Por
  • Rodrigo Córdoba García

El tabaco y su precio

El tabaco y su precio
El tabaco y su precio
Heraldo

Recientemente, el Ministerio de Sanidad y las CCAA han aprobado el Plan Integral de Tabaquismo que contempla modificar la Ley 42/2010 que regula algunos de los aspectos relacionados con el consumo de tabaco como el incremento de las áreas en las que estará prohibido fumar, la equiparación de los nuevos sistemas de consumo (vapeadores y cigarrillos electrónicos) a la misma normativa reguladora que los cigarrillos, el etiquetado neutro y el aumento del precio. 

España es de los países europeos con el tabaco más barato y se nos conoce como el estanco de Europa.

En Toulouse se hizo un estudio observacional de las cajetillas vacías de tabaco y se observó que el 20% estaban compradas en España. Hay que señalar que en Francia la cajetilla más vendida cuesta 12 euros. Esto ha motivado más de una carta de protesta de las autoridades sanitarias francesas. Por otra parte, un tercio del tabaco que se vende lo compran los millones de turistas y transeúntes que nos visitan cada año.

Está suficientemente demostrado que subir el precio ayuda a disminuir el consumo, especialmente entre los jóvenes y en las clases sociales más desfavorecidas. La OMS y el propio Banco Mundial explican que subir el precio mediante los impuestos es el método más barato y eficaz para reducir el consumo, sobre todo entre los jóvenes y los grupos de bajos ingresos. Un incremento de los impuestos que suponga un 10% de aumento en el precio disminuye el consumo un 4% en los adultos y un 8% en los jóvenes y clases sociales desfavorecidas. Por lo tanto, un incremento de los impuestos del tabaco reduce el consumo sin disminuir la recaudación por parte del Estado. En España se estima que la reducción media del consumo sería del 6%.

La disminución del consumo se produce porque habrá fumadores que dejarán de serlo y otros que, aunque continúen fumando reducirán su consumo. Hay que tener en cuenta que la compra de tabaco representa el 10% del salario mínimo que se podría emplear en mejor alimentación. Ciertamente si se computan todos los impuestos que tienen los cigarrillos empaquetados, se aproxima al 80% de su precio final. Pero la fabricación de una cajetilla de cigarrillos industrial cuesta de media 15 céntimos, lo que implica que la industria tabaquera obtiene un beneficio del 300% una vez descontados impuestos, distribución, márgenes, etc. El ministerio con competencia para subir los precios es el de Hacienda a través del Comisionado para el Mercado de Tabacos que es quien determina las subidas periódicas de las diferentes marcas que, en realidad, no son una subida de precios sino una actualización de los mismos conforme al incremento del IPC.

Subir el precio del tabaco mediante los impuestos es el método más barato y eficaz para reducir el consumo, sobre todo entre los jóvenes y el grupo de bajos ingresos

En noviembre de 2023 se actualizaron algunas de ellas y el pasado 8 de marzo se han actualizado otras marcas. No obstante, cuando se habla de subir el precio para reducir el consumo estamos hablando de subidas de precios sustanciales, de al menos el 10% o claramente por encima del IPC. El problema es que, para el Ministerio de Hacienda priman otros criterios diferentes de la salud pública y hay que señalar también que es mucho más susceptible a las presiones de los lobbies de la industria. De todos modos, la decisión final se toma de forma consensuada en el consejo de ministros.

Los expertos señalan que en el mercado del tabaco la relación de precio y consumo es una demanda inelástica y asimétrica (la elasticidad mide el cambio porcentual en el consumo asociado a un cambio del 1% en el precio). Se puede afirmar así que el precio es un mecanismo efectivo para controlar el tabaquismo, sobre todo cuando las variaciones en la renta no anulan su efecto. Para conseguir disminuir la prevalencia del tabaquismo los expertos proponen un aumento de los impuestos significativo y periódico, alinear el importe del impuesto mínimo especial de la picadura de liar con el de los cigarrillos a fin de evitar desplazamientos de consumo hacia la picadura como viene sucediendo entre los jóvenes y regular la fiscalidad de los cigarrillos electrónicos alineándola con la de los cigarrillos convencionales; a la vez el Estado debe hacer más esfuerzos para disminuir el contrabando de tabaco y, los impuestos recaudados por la venta de tabaco, deberían emplearse en la mejora de la salud, incluyendo políticas de prevención y control del tabaquismo y ayuda al fumador que quiera dejar de fumar.

Y para los que creen el mito de que ‘el Estado se lucra con el tabaco’, recordar que por cada euro recaudado nos gastamos 3 en costes sanitarios y sociales derivados de su consumo. De momento, nuestra más firme recomendación a los fumadores es que dejen de fumar por sí mismos o solicitando ayuda a su médico o a una unidad de tabaquismo. Será lo mejor que pueden hacer por y para ellos mismos.

Rodrigo Córdoba García es médico de Familia

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