¿Hermanos de Jesús?

Una vuelta a clase
¿Hermanos de Jesús?
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Basándome en el comportamiento de mi hijo y de sus colegas escolares, la semana pasada sostuve aquí que la xenofobia no es congénita, sino cultural. Pues bien, bebiendo de la misma fuente, añado hoy que lo mismo pasa con el machismo, la homofobia y otras taras.

Conforme a lo anterior, aunque yo no coincida al cien por cien con el escritor Rafael Sánchez Ferlosio, cuando defiende que la escuela, más que educar, ha de instruir, sí me atrevo a sospechar que ciertas medidas educativas contra la discriminación, por caducas, intrusivas e indiscriminadas, están empezando a producir efectos adversos en un alumnado cuya personalidad podría desarrollarse libre de las intolerancias mencionadas.

Me refiero a ese alumnado de infantil y primaria al que nunca se le ha ocurrido pensar que las niñas sean peores científicas, o que la homosexualidad sea un estigma, hasta que en la escuela se le conculca con vehemencia que ellas valen para la ciencia, o que hay que respetar toda condición sexual. Y es que, un buen propósito, mal dirigido, además de perturbar, siembra dudas donde no las hay.

Me acuerdo ahora de aquel sacerdote y profesor de religión que tuve en el instituto. Un día, elevando la voz, nos preguntó: "¿Hermanos de Jesús?". Consagrado a negar tal posibilidad, analizando durante semanas los textos evangélicos que, como poco, la sugerían, logró que toda la clase acabara erróneamente convencida de que Cristo había tenido hermanos. Y hasta llegamos a creer que la fe de aquel buen hombre, que supusimos tan férrea como angustiada, padecía la misma convicción.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Javier Usoz)

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