El Curso Internacional de Defensa alcanza este año su trigésima edición. Desde que inició su andadura en 1993 se ha debatido sobre muchos temas en Jaca, pero lo que no ha cambiado es su objetivo: contribuir a la difusión de la cultura de defensa.

Este año, además de analizar la evolución en las últimas tres décadas del conocimiento y la opinión sobre la seguridad y la defensa en la sociedad española, se debatirá sobre cómo la tecnología, las fuentes de energía y la propia guerra dan forma a los conflictos armados. Además, se dedicará una sesión al papel de la Unión Europea en este campo.

Como podemos confirmar a diario en los medios de comunicación, la presencia de conflictos armados es una constante. Sin embargo su naturaleza y dinámica han evolucionado a lo largo del tiempo. En la actualidad, la interacción entre la energía, la tecnología y la propia guerra está transformando profundamente la manera en que se libran y se manifiestan.

La disponibilidad y el control de recursos energéticos han provocado numerosos conflictos a lo largo de la historia. La demanda siempre en expansión de energía, especialmente de fuentes no renovables, y su control, están detrás de muchas tensiones geopolíticas. Y los recursos energéticos, sus medios de producción y de transporte son cada vez más objetivos estratégicos, lo que cambia la dinámica de los conflictos armados. El riesgo de que algunas naciones utilicen la fuerza militar sobre ellos para prevalecer se ha confirmado en los últimos meses en varios escenarios.

Además, las innovaciones tecnológicas en comunicación, empleo de drones, ciberseguridad, armas autónomas e inteligencia artificial han cambiado la manera en que se recopila información, se toman decisiones y, en definitiva, se ejerce el poder. El avance técnico en campos muy precisos ha transformado las formas en las que se libran los conflictos armados. Las guerras hoy son mucho más que combates terrestres, pero el gran incremento de acciones en los dominios del ciberespacio, el espacio exterior o el conocimiento plantea nuevos desafíos legales y éticos.

El mismo conflicto nos ha permitido observar que cada choque armado de la historia de la humanidad ha incluido elementos originales que han alcanzado su máxima expresión en crisis posteriores. Se intensifican las acciones en dominios de actuación antaño residuales o incluso inexistentes. Se generaliza el empleo con otros fines de avances tecnológicos diseñados originalmente para otras tareas, como ha sido el caso con los drones.

Por otra parte, recursos o servicios proporcionados de forma antes muy limitada por empresas civiles se convierten en parte fundamental de la estrategia de actuación. Es fundamental un análisis adecuado de los conflictos en marcha si queremos estar preparados para afrontar con éxito los que surjan en el futuro.

En definitiva, la interacción entre energía, tecnología y guerra cambia rápida e intensamente los enfoques necesarios para preparar con éxito la resolución de los conflictos futuros. Cada vez más voces reivindican, por ejemplo, una regulación efectiva de la tecnología militar y cibernética para evitar desequilibrios de poder que inviten a la utilización del enfrentamiento armado como herramienta de compensación. Se reivindica que la diplomacia y la cooperación internacional recuperen un papel preventivo que evite que el derecho internacional de la guerra sea un dique cada vez más débil, incluso entre Estados.

La trigésima edición del Curso Internacional de Defensa de Jaca, ‘Los motores de cambio de la seguridad y la defensa’, reunirá del 25 al 29 de septiembre a expertos civiles y militares que debatirán sobre estos temas.

Esa misma semana, en el Patio de la Infanta de Ibercaja en Zaragoza, se podrá disfrutar de una selección de algunas de sus conferencias. Sin duda, son temas de actualidad en el campo de la seguridad y la defensa que nos afectan a todos.