Director de HERALDO DE ARAGÓN

Regeneración democrática

Pedro Sánchez, interviene en un acto de campaña del candidato del Partido Socialista Catalán, Salvador Illa, en Sant Boi (Barcelona)
Pedro Sánchez, interviene en un acto de campaña del candidato del Partido Socialista Catalán, Salvador Illa, en Sant Boi (Barcelona)
Quique Garcia

Demuestra el PSOE una debilidad nunca antes confesada. El miedo a un hipotético día después sin Pedro Sánchez ha permitido que la formación se exprese frágil y alborotada. Su poder orgánico se ha descubierto en exceso dependiente, desorientado ante la idea de la marcha de Sánchez. 

El PSOE, partido de Estado y de gobierno, pieza clave de la Transición y de la alternancia bipartidista, plagado de personalidades políticas que han protagonizado la reciente historia democrática, es hoy una formación empequeñecida por culpa de un liderazgo mayúsculo que ha borrado las alternativas propias y apostado por la uniformidad.

Aquel PSOE de las corrientes internas y de las discusiones encontradas se ha hecho más dependiente de Ferraz, dejando capitidisminuidos sus órganos de dirección. El partido socialista de los barones y de la tensa y federal convivencia con el PSC puede darse por superado. El sanchismo, convertido en discurso único, ha mermado al partido, al tiempo que, internamente, ha endurecido sus decisiones.

Tras el regreso de sus cinco días de reflexión, Sánchez ha decidido que no hay batalla menor, que el espacio para las discrepancias ha desaparecido y que la dirección de Aragón, con Javier Lambán a la cabeza, tendrá que asumir la llegada de una nueva etapa donde hasta el puesto 18 de la lista a las elecciones europeas resulta innegociable. Las lealtades se premian y su pérdida, se castiga sin disimulo.

Dentro y fuera del PSOE el relato ha cambiado. ¿Quién no desea una regeneración democrática? En abstracto la formulación resulta seductora, pero llevada al terreno de lo práctico se convierte en preocupante sinónimo de control sobre jueces y periodistas, groseramente entremezclados con supuestos ‘lawfare’ y bulos.

La decisión de Pedro Sánchez de continuar al frente de la presidencia del Gobierno viene acompañada de un nuevo relato, de la construcción de una realidad que demanda una regeneración democrática y que habla de la supuesta belicosidad de jueces y periodistas

Si una de las principales cautelas que debe asumir cualquier gobernante es la de evitar la toma de decisiones en caliente o aquellas en las que se siente principal afectado, los hechos describen que Sánchez ha ignorado estas dos advertencias para defender a su esposa. La regeneración que propone el presidente, sus ganas por acabar con el fango, ha puesto en alerta a buena parte de la judicatura, preocupada ante la voluntad de renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) con o sin consenso con la oposición, y a la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE), que ha pedido que los medios sean convocados para conocer un proyecto que no debe ignorar "el respeto al trabajo de los periodistas y a la libertad de información".

Quizá la victimización, la división entre los míos y los otros, sirva para el corto plazo que establece cualquier contienda electoral, pero la presidencia de un Ejecutivo exige de una mirada amplia.

Tender hacia el extremo puede que aglutine a las izquierdas dentro de las siglas del PSOE, pero la regeneración democrática requiere de un análisis previo y compartido por Gobierno y oposición. Hasta que no exista un consenso mínimo, todo cambio alentará la desconfianza.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos por Mikel Iturbe en HERALDO)

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