Por
  • Julia Navarro

Pedro Sánchez: Estupor

Estupor
Estupor
Pablo Calahorra

Reconozco mi estupor. Sí, estupor porque Pedro Sánchez anunciara vía X que tenía que pensarse si le merecía la pena seguir en el poder. 

Estupor por la falta de respeto a los ciudadanos que supone que un presidente deje al país durante cinco días mientras deshojaba la margarita de su continuidad. Estupor porque hemos visto a un político actuando como un adolescente enfadado.

Estupor por esas manifestaciones organizadas para apoyar al líder, que recuerdan las que se producen cuando algún autócrata quiere demostrar que cuenta con el favor del pueblo y que quienes se le oponen es que son enemigos del pueblo. Estupor porque los incondicionales del líder dijeran lindezas como la de Óscar Puente calificando a Pedro Sánchez como "el puto amo". O como Teresa Ribera que, muy ufana, ha dejado dicho que "los socialistas son perros fieles y leales defensores de los derechos de los españoles". ¡Toma ya! Menudo nivel. Estupor porque Sánchez se dice conmovido por esas manifestaciones, cuando la concentración en Ferraz solo reunió a 12.500 personas.

El presidente Pedro Sánchez difícilmente pensaba retirarse. El espectáculo que han dado estos días él y sus más fieles partidarios ha sido lamentable e incurre en el terreno del ridículo

Estupor al comprobar que ha calado el mensaje maligno de que en este país hay dos clases de ciudadanos: los sanchistas, que apoyan incondicionalmente a Sánchez, y los que lo critican porque son fascistas. Estupor porque hayan resucitado las dos Españas, esas que dejamos de lado durante la Transición.

Estupor por los ataques a jueces y periodistas. Muchos dirigentes socialistas y de otras formaciones a su izquierda arremeten contra los jueces olvidando que a estos les corresponde delimitar cuándo un ciudadano, sea político o lo que sea, pudiera estar infringiendo la ley. Estupor al escuchar y leer a periodistas pidiendo que se recorte la libertad de prensa porque algunos medios cuestionan las actuaciones profesionales de Begoña Gómez. Se olvidan de que para eso está el Código penal, si una información es falsa basta con denunciarla. Estupor por escuchar a periodistas señalar a otros periodistas.

Estupor porque muchos que ahora se lamentan de los ataques a Begoña Gómez antes han mentado a las familias de miembros de la oposición e incluso mentido en sede parlamentaria, como cuando hace unos días se acusaba a la esposa de Feijóo de trabajar en una empresa que había recibido una subvención de la Junta de Galicia. Lo que desmintió de inmediato la propia empresa sin que los socialistas que levantaron ese dedo acusador se disculparan. Estupor porque es numerosa la lista de familiares de miembros de la oposición señalados públicamente por el dedo acusador del Gobierno.

Pero antes que nada supone una falta de respeto a los ciudadanos

Estupor por el espectáculo histérico de ver a ministros llorando como magdalenas al grito de "Pedro, no te vayas" (cuesta dejar los cargos públicos y pasar a ganarse el pan como el resto de los mortales). Y, sobre todo, estupor por el espectáculo montado por Pedro Sánchez amenazando con irse cuando difícilmente pensaba hacerlo. Su interpretación no ha sido de Óscar precisamente.

Les diré que he ganado todas las apuestas de comidas que durante estos cinco días he cruzado con mis amigos, muchos de ellos compungidos porque creían que se les iba Sánchez y a los que yo consolaba diciéndoles que eso no sucedería. De manera que lo único que no me ha producido estupor es que Sánchez no haya dimitido. Y sí, estoy de acuerdo con lo que ha dicho Pablo Iglesias: "Pedro Sánchez ha hecho el ridículo". Efectivamente, ha hecho el ridículo, que, como decía Josep Tarradellas, es lo último que se debe hacer en política.

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