ser enfermeros, pero la situación de precariedad es una constante”, admite. Por eso, y porque reírse es la mejor medicina, decidía volver a “hacer uso del humor después de la saga literaria más seria que hice en la pandemia”, reflexiona el escritor, natural de Lugo.

Más conocido en redes sociales por su alter ego, Enfermera Saturada, el sanitario Héctor Castiñeira regresa con su nuevo libro

Pero, ¿cómo sacar la parte cómica de algo tan serio como la salud? Esto es algo que lleva haciendo más de una década a través de las redes sociales, donde acumula más de un millón de seguidores. “Siempre digo que es como hacer terapia. Al final vivimos situaciones complicadas y muy dolorosas”, reflexiona. No en vano, según la última encuesta del Consejo General de Enfermería de España, en torno al 45% de las enfermeras dejarían hoy mismo su trabajo si tuvieran otra alternativa. “Y muchas lo hacen. En el sistema público de Salud tenemos una temporalidad de más del 40%”, lamenta.

“He recibido orina en un botellín de cerveza y heces en un túper de Pepa Pig o en un tubo para puros…”

En su obra, hay varios capítulos basados en su propia experiencia laboral, como la que protagonizó la temporada que trabajó en un laboratorio en el que recibía muestras de análisis en formatos y contenedores, asegura, que nadie imaginaria. “Cuando vas al ambulatorio te dan el típico frasco o tubo, pero, ¿qué pasa si lo pierdes?”, pregunta. Lo que suele ocurrir en estos casos es que más de uno improvisa. “He recibido orina en un botellín de cerveza y heces en un túper de Pepa Pig o en un tubo para puros…”, afirma, entre risas.

También hay otro capítulo dedicado a los famosos carteles de hospital “que absolutamente nadie lee, o que nos dan igual”, señala. Y es que no hay nada como colocar un ‘No pasar’ para que se abra la veda, o un ‘No utilizar el teléfono móvil’ para que todo el mundo lo haga. “Los únicos que surtieron verdadero efecto eran los que señalizaban las Zonas Covid. Esos sí que funcionaban. Allí no pasaba nadie”, admite el autor.

Pero sin duda, si hay algo que marca el día a día del trabajo en un hospital es el factor de la hipocondría que, aderezado por la llegada de internet a nuestras vidas y las nuevas tecnologías han creado el caldo de cultivo idóneo para generar algunas situaciones bastante cómicas. “Es curioso cómo, en ocasiones, la tecnología aplicada al mundo de la salud muchas veces nos la acaba quitando”, bromea.

"Las pistolas de temperatura fallan más que una escopeta de feria. A veces funcionan, pero dejan mucho susto por el camino"

Y es que han recibido a un paciente en Urgencias, asustado, porque su reloj inteligente le aseguraba que no tenía pulso, y, en la era Covid, “demasiadas personas” acudían al centro de salud porque una pistola de temperatura arrojaba datos erróneos. “Este tipo de dispositivos fallan más que una escopeta de feria. A veces funcionan, pero dejan mucho susto por el camino”, admite.

El Dr. Google

¿Otro gran enemigo para el personal sanitario? Sin duda, internet. “Hoy en día más del 80% de los pacientes consultan lo que les pasa en Google antes de acudir al médico. El personal sanitario nos hemos convertido en una segunda opinión”, asevera el enfermero gallego. Algo que, sin duda, precipitó la pandemia, cuanto en medio de un clima de desinformación e incertidumbre, todo el mundo buscaba estar más informado que nunca.

"(Las enfermeras) al final somos quienes pagan la frustración de la gente porque somos la cara visible"

Y aunque Castiñeira es un fiel defensor de ver siempre la parte cómica de la vida, asegura que, en su sector, la cosa se vuelve complicada. “Es cierto que en el sistema hay muchos fallos, como las listas de espera de más de un año; y al final somos quienes pagan la frustración de la gente porque somos la cara visible”, reflexiona. Sin embargo, el hecho de que se trata de una profesión vocacional, hace que muchos profesionales sigan soportando cada día. ¿Un aliciente?: “Ayudamos a mejorar la vida de las personas en algunos de los momentos más complicados de sus vidas”.

Héctor Castiñeira, 'Enfermera Saturada', con su nuevo libro
Héctor Castiñeira, 'Enfermera Saturada', con su nuevo libro
Camino Ivars

Y eso que, a sus 40 años, lleva desde los 20 siendo enfermero, y no se ha cansado todavía. “Estamos presentes en todas las etapas de la vida del ser humano y eso tiene parte de magia. Formamos parte del nacimiento y del final de la vida. Y aunque vives momentos duros, al final somos espectadores privilegiados y vivimos situaciones muy gratificantes. Si no fuera así, nadie aguantaría”, concluye. 

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