Las fiestas de verano de Zaragoza

Montaje del escenario en la Estación del Norte
Montaje del escenario en la Estación del Norte
Ruben Losada/FotografiArte

Lo más novedoso del Pilar en 2023 es que se va a celebrar en verano, como las fiestas mayores de las demás ciudades y pueblos de España, con temperaturas que pasarán de 30 grados al menos hasta el 12 y probablemente también después. 

Zaragoza pierde aquello que hacía únicos sus días grandes, ese «Winter is coming» que obligaba a ir rescatando la ropa de abrigo y el paraguas, pero las oportunidades de disfrute se van a disparar. Por ejemplo, al aire libre en las noches de música del Jardín de Invierno, en el parque Grande, donde desde el lunes espera una programación atractiva y para bastantes gustos, de lo poco sustancioso que aparece en el programa: salvo alguna excepción más en otros de los escenarios dispersos por la ciudad y salvo Quevedo, el chaval canario de 21 años que dio el pelotazo mundial con ‘Quédate’ y ahora anda girando con su primer disco, repiten los de siempre, un año más.

Son unas fiestas de transición entre un gobierno municipal y otro, aunque manden los mismos. Los cambios quedarán para el futuro, pero algunos son ineludibles porque el modelo actual da muestras de agotamiento. Tan evidentes como que los peñistas, fuerza social que moviliza a miles y miles de personas en Zaragoza, no encuentren su sitio, o que, por aquello de la ‘descentralización’, el ambiente en el Casco Histórico se mantenga medio apagado mientras se sigue empujando a los jóvenes a salir al extrarradio, creando problemas de movilidad y seguridad donde no los había hasta que hace tres lustros se abrió el recinto ferial de Valdespartera.

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