El triunfo del no saber

El triunfo del no saber
El triunfo del no saber
Pixabay

Ortega y Gasset sentenció en frase lapidaria: "No sabemos lo que nos pasa, y esto es precisamente lo que nos pasa". Esta frase, dicha en una época (1933) con Guerra Civil española y Segunda Guerra Mundial acechando, podría perfectamente aplicarse a estos grandes momentos de incertidumbre que vivimos. 

Como nos falta perspectiva, quizá no seamos conscientes de que no se puede contestar con seguridad a casi ninguna pregunta, porque no sabemos. Nos olvidamos de que vivimos en el mundo de la posverdad, es decir, que todo es la mar de confuso, porque los que fabrican este mundo de hoy quieren que sea así. A río revuelto... La verdad ya no existe. Se manipula. El universo de las redes (o sea, el mundo de hoy) está plagado de ‘fakes’, con lo cual no sabemos dónde está lo verdadero.

Es lo mismo que pasa en política. Hoy, que tanta fe se tiene en los números, no sabemos cómo es posible que los datos (las cifras) sean unos u otros a conveniencia. Siempre se dijo ‘cifras, cifras’, porque esto era lo único incuestionable. Lo demás eran opiniones. Ahora nos vamos enterando –algunos se enteraron siempre, que son los que mienten con los datos–, de que ‘todos mienten’, o nos ocultan los datos que no les favorecen, que viene a ser o mismo.

No hay apenas persona u organismo –en este caso son los contestadores esos de ‘si desea… pulse uno’, y sigue con el dos, el tres y el cuatro, antes de ponerte a esperar con una musiquilla relajante de Bach– que conteste con sencillez y claridad a lo que se le pregunta. Supongo que es porque los contestadores humanos o robóticos analfabetos –de esos que nunca entienden lo que se les pregunta, y es preciso deletrear– cumplen las órdenes de arriba, que a su vez cumplen órdenes de una larga cadena hasta llegar a los ‘grandes hermanos’ de hoy. Y si hay alguien que tiene buena voluntad porque no está en el secreto, resulta que tampoco sabe, porque nadie (o nada) se lo ha dicho. No hay más que confusión. Nadie te dirá el porqué de las cosas.

Así, ¿habrá que acostumbrarse? A vivir sin saber nada. Simplemente obedecer, porque es lo que hace todo el mundo, que mucho hablar en la barra del bar pero luego, a la hora de la verdad, todo el mundo traga. El cliente de cualquier entidad pública o privada no podrá enterarse de qué va a ser de lo que es suyo. Ya lo llamarán… cuando quieran.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por José Luis Mateos)

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