Adjunto a la Dirección de HERALDO DE ARAGÓN

España, en el Callejón del Gato

España, en el Callejón del Gato
España, en el Callejón del Gato
M. STUDIO

Hace justamente un siglo que se publicó uno de los libros más singulares de la literatura hispana. Fue el talento de Valle-Inclán el que acertó a poner en escena la miseria material y moral de España. 

La obra, que se había publicado incompleta y por entregas en la revista ‘España’ en 1920, escenifica el viaje nocturno, auténtico descenso a los infiernos, de Max Estrella, "andaluz hiperbólico, poeta de odas y madrigales". Tras recorrer diversos lugares del Madrid castizo, guiado siempre por don Latino de Híspalis, regresa a su casa para morir.

Junto a esta peripecia humana del héroe trágico y ridículo, aparece una amarga reflexión sobre la sociedad española de las primeras décadas del siglo XX. La sátira no se dirige contra individuos concretos, sino que arremete contra toda la vida nacional, caduca y carente de ética. No obstante, el gran hallazgo de Valle-Inclán es el esperpento, como una nueva estética y una nueva visión del mundo. Es en ‘Luces de bohemia’ donde da su fundamentación estructural: los famosos espejos del Callejón del Gato (la céntrica calle matritense dedicada al poeta Juan Álvarez Gato), unos espejos cóncavos, convexos y cóncavoconvexos que adornaban como reclamo una ferretería y donde los madrileños acudían a divertirse contemplando sus imágenes distorsionadas. De lo particular, Max Estrella salta a lo general. Lo explica en el propio texto: "El sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada".

A la luz de los comportamientos y las declaraciones de muchos de nuestros próceres actuales cabe imaginarse que también frecuentaran el Callejón del Gato buscando inspiración. Tan desproporcionada es la desfachatez de algunos, tan desmedido el tremendismo de otros, tan intensa la vitriólica efervescencia verbal de la mayoría que más parecen personajes de esperpento que personas.

Cien años después de la publicación de ‘Luces de bohemia’, en el escenario político español resuenan las palabras de Max Estrella: "Los héroes clásicos han ido a pasearse en el Callejón del Gato… Las imágenes más bellas en un espejo cóncavo son absurdas"

En la era de la política espectáculo, hoy son los líderes políticos los que, de forma simplista y maniquea, utilizan espejos deformantes para tergiversar la realidad convenientemente y ponerla al servicio de sus fines. Así se crean relatos ficticios ("máquina del fango", "mayoría progresista", "amnistía para reconciliar a los catalanes"), se hiperboliza el mensaje con sistemática propensión a la exageración catastrofista ("España se rompe", "el país es ya semejante a la dictadura venezolana", "las instituciones se desmoronan"), se politiza toda la vida social con frivolidad sulfurosa ("fachosfera") o se alimenta una retórica incendiaria ("me gusta la fruta") que sitúa el conflicto político en un plano existencial que demanda una inequívoca toma de partido por parte del atónito ciudadano. Esta distorsión emocional de la realidad, el "sueño de la razón" goyesco, acaba generando monstruos de visceralidad estilística. Las redes sociales hacen el resto para polarizar a la sociedad, siguiendo fielmente el método populista.

Max Estrella proclama: "España es una deformación grotesca de la civilización europea". Y Valle-Inclán recurre al esperpento, que distorsiona la realidad, con el objetivo de mostrarnos el verdadero rostro del país, la caótica, miserable y absurda vida española de la segunda década del siglo XX. Hoy no es así. La España de 2024 nada tiene que ver con la de 1924. Los líderes políticos se empeñan teatralmente en colocarnos espejos deformantes para tergiversar la realidad, pero el país ya no se refleja en el Callejón del Gato.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos por José Javier Rueda en HERALDO)

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