Por
  • Carlos Rubio Pomar

¿Estudias o navegas?

Crisis
¿Estudias o navegas?
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En apariencia el modelo educativo es absolutamente igualitario, a todos da las mismas oportunidades. Pero el número de fracasos parece crecer, la brecha terminará por ser insalvable y me queda la opción de tú preocúpate sólo de los buenos, que los hay. 

Mi sensación es que los alumnos vienen muchísimo más enganchados al móvil y similares, mucho más desde la pandemia. Aspirantes a gamers, influencers, tiktokers, instagramers y demás carne de cañón, camino de la frustración más absoluta, la abuela de única “follower”. El medio fácil para conseguir miles pasa por el espanto y vergüenza de toda la familia. Incapaces de desconectarse dos horas del móvil para estudiar, ya no te digo un mes para los exámenes o seis horas de clase seguidas todos los días. Adictos a la satisfacción continua, diaria, cada cinco minutos, de las mil y una chorradas que embotan su cerebro como drogadictos que son de las redes sociales. Ellos son la pesca y no lo saben. Y ya no lo pueden controlar. 

Llevan desde 2º de la ESO, al menos, acostumbrados a que su cerebro se comporte a base de pincharse con el móvil, subidón bajón, subidón bajón, la religión del payaso en estado puro. Se han pegado tardes enteras, enteras, viendo, no leyendo, nada que no sea cientos de mensajes, apoltronados en sofás, entretenidos con algo de lo que ahora no pueden desconectarse, éxito fácil, satisfacción instantánea, pura drogadicción inducida a base de no hacer nada y derivar toda la energía hacia el vacío más absoluto. Resultado de las noches de insomnio: abúlicos e irritables. Creen saberlo todo a un click de distancia, pero sólo nadan en un mar de ignorancia. Su CPU está embotada y no me deja entrar para solucionarlo. Horas y horas navegando para comprar o vender unas zapatillas, pero incapaces de leer un libro. Porno, juegos de madrugada y retos idiotas. Son expertos, sí, pero en burlar el control parental, saben hacerlo TODOS. Háblales ahora de cuatro años de sacrificio, dedicación, horas de estudio, materias complejas, esfuerzo intelectual que se verá recompensado cuando terminen, para entonces empezar con suerte en un trabajo para el que les hemos formado.

Ningún niño o adolescente tendría que tener un móvil más allá de llamadas y geolocalización, por aquello de saber dónde está. Y hasta la FP o Bachillerato, nada más que ESO

Exactamente lo mismo si estuvieran en una FP, idéntico. Más de uno hace rato que ha desconectado, abandona el grupo, ni viene a clase, ni se presenta a los exámenes, otros cumplen el expediente yendo al examen como si fueran al matadero, mínimo esfuerzo, crea tu propia apuesta y quinielas por wasap que nunca aciertan, ruina académica asegurada, la otra vendrá después. La vida no será de 8 a 2, jornada continua, madrugones salvajes, las dos primeras horas dormidos, a las 2 de la tarde a la calle, promesas incumplidas de actividades que nunca se harán y sin saber qué hacer. O sí, ansiosos, les espera la jeringuilla en forma de móvil, consolas de juego o pantalla para cotillear durante horas inútiles, comunicación por emojis. Los marcianos hablan castellano del siglo de oro en comparación con ellos, ¡CO!. 

El problema no será del sistema, será de los padres, demasiado cansados o agotados como para ejercer de policías y decir NO. Tardes de abandono y dos años de bachillerato o FP con supuestos resultados idóneos, cumplida pues la igualdad (PISA), patada hacia adelante y el desastre llama a mi puerta. Ningún crio tendría que tener un móvil más allá de llamadas y geolocalización por aquello de saber dónde está. Y hasta la FP o Bachillerato, nada más que ESO. ¿Quieres un adicto? aprovecha de los 12 a los 16 años para meterlo en su cerebro, no podrá escapar ya en su vida, el sueño de cualquier narcotraficante, muchos adolescentes enganchados. Lo saben en Silicon Valley, invierten fortunas en algoritmos adictivos, su sistema educativo, el de los buenos, el de los ricos, cero conectividad. El resto basura “prime”. ¿Buscas un culpable? Lo tienes a tu lado, quien con 12 años te regaló un móvil con datos, y poco después, para certificar “la que se avecina” silla de gamer. Pues ESO.

Carlos Rubio Pomar es profesor universitario

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